Capitulo 4

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No sé que es lo que pasa, Laura y yo no hemos podido parar de tocarnos, besarnos y hacer el amor. Solo nos hemos detenido cuando es el momento de ver a su madre o ir a ver los animales, lo hago de carrera mientras ella va al hospital y cuando regresa seguimos con nuestro juego.

Es como si estuviera en un sueño donde solo ella y yo existimos, los días pasan y la tensión se hace presente cuando pienso en el regreso de mi hermana. No sé que va a pasar, pero debo hablarlo con ella. No puedo compartirla con mi hermana, eso ni loco lo haré. Me enamoré de ella y algo me dice que siempre lo estuve, solo que espere.

Cuando llega el día que mi hermana y mi padre regresa, ella luce distinta, vuelve a ser inquietante cuando trato de acercarme a ella y me aleja como escoria. No entiendo que es lo que pasa y cuando voy a que me aclare que pasa uno de mis peones me dice que la yegua ha entrado en parto.

―Tú y yo tenemos que hablar―Le digo antes de salir de la cocina dejándola a ella sola.

Me tardo más de lo necesario, el pequeño potro venía al revés y tuvimos que hacer una maniobra para que él ni su madre sufriera. Cuando nacido respire tranquilo y después de verificar que todo estaba bien decidí volver a casa antes de que mi familia llegara, necesitaba hablar con Laura en privado.

Maldigo cuando veo la camioneta de mi padre estacionada y cuando entro mi padre está saludando a Laura que tiene la cabeza baja mirando hacia el suelo y mi hermana se le queda mirando.

― ¿Cómo están? ―Pregunto sin despejar los ojos de mi hermana.

―Bien, un poco cansados, ¿Y tú? ―Responde mi padre.

―Bien, por fin nacido el hijo de blanca―Nuestra yegua.

― ¿Salió todo bien? ―Asiento ―Bueno, me daré un baño y después de la cena dormiré como un Oso.

Mi padre se despide.

―Laura, ¿Podrías ayudarme con la maleta? ―Le dice mi hermana.

―Yo te ayudo―Recojo las maletas y pongo mi brazo en su hombro para que empiece a caminar hacia las escaleras

Mi Herman mira sobre su hombro a Laura antes de fijarse en mí y sonreír.

― ¿Cómo la pasaste?

―Bien ¿Y tú?

Subimos a su habitación y dejo la maleta en la entrada.

―Bien, un poco cansada ¿Le podrías decir a Laura que suba la cena? La verdad es que no me apetece cenar abajo.

―Sabes que papá no le gusta que cenemos en las habitaciones―Rueda los ojos poniendo las manos en las caderas.

―No soy una niña.

―Es la regla―Levanto las manos en forma inocente.

―Bien, déjame sola para ducharme.

Cierro la puerta soltando un suspiro de alivio. Necesito hablar con Laura antes de que mi hermana lo haga, necesito asegurarme a quien quiere ella y respetaré su decisión.

Cenamos tranquilo y vi como mi hermana buscaba la forma de hablar con Laura, pero yo siempre sé lo impedida. Trate de hablar con Laura y ella se encerró en su habitación negando cualquier conversación, me quede en la oscuridad de la sala, supervisando que mi hermana tampoco fuera acercársele y cuando la vi bajar las escaleras encendí la luz.

― ¿Qué haces?

― ¡Ahí! Me has dado un susto de muerte―Dice poniendo la mano en su corazón ― ¿Qué estás haciendo en la oscuridad?

―No tengo sueño y estaba viendo mi móvil y cuando escuche un ruido lo apague.

― ¿Y por qué no lo haces en tu habitación?

― ¿Cuál es el problema de hacerlo acá? ―Silencio ― ¿Y tú que haces?

―Vine a beber algo, ¿Acaso no puedo?

Baja las escaleras y enciende la luz de la cocina. Me quedo observando el pasillo oscuro donde está la habitación de Laura, mi hermana va a la nevera y se sirve agua y después de beber sale apagando la luz.

―Deberías dormir, mañana necesito que acompañes a mi padre al pueblo por medicina para los animales.

Resoplo sin poder negarme, solo espero en hablar con Laura antes de irme.

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