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La fiesta acabó a eso de las tres de la madrugada. Todos estaban regados por la sala, literalmente, donde habían caído del cansancio (y de tanto beber, claro). Intenté despertarlos uno por uno, pero nadie quería volver a casa y la verdad es que yo tampoco quería que se fueran. La habíamos pasado realmente genial. Habíamos pedido montones de comida: sushi, hamburguesas, pizza y tacos; habíamos hecho karaoke, habíamos bailado como si la casa de Sam se tratase de una discoteca y casi todos terminamos bastante borrachos, incluido Tommy que se había bebido unas cervezas a escondidas, por lo que se llevó una reprimenda de mi papá debido a que era menor de edad. Digamos que las únicas sobrias del todo eran las gemelas, Leah y Maia, por lo que fueron las primeras en caer dormidas mientras los demás celebrábamos la vida.

Aunque estaba algo mareada, se me hizo imposible seguir durmiendo sobre la mesa de centro junto a los restos de comida que habíamos dejado todos por ahí, así que me levanté a duras penas y caminé hacia las escaleras; pero en eso, vi a Leah y Maia que también dormían plácidamente sobre la mesa del comedor y al no querer ni imaginarme el dolor de espalda que tendrían al día siguiente si las dejaba ahí fui a despertar a Mike y le pedí que me ayudase a llevarlas arriba. Este ni podía hablar, solo se reía, por lo que al levantar a Maia en sus brazos, ella se despertó y prefirió caminar a caerse con todo y papá por las escaleras. Leah sí permanecía dormida como una piedra y también pesaba como una piedra, así que entre todos la llevamos hasta la habitación provisional de Maia y la dejamos en su cama. Ambas dormirían ahí y Mike... Bueno, a él le dije que se fuera a mi habitación, pues en la que él dormía era la de Sam y ahí habían pasado ciertas cosas horas antes.

-¡Eso explica por qué te tardaste tanto en el baño!- exclamó Mike.

-¡Shh!- lo arrastré al pasillo para que Maia no nos escuchara.

-A que creíste que nadie se dio cuenta- Mike se echó a reír-. Yo sí, y las dos veces.

-Cállate- me reí con él y de pronto, este se puso a llorar, así de la nada-. ¿Ahora qué te pasa? - le pregunté riéndome aún más.

-Kat... Esas sábanas eran mías.

Y casi me meo ahí mismo de la risa, tanto que me retorcí hasta caer al suelo.

-¿Pero que...? Katrina, ¿estás bien? – Sam apareció en el pasillo y me ayudó a levantarme.

Yo le conté en el oído lo que me había enterado y este también se rio hasta soltar unas cuantas lágrimas.

-Ya quédenselas de recuerdo- Mike se limpió las mejillas-. Me largo al ático.

-Te acompaño- le dijo Sam y ambos se fueron aun soltando una que otra carcajada.

Yo me metí a la habitación de Maia para despedirme de ella que con una sonrisa me esperaba sentada al pie de su cama, así que me senté a su costado.

-¿Estás bien?- me preguntó y yo asentí.

-Solo un poco más feliz de lo normal- le respondí-. No te preocupes, por la mañana se me pasará.

-No, no, no. Yo creo que siempre deberías estar así... Digo, más feliz de lo normal. Yo también estoy más feliz de lo normal.

-¿Ah, sí?

-Sí, la he pasado muy bien con tu familia- Maia soltó un suspiro-. Es preciosa.

-Oye- pasé mi brazo por sus hombros-. Nuestra. Nuestra familia es preciosa.

-Tu papá me pidió algo hoy.

-¿Qué cosa?

-Que le llamase "abuelo"- respondió Maia en un hilito de voz y unas cuantas lágrimas rodaron por sus mejillas.

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⏰ Última actualización: Mar 25, 2023 ⏰

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