Dos semanas después, mis moretones restantes habían desaparecido. Justo a tiempo para el viaje que había organizado nuestra clase. Últimamente no había prestado mucha atención a nada, pero iríamos a acampar en alguna zona rural. O eso es lo que había dicho Daejun.
Después de la golpiza que recibí, Minju y Daejun estaban muy pendientes de mí. Me observaban como si me fuera a romper en cualquier momento. A veces, me resultaba algo molesto, pero al menos había vuelto a recuperar su atención. Tuve que asegurarles una y otra vez que estaría bien por mi cuenta, de lo contrario, hubieran estado detrás de mí durante todo el viaje.
Tras haber sido víctima de un ataque él mismo, Daejun se había vuelto extremadamente sensible y preguntaba si recordaba a mi agresor cada vez que tenía la oportunidad. Estaba empeñado en encontrarlo y enseñarle una lección. Por supuesto que lo recordaba, la revelación de su rostro al salir a la luz era algo que nunca olvidaría. Fue la primera vez que había dudado de mí mismo. Tal vez, por esa razón me habré enojado tanto con Minju cuando pensó lo mismo que yo.
Cuando cayó la noche, todos se reunieron alrededor de una fogata para tocar la guitarra y asar malvaviscos. Pero nunca me han gustado ese tipo de juntadas y aproveché para escabullirme cuando nadie me veía. Tomé una bolsa de galletas y me dirigí a un lugar solitario. Sobre la muralla del predio, una figura estaba sentada de espaldas. No me tomó mucho tiempo para darme cuenta de quien se trataba.
Por un momento, me quedé paralizado. ¿Cómo era posible que Jaeho se hubiera unido al viaje sin que haya notado su presencia? Estaba claro que no vino con nosotros en el autobús y tampoco lo había visto en todo el día. Pero de alguna manera, se encontraba aquí.
No sabía si acercarme o no. Habíamos perdido contacto hace bastante tiempo. Parecía que había pasado una eternidad desde aquella noche bajo la lluvia. Pero a pesar de que me temblaban las piernas, me armé de valor y decidí enfrentarlo. Cuando estaba por alcanzarlo, pisé una rama y casi se cae del susto. Por un segundo, creí que me había vuelto a equivocar. Pero cuando giró, me miró y sonrió. En ese momento, mi corazón volvió a latir.
—La próxima, avísame que estás acercándote. A no ser que quieras matarme del susto.
Me extendió una mano y con su ayuda, trepé la muralla. Me hablaba como si tan solo nos hubiéramos visto ayer. Por un lado, me aliviaba el hecho de que no parecía molesto por haberlo dejado plantado. Pero me preocupaba que no se viera afectado por nuestra falta de comunicación durante tanto tiempo.
—¿Trajiste galletas? Si las compartes, te regalo un choco pie.
Le pasé la bolsa y se llenó la boca de un puñado. Pero como me mantuve tieso a su lado, comenzó a prestarme más atención.
—¿Por qué estás tan callado? ¿Tampoco te gustó la guitarra desafinada de Yujin?
—No estoy pensando en eso. ¿Por qué dejaste de hablarme? Ha pasado tanto tiempo y actúas como si no te importara.
—Por supuesto que me importas, pero creí que querías más espacio. ¿Acaso no era ese el mensaje que tratabas de enviarme?
—Claro que no. Perdí tu número y ya no pude contactarme contigo.
—Entonces debiste habérmelo pedido de nuevo. No es la gran cosa, ¿o no te atrevías a hacerlo?
—Lo hubiera hecho si te veía por ahí. Pero nunca te encuentro.
—Adrian, nunca estoy demasiado lejos de ti. Tienes que saberlo.
¿Acaso era el único que le daba demasiadas vueltas a todo? Me frustraba que Jaeho no fuera capaz de asimilar todo lo que había pasado mientras estaba alejado de mí.
—También surgió otro problema mientras no estabas. Le conté a Minju sobre lo nuestro y no me creyó… No estarás molesto, ¿o sí?
—¿Cómo? Por supuesto, que no —me rodeó con los brazos, acercándome a él—. Estoy muy contento por ti, son tus amigos y merecen saber más sobre ti. Pero no entiendo por qué le cuesta creerte. Bueno, tal vez sea por lo de aquella primera noche, ¿verdad?
Apenas le prestaba atención a lo que decía. Tragué saliva y estuve a punto de atragantarme. Mi cuerpo estaba demasiado tenso y tuve que hacer el esfuerzo consciente por relajarme. Jamás había estado tan cerca de él y a pesar de que mi corazón estaba por estallar, no quería que me soltara nunca más.
—El problema es que no tengo ninguna prueba de que hayamos pasado tiempo, juntos.
—Entonces deberíamos sacarnos unas fotos para que se las enseñes más tarde.
Y fue así como llené mi galería de fotos borrosas bajo la luz de la luna. Había pensado en ello mientras hablábamos, pero no me atreví a pedírselo. Por lo que sentí un gran alivio cuando se ofreció.
—Ya se está haciendo tarde. Debería regresar. ¿No quieres que te presente a Minju y Daejun? Así aclaramos las cosas de una vez por todas.
—No creo que sea oportuno. Lo mejor es que lo hablen entre ustedes y yo me acercaré una vez que lo acepten.
—Está bien, entonces me voy. Buenas noches.
Antes de que pudiera dar un paso más, Jaeho saltó de la muralla y me sostuvo de la cintura. Acercó su rostro y pude sentir su aroma de lavanda y ropa fresca. Sin poder resistir un segundo más, lo besé y me correspondió al instante. Mi beso era un poco torpe, pero eso lo volvía aún mejor. Sus dedos recorrieron mi pelo y sentí que una descarga eléctrica se expandía por mi pecho.
No nos separamos hasta quedarnos sin aliento. Jaeho seguía jadeando pero no me soltaba.
—Será mejor que te vayas, antes de que me arrepienta.
Le di un empujón y me alejé. Mientras caminaba, no podía evitar tambalearme. De vez en cuando, miraba hacia atrás para encontrarlo con la mano levantada. Seguí despidiéndome hasta que lo perdí de vista. Por fin había pasado, no podía creerlo.
Corrí hacia Minju para mostrarle las fotos y contárselo todo. Cuando me vio, saltó de la alegría y vino hacia mí como un toro enfurecido. Apenas pude sostenerla cuando saltó en mis brazos.
—Adrian, ¡por fin! Nuestro sueño se cumplirá. Thirteen tendrá un concierto el próximo mes.
Desde que Hanbin y Seunghwan se habían alistado en el ejército, los demás miembros del grupo se dedicaron a realizar sus actividades en solitario y no habían hecho un concierto en más de un año. Era la oportunidad perfecta para conocer al grupo antes de regresar a mi país.
Minju había asumido que mi entusiasmo se debía a lo mismo y ya no supe cómo abordar el tema. Hablaba sin parar sobre el concierto y al final me rendí. Ya encontraría el tiempo oportuno para darle la noticia.
A la mañana siguiente, regresamos a la ciudad. Mientras viajábamos en el autobús, sentía que mi celular pesaba más de la cuenta en mi bolsillo. Me moría de ganas por mostrar las fotos y en más de una ocasión, me levanté y volví a sentarme en un intento inútil por controlar mi entusiasmo. Al cabo de unos minutos, decidí que les enseñaría las fotos en ese momento. Minju estaba sentada con Daejun en el fondo y los aparté para sentarme en medio de ambos.
—Chicos, tengo que confesarles algo muy importante para mí. Hace unos días, les había contado que me estaba viendo con Jaeho.
Estaban a punto de replicar, pero los silencié. Esta vez me escucharían hasta terminar. Tenía que hacer esto de la manera correcta.
—Entiendo que les cueste asimilar algo así. Si fuera ustedes, tampoco creería algo tan descabellado. Es por eso que decidimos tomar algunas fotos como prueba. Aquí tienen.
Les pasé el móvil y estudié sus miradas, mientras repasaban las fotos una y otra vez. Se miraban entré sí como si no dieran crédito de lo que estaban viendo. Entendía que al principio podría resultar impactante, pero al cabo de un tiempo, comencé a molestarme por la expresión en sus rostros.
—¿Y bien?, ¿no piensan decir nada?
—Adrian… este no es Jaeho —respondió Minju con vacilación.
Ahí iba de nuevo. Era increíble como seguía negándose a aceptar la realidad cuando tenía una prueba concreta frente a sus ojos. ¿Acaso pensaba que había editado las fotos? ¿Cuál era su problema? Y Daejun parecía apoyarla. Bajó la cabeza y no se atrevió a decirme nada.
—¿Pero acaso no ves bien? Tomé más de diez fotos para que salgas de la duda.
—Lo siento, pero este chico es Sehoon. Nuestro compañero de clases… No es Jaeho.
—¿Pero de qué estás hablando? ¿Acaso eres ciega?
—Siéntate Adrian. Tomémoslo con calma —intervino Daejun.
Pero en ese momento, lo último que necesitaba era calmarme. Le arranque el celular a Minju de las manos y revisé las fotos para que las vieran de cerca…
Mientras más las observaba, todo se iba aclarando. El rostro de Jaeho comenzó a tranformarse para revelar a Sehoon. Sentí que estaba por desvanecerme y me tiré de rodillas contra el piso. Después del semáforo, el autobús aceleró y mi cabeza fue a parar contra uno de los asientos. Sentía que mis demás compañeros en los asientos de enfrente se giraban para averiguar de qué se trataba el revuelo. Pero yo solo podía fijar mi atención en aquellas fotos.
Debería tratarse de algún truco. Cerré los ojos con fuerza y desbloqueé la pantalla con miedo. Esperaba que todo volviera a la normalidad, pero las fotos de Sehoon seguían ahí. Nada de eso tenía sentido. Daejun trató de sacarme el celular, pero lo aparté de un manotazo y todo se volvió un caos.
Tardé un buen tiempo en darme cuenta de que estaba gritando. Parecía que mi cuerpo se movía bajo el poder de un titiritero y era incapaz de parar. Continué cayendo en la locura hasta que Daejun me dio una cachetada y todos nos quedamos en silencio.
Me ardía la garganta y un hilillo de saliva corría por mi mentón. La cabeza me palpitaba con fuerza y me sentía incapaz de volver a levantarme. Mis amigos me ayudaron a sentarme y ahuyentaron a los curiosos. Mientras miraba por la ventana, se me formó un nudo en el estómago. Abrí la ventana lo más rápido que pude y vomité todo lo que llevaba dentro. El vaciado de mis entrañas dio paso a un agujero negro que estaba listo para devorarme por completo. Cerré los ojos y permití que me consumiera.
Cuando llegamos a nuestros dormitorios, me despertaron y Daejun me ayudó a subir hasta nuestra habitación. Quería hablarme del tema, pero Minju lo interrumpió y me dejaron dormir. Pero cuando cerré los ojos, ya no pude escapar en mis sueños. Aun no era capaz de entender lo que había ocurrido. Cada vez que intentaba darle sentido, la ansiedad me abrumaba y sentía que perdía el aire. Intenté pensar en otra cosa pero era casi imposible. Estaba demasiado agotado para afrontarlo. Tras largas horas de batallar con mis pensamientos, me quedé dormido en algún punto de la noche.
Se había cumplido una semana desde el viaje pero cada vez que mis amigos intentaban tocar el tema, lo postergaba. Con el pasar de los días, fui permitiendo que la realidad se asentara de a poco. Por alguna razón, había confundido a Sehoon con Jaeho. Todo este tiempo había sido él.
La idea de que en realidad nunca había conocido a Jaeho me asustaba. Todo se había sentido tan real, pero no era más que una ilusión. Eso significaba que me encontraba peor de lo que había imaginado y tendría que buscar ayuda, aunque era lo último que deseaba hacer.
Lo más probable es que Minju le haya contado la verdad a Sehoon, porque todo el tiempo intentaba contactarme. Le debía una explicación, pero me invadía la vergüenza y ni siquiera era capaz de expresar con palabras todo lo que había vivido en los últimos meses.
Decidí que hablaría con todos el fin de semana y cuando llegó el tiempo señalado, quise huir. Pero aunque todo mi cuerpo lo rechazaba, resistí el impulso de correr y afronté mis miedos. La conversación con Daejun y Minju resultó más sencilla de lo esperado. Cuando terminamos, sentí que me sacaba un gran peso de encima. Pero aún me sentía ansioso con respecto a la reacción que tendría Sehoon ante mi confesión. Cuando llegó y me saludó con un abrazo, solté un suspiro y me dije que todo saldría bien. Ya no había manera de empeorar las cosas.
—Hola, Adrian. ¿Todo bien?
—He tenido días mejores, pero dentro de todo estoy bien.
—Eso es bueno. Por algo hemos de empezar.
—Pues si… Mira, quiero que sepas que lo siento muchísimo. Ni siquiera puedo mirarte a la cara, pero te lo digo de corazón. Jamás quise que nada de esto pasara. Si me odias, lo entiendo, pero…
—Adrian, es suficiente. Acabas de atravesar por algo muy duro. Tal vez yo tenga parte de la culpa. Si no te hubiera besado aquella noche, tal vez nada de esto hubiera ocurrido. Y esto podrá sonar mal, pero no me molesta que me hayas confundido por otra persona. Porque gracias a eso pude conocerte mejor.
—Eres muy amable. Pero es justo que sepas lo que siento. Aún no he sido capaz de poner en orden mis pensamientos. Estoy seguro de que tengo sentimientos por ti, pero primero tengo que separarlos de Jaeho y resolver este enredo.
—Por supuesto, lo importante es que te enfoques en sanar y trabajar en ti mismo. Yo te esperaré, sin importar cuál sea tu decisión.
—Gracias. Eso es más de lo que merezco.
—Por cierto. Escuché que no pudieron conseguir entradas para el show de Thirteen. Por fortuna, mi hermano trabaja en la organización del evento y me consiguió un par de entradas. Podrías ir con Minju, si quieres.
—¿Crees que sea buena idea?
—No estoy seguro. Pero pienso que podría ayudarte a concluir esta etapa. Haz lo que creas correcto.
Haber esperado para aclarar las cosas con mis amigos y Sehoon había dado buenos resultados. Ahora solo me quedaba afrontar mi nueva circunstancia y dar lo mejor de mí. Sabía que no sería nada fácil. Pero contaba con el apoyo de personas que se preocupaban por mí y esta vez, ya no los apartaré cuando lleguen los días malos. Una vez que asista al concierto, me tomaré un descanso de los idols para priorizar mi salud mental. Después de todo, soy solo un fan.
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Eres solo un fan
Novela JuvenilCuando creía que ya nada valía la pena, Adrian encuentra un rayo de luz que lo saca de la oscuridad. Contra todo pronóstico, se encuentra cara a cara con el chico que ha amado en secreto por tantos años. Pero se trata de un idol de k-pop que jamás s...