13.

1.1K 92 19
                                    

Temía que ella dijese una palabra más y explotar. Y es que seguía tan divertida, tan preciosa, tan torpe, tan Katrina, que me volvía loco. Y también me volvía loco el hecho de asimilar que ella se había ido, me había dejado y en el fondo ya no era la misma, yo ya no era el mismo, y todo por su culpa.

Volví a casa con Leah sin decir palabra alguna a pesar de todas las preguntas y comentarios que me lanzaba ella, pero dado a que la mayoría de veces se auto respondía a sí misma, no fue de gran problema.

-Sana y salva- fue lo primero que dije después de toda una hora de silencio una vez que entramos a mi casa y ella soltó un bostezo.

-Pero que cansada que estoy... Esa tal Maia sí que me ha hecho sudar con todas esas carreras.

-¿Cuáles? ¿Esas en la que siempre perdías?

Leah me pegó en el brazo y entonces, Tommy entró a casa detrás, como si hubiera vuelto con nosotros.

-Hey, Tom- lo saludé.

-Ustedes no me han visto- dijo él sin devolver el saludo.

-Pero si te estamos viendo justo ahora, tonto- dijo Leah y sonrió maliciosamente-. ¡Abuelo! ¡Abuelo! ¡Tommy ha llegado!

Tom soltó un bufido y corrió hacia las escaleras, pero su papá no tardó de salir de la cocina y detenerlo por el brazo.

-¿Dónde has estado?- le preguntó-. ¿Acaso tienes idea de la hora que es?

-Estuvo con nosotros, Paul- dije yo y antes de que Leah pudiera decir o hacer algo, coloqué una mano en su hombro-. Estuvimos en el Luna Park.

-¿Si?

-Sí- asentí-. Déjalo que ha hecho un gran trabajo ayudándome con esta niña de acá.

-Bueno, solo por esta vez lo dejare pasar- Paul relajó su rostro y se volvió hacia mí-. Tienes una cocina maravillosa, Sam. Gracias por prestarnos tu casa por estos días.

-Cuando quieran.

«No, cuando quieran no» me contradije por dentro y él subió las escaleras con Leah detrás que le había empezado a contar acerca de las atracciones en las que nos habíamos metido. Yo esperé a que desaparecieran de vista para hablar y al parecer, Tommy hizo lo mismo.

-Gracias, Sam.

-Mírame.

-¿Qué?

-Que me mires, Tom- le ordené y él se puso frente a mí.

Entonces tomé su nuca para examinarlo con más detalle y de más cerca, pero él me empujó por el pecho.

-¿Dónde has estado?- le pregunté.

-No te importa.

-Pues esos ojos no te salvaran el trasero como yo.

-Nadie te lo pidió.

-Bien, entonces iré allá arriba y le diré a Paul que has estado...

-No he estado haciendo nada malo, ¿sí? Déjame tranquilo.

Tommy se metió a la cocina y pensé en ir por Lizzie que debía estar con Bea, pero luego pensé en Katrina y en lo triste que se veía al negar el querer a ver a Tommy cuando se lo propuse en el parque de diversiones, que era, en efecto, una mentira.

Pero, así como ella me mintió, yo también lo hice y es que no todos estaban bien.

Tommy no estaba bien.

-¿Ahora qué?- me recriminó él una vez que entré a la cocina-. ¿Vienes a asegurarte que no me esté drogando o cortando las venas, quizás?

-Como si lo fueras a hacer aquí en la cocina.

VolverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora