Capitulo trece: Los Caballeros y la princesa.

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Había días como esos en los que Ser Harwin se preguntaba ¿Qué había hecho mal en su vida? Siempre fue un caballero honorable que sabía que su lealtad y silencio valían más que su vida, era un fiel servidor de la corona y estaba comprometido a morir por la familia real, que lo había acogido como otra familia. Pero, incluso lo bueno tiene un pero, cuidar a los príncipes y la princesa, era un reto para cualquiera.

"Solo será una hora, es que el Rey en verdad requiere de nuestra presencia" explicó Laenor antes de dejarlo con los niños corriendo por el torreón de la Espada Blanca, los capas blancas que estaban ahí como los gemelos Arryk y Erryk corrían tras Aegon y Lucerys tratando de que ninguno vaya a lastimarse.

"¿Tengo que cuidarlos solo?" Preguntó Harwin mirando a Laenor, el príncipe consorte miró a los gemelos Cargyll.

"No, los gemelos Cargyll pueden ayudarte, Joffrey duerme y no se despertara hasta dentro de dos horas, así que no te preocupes por él y en caso de que se despierte, lo cuida Qarl" Harwin miro a Laenor con desaprobación.

"¿Por qué el solo cuida a uno y yo tengo que cuidar a cinco?" Laenor miró a los otros dos guardias.

"No estas solo, Har, Ser Arryk y Ser Erryk, están para ayudar." Los gemelos se detuvieron en seco al escuchar su nombre, le sonrieron al Velaryon y asintieron muy lentamente.

"Bueno me voy" una vez que el príncipe consorte abandono la torre, pareció encender la energía en todos los niños.

"A que no me atrapa Ser Erryk" Lucerys salió corriendo y el caballero fue tras él, mientras Aemond los siguió de cerca.

"No se preocupe Ser Harwin, nos cae bien." Habló Aegon sonriendo divertido al caballero.

Este iba ser un largo día.

[....]

Si Harwin alguna vez había pensado en renunciar hoy era ese día, los niños no habían tenido piedad ni tregua alguna y estaba seguro que no era el único con esa idea pues podía ver el rostro de aprensión en los gemelos Cargyll.

Aunque el amor que tenia por esos niños no lo cambiaría por nada, por muchas cosas que estos hicieran, no había convivido con los niños Targaryen hasta la muerte de la reina, luego de pocos días acabó encariñado con los hermanos de su princesa.

Terminó por amar cada pequeña travesura de Aegon, y tomar el té mientras tenía interminables conversaciones con la dulce princesa Helaena, descubriendo que más que una 'niña rara' como escuchó a otros llamar a la princesa, había una niña llena de curiosidad por todo, incluido aquello que nadie tomaba en cuenta como los insectos, y luego estaban las tardes de entrenamiento con Aemond, donde el joven mostraba toda la destreza y energía de un niño entusiasmado por aprender de algo que le gusta y a menudo cuando acababa el entrenamiento se sentaban juntos y le pedía contarle sus aventuras.

Luego estaban sus príncipes, y la pequeña familia que habían formado, aunque por el bien de todos el mantenía el trato normal con ellos, aunque los amaba profundamente, agradecía que Laenor también lo hiciera porque más de lo que le gustaría se veía así mismo en Laenor en las cosas que haría si pudiera, como besar su frente, tomarlos en brazos o arrurarlos para dormir, lo bueno era que al menos podía estar en sus vidas, verlos crecer y estar en los sucesos importantes.

"Quiero que me incluyan en el juego" escuchó la demanda de la princesa.

"No Hel, te puedes lastimar" Aegon fue firme al mostrar su oposición.

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