Era un día frío de otoño. Un viento suave barría las calles del pueblo arrastrando las hojas secas de la vereda de enfrente sobre el negro pavimento. El largo abrigo verde musgo de Mary se abría un poco mientras caminaba hacia donde había dejado estacionada su motocicleta. El sonido de sus botas con aquel pequeño tacón era muy rítmico. Casi se podía danzar a su compás, pero en la calle no había nadie que pudiera disfrutarlo. Era todavía muy temprano y los domingos la gente del pueblo no salía de su casa antes de las diez. Ella había ido por unos víveres a la tienda y apretaba la bolsa de papel contra su cuerpo con cierta prisa. A unos pasos de sus vehículos el viento le arrebató la boina de lana que llevaba haciendo que se girara para ir por ella, pero acabó encontrandose con un hombre que se hincó para levantar la prenda.Era un tipo de unos cuarenta años de tez morena y melena negra, brillante como el charol. Sus ojos eran marrones, grandes y penetrantes. El abrigo que llevaba era un poco viejo, lo mismo su traje color grafito y zapatos sin cordones, muy bien lustrados. Llevaba una sortija de bodas, un reloj de precio moderado y su rostro despejado de cualquier bello facial. Se levantó sacudiendo la boina con sus largas manos, la miró por dentro y por fuera, luego se lo devolvió a la mujer que tuvo que hacer un esfuerzo enorme para extender la mano sin dejar caer la bolsa de papel.
-Gracias- le dijo Mary, pero con un tono algo seco.
El hombre se quedó callado y sacando un cigarrillo de una cigarrera de metal, le señaló un café del otro lado de la calle.
-¿Desayunaria conmigo señorita?- le preguntó al abrir su mechero para encender el cigarro- No soy ningún pervertido y tampoco quiero ligarmela. Mi nombre es Jhon y soy un detective privado.
-¿Un detective privado que me dice es un detective privado?
-Seguro debe estar harta de los periodistas que han venido a molestarla en busca de algo de información de su ex amante- le dijo el sujeto antes de arrojar unas argollas de humo hacia ella. El viento las disipó.
-Él esta libre de sospecha. No entiendo porque insisten en buscarle y menos en porque vienen a fastidiarme- le respondió Mary y no con un tono muy amable.
-Bueno señorita...- el detective se quitó el cigarro de la boca para echar una larga bocanada de humo- Sucede que todos sabemos que él es el asesino, pero no ha habido nadie capaz de probarlo hasta ahora.
-Eso me convierte en su cómplice ¿no es así?- le cuestinó Mary con una sonrisa despreciativa.
-O en su víctima más inocente- le respondió John poniendo el cigarrillo en su boca otra vez- ¿Le gusta el café o prefiere el té? Yo invito- le dijo y viendo del lado derecho de la calle, cruzo del otro lado.
Mary volvió su vista a su motocicleta, puso las cosas en las alforjas y se unió al detective en el café. Mientras cruzaba la calle se ponía la gorra. El hombre la vio desde la ventana y se sonrió mientras agitaba la cuchara en su taza de café. Cuando Mary llegó a la mesa del detective ordenó una taza de té, galletas de limón y mantequilla, un trozo de pastel de almendras y media docena de pastas para té.
-Tengo hambre- le dijo a Jhon cuando él le dio una mirada de sorpresa y desaprobación- Lo escuchó señor detective...
El hombre se rascó la cabeza y apagó su segundo cigarrillo en un cenicero portátil que tomó del bolsillo de su pantalón. Después de tomar una unos sorbos de su café comenzó a explicar, de manera demasiado detallada, que llevaba varios meses investigando el caso por petición de los familiares de dos de las víctimas. El detective le habló de varios puntos que solo podía haber obtenido de la carpeta de investigación de fiscalía, pero Mary no hizo comentarios. Nadie sabía mejor que ella que había sucedido realmente y ese hombre no parecía saber que tanto estaba involucrada en el asunto. Eso creyó hasta que él mencionó algo que ninguno antes. Cinco periodistas y dos detectives más habían logrado ubicarla, esperando ella les diera algún nuevo antecedente o supiera donde encontrar a Dai, pero ninguno pareció averiguar que ella había solicitado un examen de sangre días previos a su ruptura con Dai.
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Notas Negras.
FanfictionÉl le pidió le enseñará a tocar la guitarra y ella aceptó sin imaginar que él tocaría para su deleite las notas más negras que ella hubiera podido escuchar.