Capítulo 7: ¿Pero... Lyndon, que dices?

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Han pasado tres semanas, las clases de Lyndon se han extendido pero... Me preocupa, el tiene mala cara, parece enfermo, diría yo, así que he decidido comentárselo, ahora mismo, actualmente estoy solo en la pequeña librería, así que me levanto de mi silla y me dirijo hacia la puerta, saliendo de la habitación y subiendo las escaleras.

Me situo enfrente de la puerta a la habitación de Lyndon, es bastante tarde, nuestras clases de hoy habían acabado hace una hora, suspiro brevemente y pico a la puerta.

-Deinceps.- Dice Lyndon, desde dentro de la habitación.

Adelante.

Abro la puerta y entró.

-Hola Lyndon.- Digo, cerrando la puerta.

-¿Que quieres, Arthur?- Pregunta el.

-Queria hablar contigo.-

-Soy todo oídos.-

-Me preguntaba como te encuentras, no tienes buena cara últimamente.- Dije con voz sería, mirándole a la cara.

El suspira, mirando a la ventana de su habitación. -¿Realmente quieres saberlo?- Preguntó el.

Su respuesta me dejó extrañado, así que inquiri.

-Claro que si, me preocupas.-

-Sabes, el tiempo es una cosa limitada, y yo llevo aquí mucho de ese tiempo...-

Me quedé mirándole, todavía sin entender.

Su voz se quebró, hablando en un tono ligeramente triste. -Estoy al borde de la muerte, Steve... Y tu... También...-

Me quedé pensativo, sin entender nada de lo que estaba diciendo Lyndon, ¿porque ahora me llamaba Steve, y como que vamos a morir? Esto no es nada bueno...

-No te entiendo, de... ¿De qué hablas, quieres que llame a un médico, estás bien?- Dije, sinceramente no sabía cómo responder.

-No... Te lo explicaré todo, es mi deber, talvez tú podrás salvar al resto...- Dijo Lyndon, levantándose de su silla y mirándome a los ojos.

Una vez más me quedé expectante, mirándole.

-Estamos atrapados en este mundo, por cada era de la humanidad, en el medievo, la prehistoria... Las guerras Napoleónicas, en está simulación el tiempo está extremadamente reducido, ya que un día real, es un año completo.- Explicó, haciendo una breve pausa. -Yo, y mis difuntos compañeros uno a uno nos unimos al programa de prueba de un par de miles de personas, pero según la leyenda entre hombres reales, solo destruyendo la máquina podremos salir, si no, en tres días reales, tu cuerpo morirá de hambre y sed, y con ello lo hará tu mente... La mía ya está muriendo, llevo aquí 2 años, 11 meses y 27 días, Steve.- Explicó Lyndon, dejando ver la humanidad de este frágil hombre al comenzar a llorar, pero aún en esta situación no bajando la cabeza ni un solo momento.

-Lyndon...- Dije, ahora lo entendía todo.

Trago Saliva y me miró a la cara. -Un sabio hombre... Dijo una vez, que intentar alargar la vida más de aquello que es natural... Es cosa de necios.- Dijo Lyndon, con una sonrisa en la cara. -No recuerdo quién fue que lo dijo...- Confesó el justo después.

-Lyndon, no me fastidies, ¡no te puedes morir!- Dije yo, algo desesperado y confuso.

-No es mi plan, pero el destino... Talvez no deja las cosas al azar, lo he visto con mis propios ojos, la muerte de mis camaradas antes de llegar a conocerte, hay un par de llaves escondido en uno de los libros en esta misma habitación, llevan a una sala en la bodega, una vez yo muera, ábrela y encontrarás mis más preciadas aventuras, eres libre de usarlas como te plazca, compañero.- Explicó el.

Asinti con la cabeza.

***

No dormi aquella noche, y por la mañana, al salir de mi habitación, Henricus se me acerco.

-Domine pater tuus decessit.- Dijo el, mirándome con una cara completamente seria.

Señor, vuestro padre a fallecido.

Estaba... Sólo.

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Hola gente.

Hay va Lyndon.

¿Hos lo esperabais? Yo si, porque soy el escritor y tengo por lo menos 1 capítulo más planeado.

Pobre el hombre, ¡pero hace falta drama!

Es broma, esto lleva planeado desde que introduci a Lyndon como personaje.

Hasta la próxima.

El hombre de la Simulación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora