1. Segismundo

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El lugar donde se encontraban era frio y oscuro iluminado solo por la luz del sol que entrevan por unas estrechas ventanas, en la estancia solo se encontraba una mesa larga con 3 sillas por lado algunos muebles de madera y una bandeja con pescado acompañada de una jarra de cerveza, la estancia parecía un sótano y en cierto modo lo era, la mitad de roca dragón es un sótano excavado en la piedra negra hace miles y miles de años por algún valyrio venido a menos

- tengo una sensación extraña. - dijo Gunnar a Segismundo, ambos estaban parados en cerca de la mesa.

- te atemoriza el rey, le preguntó con tono burlón Segismundo girando la cabeza buscando los pequeños ojos de su amigo para comprobar si de verdad se sentía nervioso o era su habitual falta de paciencia.

Segismundo capitán de la compañía de los puño de roble, era un hombre alto no más que los más altos, pero sí que los medianos, y esbelto de espalda ancha y brazos como dos troncos, su piel blanca estaba notoriamente quemada por el implacable sol de las tierras de la discordia con una barba corta bien rasurada y el cabello largo trenzado.

Estaba parado apoyando sus manos sobre el pomo de su espada un poco inclinado como restándole importancia a la situación o mostrándose cansado, ninguna de las dos era verdad, la verdad era que este astuto aspirante a señor de la guerra tal vez al igual que su amigo también estaba nervioso, conocía bien la fama del rey Stannis, un hombre con el que no quería tener mala relación.

- Stanis aún no es un rey - respondió Gunnar – sacando por segundos a Segismundo de sus pensamientos

- Será mejor que no digas eso frente a él. Y cálmate por los dioses. – respondió Segismundo con tono calmado con esa vos medio rasposa que tenía desde que habían salido de Bravos

- Por qué he de hacerlo si le estamos apostando al perdedor. - gruño Gunnar

- Por qué lo digo yo Gunnar tu amigo y capitán - le respondió con una sonrisa en el rostro. Que terminó por apaciguar a su amigo.

El sonido de dos puertas de madera abriéndose dio por terminada su conversación, pero para su sorpresa no entro el rey si no un hombre alto con el cabello blanco.

- Alester Florent señor de aguas claras y mano del rey Stannis – anuncio un sirviente -

Segismundo se adelantó unos pasos para saludarlo con una reverencia, lo mismo hizo Gunnar, el anciano lord les hizo una señal para que se sentasen. ya en la mesa Gunnar cogió la jarra y se sirvió un poco de cerveza, el sirviente que acompañaba a lord Florent le servía vino a su señor pero este con un movimiento de su mano corto su intención, luego movió un poco la boca como una oveja antes de articular la primera palabra.

- Cuanto, capitán, de cuánto dinero estamos hablando. – dijo el viejo con los ojos fijos en los collares de oro de Segismundo

- La tarifa habitual mi lord, cuarenta mil venados de oro, la mitad ahora y la otra mitad al final del año. Dijo el capitán sosteniendo la vista en el arrugado rostro del anciano lord

- Y si la guerra se alargase más de un año. Dijo lord Florent Elevando la mirada para encontrarse con los ojos de Segismundo

- Entonces serán otros veinte mil mi lord, pero su majestad el rey es un hombre probado en conflictos, un guerrero y líder muy capas. – Segismundo se apoyó los brazos en la mesa y dejo ver sus manos repletas de anillos con gemas preciosas.

- Lo es – dijo el anciano mostrando un atisbo de orgullo, como si se hablara de su hijo o de el mismo. – pero lo que no es, es un hombre rico.

- Entenderá mi lord que no somos una compañía cualquiera, además que muchos de nuestros hombres son ponientes entendemos esta tierra y no seremos tan mal vistos como otras compañías, ni seremos tan crueles como los tyroshis.

- Lo entiendo, pero sois una compañía joven capitán. – sus cansados ojos de zorro miraron a Segismundo. El capitán mercenario quería zanjar el asunto de una vez.

- Quince mil venados de oro mi lord.

- Diez mil y tenga en cuenta que sus hombres saquearan desembarco del rey.

- Si es que llegamos a la ciudad y la tomamos. – sentencio en el capitán mercenario moviéndose incomodó en la silla

- ¿No era el rey Stannis un hombre probado en batallas, capitán? – dijo otra vez lord Florent mostrando un poco los dientes en una mueca de reproche, como si su honor se hubiera ofendido

- Diez mil mi lord, pero...

- No habrá tierras para usted en poniente. Interrumpió el anciano al capitán en un tono demasiado amable para la falta de respeto en la que acababa de incurrir.

- Déjeme concluir, por favor mi lord. Quiero el derecho para explotar las minas de vidriagon que hay bajo la fortaleza.

El anciano con ojos de zorro y cabello blanco lo pensó un momento, movió otra vez la boca como rumeando.

- Deberé consultarlo con el rey, pero lo tendré muy en cuenta capitán le daré una respuesta mañana, y si no hay nada más que decir capitán esta reunión acaba ahora. Usted y sus hombres pueden hospedarse en la fortaleza, se le dará una habitación.

El viejo se levantó, Segismundo y Gunnar hicieron una reverencia y salieron también de aquella oscura estancia. Cuando por fin encontraron la salida dieron con el patio de la fortaleza, Gunnar puso una mano sobre el hombro de su amigo y lo vio a los ojos con preocupación.

- ¿Vidriagon? Segismundo esto tiene algo que ver con Bravos o con tu hermano. – la última palabra "hermano" salió con miedo como si se dijera una maldición. –

- No preguntes por mi hermano Gunnar. – los ojos de Segismundo eran piedra fundida eran acero al rojo vivo, como su hubiera revivido algo. Gunnar se limitó a bajar la cabeza y seguir a pasa lento a su capitán -

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⏰ Última actualización: Mar 22, 2023 ⏰

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Un mercenario para los siete reinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora