Lo peor no es estar enamorado de dos personas al mismo tiempo, tampoco el que la sociedad mágica purista este contra una de las personas que hacen que tu corazón se acelere tanto pero del mismo modo te brinde tanta paz y vean a la otra como el mayor...
Un día para regresar a Hogwarts como heredero de la prestigiosa familia Black, es todo lo que me queda ahora que estoy solo, por un momento pensé que Sirius no me abandonaría aquí; pero nunca coinsidimos. Aunque sea solo por desafiar a mi madre él es un león o puede que si sea su casa. Valiente, desafiante y aventurero Gryffindor, lo suficiente para escapar de la tortura de Walburga pero lo suficientemente egoista y cinico para recordar toda su vida que pertenece a la familia Black.
–Amo, la señora Walburga quiere verlo en la sala de estar. -Dice Kreacher cambiando los vendajes de mi espalda.
–Esta bien Kreacher, avisale a mi madre que ya voy a su encuentro. -Respondo levantandome y tomando mi camisa para ponermela mientras salgo de mi habitación bajando a donde esta ella, llegando unos momentos después. –Aqui estoy madre.
–Quiero que ignores a Sirius en Hogwarts, no te atrevas a verlo ni a mirar en su dirección, si me desobedeces... No te atrevas a probar mi paciencia, eres el heredero de la honorable casa Black, ve a acabar tus maletas.
–Si madre. -Sin pronunciar otra palabra regresé a mi habitación y agitando mi varita ejecutando un hechizo para meter todo al baúl que llevaría al colegio, volviendo a acostarme sin camisa y perdiéndome en mis pensamiento. Lo único bueno de este nuevo año sería que ni Lucius, ni Bellatrix estarían para darle aviso a mi madre de todos mis movimientos y si tenía la suficiente suerte me podría librar de los demas metiendome en la biblioteca. Dos años y medio más de libertad antes de tener que venderle mi vida al loco que mi madre y todas las familias de sangre pura estaban empezando a idolatrar, solo dos años y medio antes de tener que ponerme esa maldita marca que Bellatrix y Lucius tanto presumieron en la última reunión de sangres pura, me pareció desagradable y hasta un poco morboso la manera en que miraban y presumen sus marcas. Pero esa era la normalidad desde que mi madre se había empezado a rendir con Sirius como el heredero de la casa Black, título que Sirius aborrecía. Ahora yo era el heredero y futuro señor de la casa Black.
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1 de Setiembre 1976
Llegando a la estación solo a la compañía de Kreacher camino con la cabeza en alto, siempre habia sido así desde los 11, aunque antes lo hacía acompañado de Sirius. Entro a los pasillos del tren, pero me adelanto a buscar un compartimiento que se encuentre vacío, al encontrar uno me apresuro a entrar mientras Kreacher colocaba mis pertenencias dentro para despues despedirse; cierro la puerta para sentarme suspirando tratando de sentir mas tranquilidad. Cierro la perciana esperando estar las siguientes horas de camino solo, suspiro tratando de relajarme pues aun me dolía la espalda de las heridas que aun no sanaban en mi espalda. Un rato después de que el tren arrancara me retiro mi saco y la camisa mientras colocaba un hechizo a las ventanas para que no se mirara lo que hay adentro, ya sea por la ventana al exterior, como por las puertas con vidrio que dan al pasillo. Saco de mi maleta de mano el único remedio que calmaba las heridas provocadas por los maleficios oscuros que mi madre había utilizado en los días anteriores, respirando hondo tomo una de las vendas y con un hechizo me dispongo a colocarlo en mis herida del hombro, gruñendo ante el aún latente ardor, maldigo a mi madre por ello.
