El dentista

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Esta historia surgió gracias a un cuento que leí sobre Drácula y los infortunios que sufre en la época moderna. Y me pareció entretenido hacer algo parecido con la parejita yuta y toge.
Disfruten.



Estoy bien se decía Toge, que estaba sentado en una cafetería cerca de su casa.

Era una mañana fría, se había levantado temprano con un antojo de dulce y ahora se encontraba con una buena rebanada de trufa frente a él. El chocolate le encanta, es de los pocos placeres humanos que disfrutaba. Inumaki toma su chocolate caliente, abrigando su cuerpo helado.

Le dio una buena mordida al pastel, cuando de repente, siente un dolor punzante en una de sus afiladas muelas —Duele—pensó. Frunció el ceño —¡Mi pastel!— se quejó, sabía que no iba a poder comérselo. ¿Cómo era posible que un vampiro sufriera dolor de muelas?

A sus cientos de años, nunca había tenido problemas en sus dientes. Los cepillaba todos los días, usaba hilo dental, no lo entendía. Gracias a Drácula, sus colmillos estaban bien.
Siempre tuvo dientes blancos, hermosos y poderosos. No había presa que se escapara de ellos. Ya fuera el cuello de un hombre musculoso o un animal de cuello ancho.
¿Por qué tiene ahora dolor de muelas? ¿Qué hizo mal? En fin, no tenía sentido preguntarse la razón, ahora tiene dolor y debe hacer algo para aliviarse.

Toge apretó los dientes, para ver si realmente valdría la pena lo que estaba a punto de hacer, arrepintiéndose inmediatamente, ya que volvió a doler aún más. Suspiro. Iba a tener que pedir hora a la sala de torturas.
Pidió un vaso con agua tibia y saco su celular para pedir hora con su dentista personal.
No podía creerlo. Estaba seguro que su dentista se burlaría. Le había dicho hace un tiempo, cuando fue a un chequeo, que comer muchos dulces le traería problemas. Él pensó que era imposible. Los vampiros no se enferman, no mueren, se curan rápidamente con un poco de sangre. ¿Cómo un simple pastel lleno de azúcar podría hacerle daño? Ahora debía tragarse sus palabras.

¿De que servía ser inmortal, si te van a dar caries comiendo pastel?

No le gustaba ir al dentista y suponía que a nadie le agradaba ¿Quién querría ir a un lugar donde solo te hacen sufrir? y peor aún ¿A quién le gustaría tener una profesión donde te saquen la madre cada cinco minutos? ¿Es que eran masoquistas? ¿O simples torturadores que cuya única salida era ser dentista para que no los llevaran presos?

La primera vez que fue, ya hace cincuenta años aproximadamente. Toge quería hacerse un chequeo y no había encontrado en ese entonces uno que le gustara. Le habían recomendado este dentista varios vampiros. El atendía de noche. Era un especialista de vampiros. En ese entonces su dentista le había dicho, primero, que los dulces eran cosa de cuidado, dos, que tenía unas paletas muy adorables y que parecía más un conejo que un  vampiro. Ese comentario tan simple le hirió en su orgullo de cazador. Se suponía que debía dar miedo, no ternura, menos a un simple humano.

Le marco a su torturador personal. Era un simple dentista ¿Qué podría salir mal? No es como si no hubiera pasado por dolores más fuertes. Su llamada fue atendida en el primer tono.
— Hola, clínica dental Okkotsu. Habla con el dentista Yuta.
El tono del dentista tenía un toque de alegría y de burla. Como si estuviera aguantando las ganas de reír. O de decir un "te lo dije"
— Tuna, tuna (Deja de hacerte el gracioso, no es como si no supieras porque te estoy llamando).
—Mi paciente favorito.
— Shake (¿Tienes tiempo o una hora disponible?)
— ¿Para ti? Siempre.
— Mentaiko (Deja los coqueteos, necesito una con urgencia.)
— ¿Estas muy mal?
Ahora se podía escuchar un tono mucho más preocupado, sin pizca de alegría, solo podía notar su seriedad. Toge sintió ternura y aunque no lo quería aceptar, también le gusto su preocupación.
—Okaka ( Puedo aguantar hasta la noche).
—Lo espero con ganas.
Al escuchar que no era nada grave su dentista volvió al tono coqueto y después de despedirse colgó.
Guardo su teléfono y miro su pastel. Lo contempla como si fuera un tesoro que debe dejar ir. Suspira otra vez. De todas maneras, ya pidió hora. Y se comió su pastel con todo y dolor de muelas.

Cuentos Yuta x TogeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora