3 | Alivio

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Se despierta con el ruido de dientes castañeteando. 

El sonido es tan fuerte que supera el golpe constante de la lluvia, reducido a una ligera llovizna durante su breve descanso. La oscuridad cubre la habitación, la luna está oculta por nubes de lluvia que se preparan para otro aguacero. Incapaz de usar sus ojos, Rubius sigue el ruido y avanza hasta llegar al lado de Quackity.

El más pequeño está acurrucado en posición fetal, la piel pálida y preocupantemente fría bajo las manos de Rubius. Puede decir por el goteo detrás de él que su ropa aún no ha terminado de secarse. No tiene nada para cubrir a Quackity, más que su propia sudadera empapada, todo lo demás está arruinado por el moho y el agua de lluvia. 

— Quackity. —, dice, poniendo una mano sobre el hombro húmedo. No se inmuta, lo que significa que está despierto. — Estás congelándote, te vas a enfermar.  

Quackity gruñe algo incomprensible. Se enrosca aún más en sí mismo, con los hombros encogidos mientras envuelve su brazo alrededor de sus piernas. Rubius siente la flexión del músculo, el escalofrío de su tejido, el latido de un corazón que bombea sangre congelada por todo el cuerpo. 

— Estoy bien. — Quackity finalmente dice. Estira la cabeza para mirar a Rubius, con los ojos medio dormidos antes de caer al suelo, con la barbilla presionada contra el frío cemento. La voz se ve interrumpida por otro golpeteo. No hace ningún movimiento para apartarse de las manos de Rubius que le frotan el hombro y le bajan por la espalda, tratando de forzar los músculos para que trabajen a través del frío.

 — No podrás curarte de tus heridas si sigues así

Estoy bien. — Quackity repite de nuevo, esta vez con un tono de voz que no deja accede a más negociaciones. Antes de que pueda decir algo más, un violento escalofrío se apodera del cuerpo de Quackity. Un medio gemido escapa de sus labios antes de que se cierren, no dispuestos a dejar escapar ningún signo de debilidad. 

Qué pato tan terco. 

Rubius piensa un poco, continúa acariciando la espalda de Quackity con largas y lentas caricias mientras la lluvia continúa, golpeando violentamente el suelo. Los recuerdos lejanos de meses pasados resurgen, y hace que Rubius sepa inmediatamente como lidiar con la situación. Conoce a Quackity, y eso es suficiente para darle una idea. 

— Tengo frío también —, Miente Rubius colocando sus labios cerca de la oreja de Quackity para que suene suave y vulnerable. El calor emana de su cabeza, el resto de su cuerpo frío. Es el signo de una fiebre inminente y su preocupación se profundiza. — ¿Me ayudarás? Por favor, patito.

No hay movimiento. No hay rechazo. Solo la mirada distante de los ojos entreabiertos de Quackity como si todavía estuviera procesando lo que acababa de escuchar. Desde su posición Rubius escucha su corazón latiendo con más firmeza, y toma unos cuantos minutos para que el otro asienta con la cabeza.

Eso es todo lo que Rubius necesita.

Hay una especie de anticipación constante latiendo en la sangre de Rubius cuando rápidamente se quita la sudadera húmeda y pantalones, quedando en solo sus bóxers. Se siente casi íntimo, puede sentir cada piel de gallina formándose en la piel de Quackity mientras se desliza detrás de él, presionando su frente contra la espalda de Quackity y enredando sus piernas. 

Quackity no dice nada mientras Rubius lo mueve con cuidado, evitando la zona lesionada y empujándolo suavemente hacia un lado para que pueda deslizar un brazo debajo de su cabeza. Una sacudida de cálido aliento golpea su antebrazo cuando Quackity se presiona más cerca, alineándose contra cada curva del cuerpo de su aliado, espalda con pecho, cadera con cadera. Extendió una mano sobre el estómago desgarrado de Quackity por la cicatrices, lo que le valió un gruñido de sorpresa. Aún así, el pato no se aleja, sus extremidades están inertes contra él, dejándose manipular como una muñeca congelada.

Alianza inmarcesible ⎾Rubckity⏌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora