Un hombre estaba tumbado plácidamente en su cama, esperando su pedido mientras que observaba videos aleatorios.
—Dios, me preguntó cuando llegara...— Comentaba el hombre.
Se levantó y guardando su móvil en el bolsillo de su bata.
Se dispuso a hacerse un bocadillo, caminando a su cocina sin mucho ánimo.
Cogió un bote de Nocilla y camino de vuelta a su sala de estar, algo cansado al mirar su reloj. Eran las cuatro y media de la tarde, su paquete ya tendria que haber llegado, pero siguió esperando.
El hombre fue interrumpido mientras que se hacía su precioso sándwich, era el timbre.
—¡Voy!— dijo él.
Dejo su sándwich a medio hacer en la mesa, felizmente abriendo la puerta para encontrar al repartidor.
—¡Buenos días señor! ¿Es usted Steve Smith?— Preguntó felizmente el repartidor, sosteniendo una caja de cartón en sus manos.
—Si, soy yo.— Dijo Steve.
—Bien, firme aquí.— Dijo el repartidor, dándole un papel y un bolígrafo.
Después de unos cinco minutos, Steve consiguo su paquete y se despidió del repartidor, ahora más alegre que nunca, se olvidó de su sándwich, cerro la puerta y puso la caja en la mesa.
Aprovecho que tenía el cuchillo que había usado para cortar el pan y lo utilizo para abrir la caja, encontrando un papel con unas enormes letras rojas diciendo algo de que el producto podía ser peligroso si no había nadie para desactivarlo.
¿Pero a quién le importa eso?
Steve no le presto atención y tiro el papel a un lado.
Agarro con firmeza el producto, era un extraño casco.
—Ni me lo he puesto y ya me parece alucinante... Debería de mirar cómo se pone.— Comentaba Steve.
Se agachó y cogió el papel que acababa de tirar, le parecía un poco irónico, pero eso le pasaba por su impaciencia, impaciencia que le costaría mucho más de lo que el creía.
Una vez más ignoro las advertencias escritas en la guía de funcionamiento del extraño casco de realidad virtual, finalmente encontrando las instrucciones de cómo hacerlo funcionar, y así, jugueteando con el casco y ajustándolo por varios minutos antes de ponerselo.
Se sentó en su sofá al ver una cuenta atrás aparecer en su visión cuando encendió el extraño aparato.
—Dios, ojalá Mikey estuviera aquí para ver esto, bueno seguro que ya lo está y ni me a invitado a ir con el...— Comentaba Steve, hablando consigo mismo mientras que escuchaba y veía la cuenta atrás.
—Quince... Catorce... Trece... Doze...— se escuchaba una voz robotica contar.
Steve espero el momento con muchas ganas, había elegido la era medieval, pero no sabía que año exacto, lo había randomizado por su diversión.
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El hombre de la Simulación
FantasyUna nueva tecnología es creada, capaz de crear simulaciones hiper realistas utilizando la realidad virtual, en un día normal, un hombre cotidiano se queda atrapado en la edad media, siendo incapaz de salir y siendo olvidado por todos quién le conocí...