1; El primer beso.

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2011

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2011

La pequeña Chiara corría de un lado a otro buscando a su madre, quien prometió comprarle ropa nueva para el el día de su cumpleaños.
—Mamá!, Mamá!—Gritaba mientras abría cada puerta que se encontraba en su casa.
Pero no tuvo suerte, aún no aparecía y ella sentía que cada segundo que pasaba la llevaría a arruinar su cumpleaños, ya que aún no se veía como quería.

Si sus dos mejores amigos la llegaban a ver de esa forma, iba a morir de la vergüenza, nadie podía enterarse que tenía un pijama de Dragon Ball Z.

—Acá estoy, Chiari—Pero para su suerte, luego de unos minutos, ella apareció por la puerta repleta de bolsas.
La pequeña corrió lo más rápido que pudo y no dudó en mirar lo que había dentro de estas.

—Pará! No seas desesperada—Le dijo la mayor viendo el alboroto que estaba haciendo.
Sin buscar más, encontró un hermoso vestido blanco acompañado de una campera de jean. Cumplir años en Julio le molestaba, odiaba el frío, ella quería usar vestidos, igual que en las películas.

—¿Me voy a ver linda con esto?—Preguntó mientras se miraba al espejo.
—Si hija, siempre sos linda, sos la más hermosa—Su madre se acercó para depositar un beso en sus mejillas—Anda a cambiarte que se te hace tarde—Añadió.
—¿Crees que mis amigos piensen que soy linda?—Chiara la miraba atenta, expectante a la respuesta de su mamá.

—Si, si son tus amigos ellos siempre van a pensar eso de vos ¿Porqué te preocupa?—No entendía a qué venía la pregunta de su hija.
—Por nada mami—La pelinegra se puso roja y salió corriendo hacia su habitación, con una sonrisa de oreja a oreja en su cara.

Claro que en ese momento, aún no sabía que le gustaban sus mejores amigos, pero algo muy en el fondo de su corazón la llevaba a presumir cada vez que los veía.

Mientras se cambiaba y buscaba tener el mejor look posible, sus dos amigos ya se habían subido al auto y estaban llegando a casa de su mejor amiga.

Cristian estaba molesto, el peinado que su mamá le hacía cuando tenía un cumpleaños no le gustaba, siempre era el mismo; un jopito peinado con gel.
El le pidió muchas veces que no se lo hiciera, pero ella insistía en que tenía que verse bien.

El cordobés había llegado a Buenos Aires hace unos meses antes de comenzar la secundaria. Su sueño, como el de su mejor amigo, era jugar al fútbol, así que los dos compartían el mismo club que los entrenaba. Y durante las vacaciones cada uno volvía a su respectiva provincia.

Lisandro, a su lado, sentado en el asiento, estaba completamente serio.
Sus manos estaban entrelazadas, ir a eventos o cumpleaños lo ponía algo nervioso, siempre trataba de ser lo más correcto posible, aunque en el fondo se moría de ganas de hacer travesuras con su mejor amigo.

No solía hablar mucho de niño, eso llamaba la atención de algunas chicas que lo miraban jugar al fútbol, pero el nunca se interesó por ninguna.
En cambio el morocho se aprovechaba de la situación. Le encantaba llamar la atención, amaba que alguna se le acercara.

Two | Lisandro Martínez, Cuti Romero Donde viven las historias. Descúbrelo ahora