12. Sola

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Cuando era pequeña mi padre siempre me contaba un cuento antes de dormir.
Me encantaba escuchar, como la dulce princesa era muy feliz con un apuesto príncipe, desde entonces, había querido tener un príncipe apuesto que cuidara de mi y me amará tanto como yo a el, eso fue hasta el momento, en el que Freen llegó a mi vida, entonces supe, que ya no quería más a un príncipe, ni siquiera a alguien más que no fuera ella. Quería que fuera mi princesa y yo la suya, quería que ella me protegiera y mimara, quería que mi cuento de hadas fuera a su lado. Pero esto era la vida real, no un cuento de aquellos que mi padre solía contarme, no contaba con que, antes de llegar a un final feliz, en los cuentos siempre había un caos.
Supe que en nuestra historia, ese caos estaba llegando, temía en si verdaderamente íbamos a superar los obstáculos al igual que en aquellos cuentos que escuchaba de pequeña.

[.....]

-No entiendo por que hace apenas unos días estábamos de lo más feliz y ahora ya ni siquiera pasas tiempo conmigo- Me molestaba su reclamo, no era culpa mía que yo estuviera tan distante, era ella quien había establecido límites, yo solo estaba siguiendo sus tontas normas.

-Aparte de que me quieres lejos, te importa un carajo lo que te estoy diciendo- Continuó hablando, estába molesta, lo sabía desde el momento en que me llamo diciéndome que me quería en su casa sin importar cuán ocupada estuviera.

-Con una mierda Rebecca, ¿quieres al menos fingir que te interesa un poco lo que digo?- No podía dejar de pensar en por que era tan difícil para ella dejarse querer, me dolía la indiferencia que tenía algunas veces hacia mi, me dolía recibir amor solo cuando estábamos solas, me dolía que ni siquiera me dejara amarla. -¡Jodete Rebecca!, De haber sabido que estarías así, no te hubiese pedido que vinieras.- Su grito me hizo sobresaltar, lo tajante de sus palabras le dió la razón a mis pensamientos, entendí que existía una gran diferencia entre el amor que yo sentía por ella y en el que ella sentía por mí.

-Entonces no veo caso en seguir aquí- Por fin hable, mi voz marcaba tristeza, me sentía dolida, se que mi lejanía la había molestado y mi silencio la hizo enfurecer el doble, pero era más el dolor en mi pecho, que, aquel enojo que albergaba en su ser.
Tomé mi bolso y salí de ahí sin importar que. Escuche que me hablaba, pero decidí ignorarla, no me encontraba en condiciones de escuchar sus reclamos.

En todo el día, no recibí un mensaje de ella, mucho menos una llamada, yo tampoco me molesté en escribirle, mi orgullo me lo impedía. La extrañaba y no solo el día de hoy, la extrañaba desde hace unos días, era cobarde de su parte que me acusara de una ausencia que ella misma causo, me dolía no tenerla cerca, pero más me dolía, el no ser lo suficientemente fuerte para luchar contra ello, alguna vez dije que estaría con ella a cualquier costo, que no me importaría nada, solo ella y yo, nosotras en nuestro mundo.
Pero me parecía tan absurdo que me prohibiera mostrarme de una manera cariñosa cuando estábamos en público, yo perfectamente sabía que teníamos un contrato y en el debíamos cumplir ciertas normas y no sobrepasarnos del límite establecido, lo que me parecía patético, era la indiferencia que a veces mostraba hacía mi, me sentía estúpida cada que ella me llamaba para que fuera a su casa y pasáramos una linda tarde o para que durmiéramos juntas después de un largo día de trabajo.
Me sentía tan estupida al no poder decirle que no, siempre era yo quien iba tras ella sin importar que, como su perrito faldero, me molestaba la falta de resistencia que tenía hacía su persona.

[.....]

Como era de esperarse en lo que quedó de la semana, no llamó, esperaba al menos una llamada para para remediar las cosas, siempre lo resolvíamos, de una u otra manera, hablábamos para aclarar las cosas.

-Ey! Bec, ¿cómo has estado?- Irin captó mi atención, nos reuníamos para aclarar dudas de unas entrevistas que tendríamos a partir de la siguiente semana.

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