14. Silencio

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-¿Te encuentras bien Becc?- Sonaba preocupada, una sonrisa se dibujó en mi rostro, verla de nuevo me ponía feliz.

-¿Como sigue tu pie? ¿Aún te duele? ¡Respóndeme Rebecca por Dios!- Lo ultimo que recuerdo era que bajaba las escaleras de la casa de mis padres, de repente comencé a sentirme muy mareada y todo se volvió oscuro.

Era tan jodidamente estupido que pese a todo, su ser, aún tuviera ese efecto en mí, ese efecto de ponerme tonta en segundos. -¿Te sientes mejor?- Tocó mi frente.

-¿Que hago aquí?- Sabia que era el hospital, en repetidas veces había estado acá, me lo sabía de memoria, siempre era la misma habitación.

-Tu madre llamó para avisarme que habías tenido un accidente, te caíste de las escaleras.

-Entonces, ¿tú que haces aquí?- No quería ser grosera, pero teníamos un acuerdo y en el, no formábamos parte de la vida de la otra.

-Tu madre llam- la interrumpí.

-Ya lo sé, pero, ¿por que viniste?- Esquivé su mirada, por supuesto que me ponía feliz verla aquí, preocupándose por mi, pero también estaban esas noches en las que no pude dormir, estaban esas lágrimas que aún me atormentan, estaba el sufrimiento que todo esto ha traído a mi vida.

-Ella, insisto en que verme te haría bien- Por un momento pensé que era ella quien quería verme, pero resulta que lo hizo por mi madre, soy una ilusa.

-Gracias, puedes irte, estoy bien, ¿lo vez?- Un quejido de dolor se me escapó cuándo traté de sentarme.

-No estás bien, te fracturaste el pie rodando por las escaleras, afortunadamente solo fue el pie, el doctor dice que tu cuerpo esta muy débil debido a que no has comido ni dormido bien, eso es la causa de los desmayos- Colocó una almohada en mi respaldo y ayudo a acomodarme mejor.

-Debes cuidarte Rebecca, eres una joven que necesita buenos cuidados para su desarrollo, ¿porqué no has estado comiendo eh?- Me miró fijamente.

-Últimamente no tengo hambre, es todo- Miré hacía mis manos, en una de ellas tenía un medicamento conectado hacía mis venas.

-Ni siquiera has dormido bien, ¿ya viste esas ojeras que tienes?- Tomó mi barbilla y me obligó a mirarla, tenía tanto tiempo sin verla de cerca, pude notar que bajo sus ojos también se hallaban ojeras, quizá no tan prominentes como las mías, pero el maquillaje no impedía que no se le notaran.

-He tenido mucha tarea estas últimas semanas, casi no me da tiempo de dormir- Retiré su mano de mi cara, no quería soltarme a llorar ahí mismo, realmente no tenía ánimos de nada, solo me la pasaba llorando por ella, ni siquiera la comida ayudaba a un mejor estado de ánimo.

-Eso no es excusa, antes has tenido tantas tareas como ahora, no te había pasado algo así.

-¿Tu que sabes? Tengo proyectos finales, son mucho más pesados que otras cosas, además, no deberías meterte en asuntos que no te corresponden, es mi vida Freen, estate tranquila que me recuperaré para las próximas entrevistas.

-No son las entrevistas lo que me importa Rebecca, lo importante es tu salud ahora.

-No sigas, estoy bien, puedes irte a casa ahora, le diré a mi madre que fui yo quien te pidió que te fueras.

-Déjame quedarme, quiero cuidar de ti.

-No, no quiero que estes más aquí, ve a casa por favor- Mire hacía el techo de la habitación, tenía la mirada nublada, las lágrimas estaban a punto de salir.

-No seas terca, déjame cuidarte- Se acercó.

-¡¿Que no lo entiendes?! Vete Freen, no quiero tenerte cerca, no quiero que estes aquí solo por lastima o por que te han obligado, ¡no quiero estar un minuto más en esta habitación contigo! tenerte cerca duele...- Sollocé, llevaba tanto tiempo llorando por ella, pero jamás iba a ser suficiente.

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