Capitulo 2

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Han pasado unos días desde mi llegada y aún no me acostumbro con el cambio de Laura. Ella ni siquiera me mira, me habla. Solo me responde tajante y se aleja como si fuera lacra.

Mi hermana insiste que no le dé importancia, que las personas cambian y que debemos aceptarla. La amistad de ellas también cambio, que después de volver de la universidad, se alejó y dejaron de ser las amigas que un día fueron. Que ahora ella trabaja encargándose de la casa para solventar los gastos del hospital. Que también rechazo su ayuda o la ayuda de mi padre para pagar las facturas y lo único que pidió fue que la dejaran trabajar. Que no habla con nadie, no sale, sino al hospital a ver a su mamá todos los días en la tarde y llega en la noche a encerrarse a su habitación.

He querido dale su espacio y ver como puedo acercarme a ella para ofrecerle mi ayuda.

Llego a casa después de revisar el ganado, estoy cansado y solo quiero darme una ducha y dormir hasta el otro día.

―La cena está servida―Escucho su voz y me detengo.

―Hola―Me acerco a la cocina ― ¿Dónde están mi padre y Raquel?

―Han salido― Se da la vuelta y empieza a lavar los platos.

―Laura, ¿Estás bien? ―Pregunto con cautela.

―Sí.

―Esta mañana fui a ver a tu madre y...

―No es necesario que vayas a ver a mi madre―Dice dándose la vuelta ―Te quiero pedir el favor de que te mantengas al margen.

― ¿Pero, ¿qué sucede? ―No responde ― ¿Por qué no dejas que mi familia o yo te ayudemos? Sabes que cuentas con nosotros.

―Mi madre solo me concierne a mí―Dice sería ―No necesito de la ayuda de ti o de tu familia. Con el trabajo que me dan es más que suficiente―Se da la vuelta para seguir lavando los platos.

―No entiendo por qué cambiaste tanto―Silencio ―Está bien, no quieres responder, no lo hagas, pero quiero que sepas que cualquier cosa cuentas conmigo.

Me doy la vuelta y salgo hacia el comedor.

Después de cenar lavo el palto, ya la cocina está limpia y vacía. Suspiro y voy hacia mi habitación y no logro conciliar el sueño hasta que me pongo a leer un libro viejo que tenía y logro dormirme en la madrugada.

Mi rutina es la misma, ayudar a mi padre con el ganado mientras mi hermana se dedica a las cuentas. Me dedico a los animales, hoy nacido uno de los potros que esperábamos y mi hermana me invito a salir al pueblo para festejar por mi primer parto. Cuando bajaba las escaleras diviso a Laura entrando a la cocina y voy detrás de ella.

―Laura, ¿Qué tal si vas con nosotros al pueblo? Un poco de aire no vendría mal.

―No, gracias―Se da la vuelta y se va hacia la parte de atrás donde está su habitación.

―No le insistas, hermano, yo me cansé de invitarla y ella nunca me acepto―Sonríe mostrando sus dientes ―Vamos, que te tengo una sorpresa.

Toma mi mano y ambos salimos subiendo a la camioneta de mi viejo. En camino me comenta que está saliendo con un chico y aunque creí que iba a ser posesivo como lo es, ella me alegré en verla feliz y animada. Llegamos al bar y mi sorpresa fue mayor al ver a todos mis amigos de la escuela reunidos.

― ¡Bienvenido viejo! ― Samuel paloma mi espalda y me dedico a saludar a cada uno.

―Me alegro verlos, ¿Qué tal han estado?

Me pongo al corriente con cada uno mientras bebo cerveza y al final estoy un poco ebrio. Menos mal que mi hermana se aseguró de que yo la pasara bien y ella no bebió en toda la noche para poder conducir a casa. Baile, bebi y hasta cante más de una canción, la verdad es que me recordaba cuando salía de fiesta en la universidad. Grandes amigos y buenas fiestas.

Por un momento vi a mi hermana bailar con unos de nuestros amigos y perderse por un momento, no le di importancia, ya que todos saben que si le llegan hacer daño a mi hermanita no tan pequeña se las verán conmigo. Cuando regreso, tenía una sonrisa en sus labios y podía ver que estaban hinchados como si se lo hubiera pasado besando. Mi amigo estaba peor, su camisa arrugada y su cabello desordenado.

Enarque una ceja y seguí bebiendo, mi hermana ya era una mujer adulta y podía hacer lo que quisiera, suponía que ya no era virgen y yo tampoco lo era. Sé que ella es inteligente y sabe cuidarse.

Regrese a casa mareada sintiendo deseos de vomitar, mi hermana no hizo más que burlarse de mí y tuve que pedir que se detuviera en el camino para vaciar mi estómago.

―Rayos, hermanito, sí que no sabes beber.

―Cállate― Me limpio la boca con la manga de mi camisa recostando mi cabeza sobre el capo del auto.

―Pensé que los universitarios podían resistir más, pero tú estás como una virgen.

Rodé los ojos y me sube a tropiezos a la camioneta. Llegamos a casa y aún seguía mareado.

―Ven te ayudo―Se baja pasando mi brazo por su hombro para no perder el equilibrio ―Si me llegas a vomitar te mato―Sonrió y ambos logramos llegar a mi habitación.

Me tumbo sobre el colchón, mi hermana se encarga de quitarme las botas y el pantalón.

―Te dejaré un vaso de agua con una pastilla y una cubeta al lado de la cama por si quieres vomitar y no logras llegar al baño―Muevo mi mano sin poder responderle.

Escucho su risa antes de cubrirme con una cobija y salir de la habitación. Después de dar algunas vueltas logro quedarme dormido.

Costo al principio por el mareo, pero al final logré conciliar el sueño.

Abrí los ojos sintiéndome desorientado, la luz de la luna entraba por la ventana y podía ver un poco reconociendo mi habitación. Deje caer mi cabeza sintiendo un fuerte dolor, sentía que iba a morir. Con dificultad me levanto de la cama y tropiezo con un cubo que está al lado de la cama haciendo que caiga al suelo, maldigo y logro levantarme de nuevo. Necesito una pastilla.

Abro la puerta y todo está en silencio, aún no ha amanecido y agradezco que mi padre no me vea así. Aunque soy un hombre mayor, da un poco de vergüenza que tus padres te descubran en este estado.

Sin importar lo que llevo puesto, empiezo arrastrar mis pies para ir hacia la cocina, mi garganta está seca y necesito agua y algo para el dolor de cabeza. Cuando paso por la puerta de mi hermana que esta cerrada escucho unos ruidos, me detengo y pego el oído tratando de saber si mi hermana está bien o no.

―Más, quiero más―Un gemido sale de sus labios y me despego sorprendió.

¿Acaso mi hermana está teniendo sexo con alguien?

Recuerdo haber venido solo con ella y mi amigo Richard se quedó en el bar con los chicos. ¿Acaso vino a escondidas?

― ¿Así? ― Mi boca se abre cuando escucho la otra voz.

¿Laura?

―Sí. Sí.

Me quedo escuchando los gemidos que hace mi hermana y puedo asegurar que esas dos mujeres están teniendo sexo.

Hago una mueca y camino hacia atrás. ¿Cómo es posible?

Sin importar que mi garganta está seca, me doy la vuelta y vuelvo a mi habitación.

No estoy en contra de los homosexuales, gas o lesbianas. Pero si me molesta un poco que tengan sexo en mi casa. Me parece una falta de respeto y sobre todo de confianza.


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