𝒀𝒐𝒖 𝒂𝒓𝒆 𝒔𝒐 𝒑𝒂𝒕𝒉𝒆𝒕𝒊𝒄, 𝒅𝒐𝒏'𝒕 𝒚𝒐𝒖?

your man

—Lamento ser yo a quien debas amar,– El joven Louis aguanto sus ganas de llorar agachando su mirada. —Nadie me amara como tu lo haces–.

Aunque las palabras del francés eran más que suficientes para derretir a alguien en sus brazos y tomarlo con delicadeza, Dýo no estaba impresionado.
Sin responder en el momento, jugó con uno de sus rizos ocres, pensando en la respuesta menos dolorosa posible.

—Louis,– Dijo el griego con un tono tan sereno que era aterrador. —Ni siquiera me gustas–.

Si bien no negó su amor, la confesión de su carente interés por su cuerpo y alma lo aplastó por completo. El pelinegro lo miro por unos segundos, volteo hacia los lados ansioso y volvió a su posición inicial.

—Te amo como amo a todos mis amigos, Louis, y sabes que yo aprecio mucho a mis amigos.

Si bien Dýo era un joven muy popular en su academia, mantenía distancia con absolutamente todos, incluido a quienes consideraba sus más cercanos compañeros. Entre ellos, se encontraba el ingenuo Louis, quien ya estaba derramando unas cuantas lágrimas.

—En serio me gustaría poder decirlo de una manera más suave; pero debo ser directo para no crear mal entendidos, ¿sabes?

Cada una de sus palabras acuchillo su corazón una y otra, y otra vez. Llegó a un punto en que no escucho nada más que un distorsionado chirrido que se hacía llamar su voz.

Para sacarlo de su trance, Dýo toco el hombro de su ahora miserable amigo, y le regaló unas últimas palabras.

—No me gustas.