46. La indicada

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Piper sujetaba con nerviosismo la mano de Alex mientras el avión iba en marcha. Parecía que era la primera vez que tomaba un vuelo, aunque sinceramente las turbulencias eran lo de menos y le daba exactamente igual lo que estuviera pasando a su alrededor, pues dentro de su cabeza había una turbulencia todavía más fuerte que la tenía hecha un manojo de nervios mirando por la ventanilla mientras las nubes eran lo único que veía.

—El avión está por aterrizar.— Alex le apretó la mano —Pero si tus manos están sudando, ¿estás asustada, mi amor? ¿Quieres que te abrace?

—No estoy asustada, solo un poco nerviosa.

—Bueno, sabes que es más probable tener un accidente en auto que en un avión, hay estadísticas que indican que...

—No es por el vuelo.

—Oh...— Ahora le acarició la rodilla —¿Es por la boda de tu padre?

—Sí, no sé qué esperar. Yo...— se mordió el labio por un instante y luego giró el rostro hacia la ventanilla del avión —Bueno, creo que voy a comportarme, pero en realidad no sé si estaré llorando durante todo el evento y me sentiré avergonzada al final o si solamente voy a ponerme muy ebria para no ser consciente de nada.

—Creo que estás olvidado que tu magnífica y sexy esposa va a estar ahí contigo, cuidándote.— se inclinó hacia su lado y le besó la cabeza con suavidad —Y quizás pueda ayudarte a que te relajes un poco antes de aterrizar...

Alex miró a su alrededor mientras acariciaba el muslo de Piper en camino ascendente.
Había estado deseando mucho a su esposa, pero dado que no estaba muy bien de ánimos desde que supo sobre la boda exprés de su padre, no habían tenido sexo en una semana.
Y no era solo debido a los ánimos de la rubia, si no también a que la mayoría del poco tiempo que pasaban juntas por la noche, Alex se la pasaba hablando sobre la biblioteca en la que ahora trabajaba y lo increíble que le parecía estar rodeada de libros, aunque no pensaba quedarse con ese empleo para siempre, pero era un comienzo muy bueno mientras el asunto de su cédula profesional y documentos oficiales se terminaba.
Y luego, cuando los besos comenzaban a salirse de control, la rubia insistía en que estaba cansada o que tenía sueño y debía dormir para poder levantarse temprano al día siguiente.

—¿Qué te pasa?— Piper la observó alarmada y luego a las personas a su alrededor.

—Te deseo.— susurró mirándole los labios —Hace días que quiero hacerlo contigo y...

—Alex, basta.— sentenció —No podemos hacer eso aquí.

—Oh, vamos, ¿desde cuándo eres tan correcta?

—No quiero hacerlo...

—No haz querido en una semana, ¿qué somos ahora? ¿Un matrimonio de ancianas que no tienen sexo?

—¿Quieres bajar la voz?— regañó —Existen los apagones sexuales y yo estoy en medio de uno.

—Pues es una mierda.— se quejó alejando la mano de ella.

Piper la observó.
Su ceño estaba fruncido y sus brazos cruzados sobre su pecho, evidentemente estaba molesta y no podía juzgarla, después de todo, habían establecido un ritmo sexual bastante alto desde que habían iniciado sus acercamientos de esa forma, por lo que incluso la misma Piper se sentía frustrada respecto a su poco deseo sexual.
Sabía que no había problema con Alex, porque seguía tan enamorada de ella que era incapaz de ver a alguien más de esa forma en que la veía a ella, y aunque sus últimas palabras habían sido groseras, entendía esa actitud hosca con la que acababa de reaccionar, porque ella se sentiría exactamente igual si la pelinegra no quisiera tener sexo con ella.

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