Prólogo
Él
Esta tarde estaba particularmente fría, como suele estar a mediados de noviembre, así que desde mucho antes había decidido que iría por un café apenas saliera del trabajo, al fin de cuentas me lo merecía y hoy gracias a los cielos mi horario dictaba que salía temprano. Terminé de ordenar unas cuantas cosas nuevas que habían llegado a la tienda, y me dirigí a marcar mi salida con el carnet y a quitarme el gabinete del pecho.
Está bien, no era el trabajo de mis sueños ni de cerca, pero me permitía cubrir mis gastos, y es que cuando tomas la decisión de a los dieciocho salirte de la casa de tu madre y no permitir que nadie te ayude, la vida se vuelve un poco cuesta arriba. Pero no me arrepentía de la decisión tomada hace siete años atrás, disfrutaba mucho de mi libertad y de vez en cuando el horario de la tienda de souvenirs era flexible, como hoy.
Cuando salí del local lloviznaba un poco, cubrí mi cabeza con el gorro que llevaba a todas partes y apresure el paso para llegar a la cafetería, Dios debería comprarme una moto o por lo menos un carro, detestaba el transporte público y en días como hoy, caminar. Menos mal la cafetería se encontraba en la siguiente cuadra. Cuando entre me inundo el aroma a café recién hecho, y de verdad que, si amaba ese olor, era mi secreto más profundo, ser amante del café.
Usualmente solía pedir un café negro con dos cucharadas de azúcar y ya,sin nada de comer, solo disfrutar el sabor a café, pero este día me sentía un poco optimista o al menos presentía que algo bueno iba a suceder. Tomé la decisión de cambiar de bebida por lo que me pedí un mocca, cancelé y me fui a sentar a mi mesa de siempre que por extraño que parezca siempre está desocupada cuando vengo.
El lugar estaba casi que vacío a excepción de una chica que sin duda nunca había visto acá ni en la ciudad de hecho. En lo que dejaba que mi café se enfriara un poco me le quede mirando por un periodo de tiempo que estoy seguro me hizo ver como un acosador, lo primero que note es que leía un libro; Orgullo y Prejuicio, como no. Un poco básica, pero no era eso lo que me llamaba la atención de esta chica, lejos del aspecto intelectual que presentaba con sus gafas moradas pequeñas, había algo en ella que hacía que no apartara la mirada.
Pase varios minutos pensando que era, hasta que recordé que mi café se enfriaría, tome un sorbo, dos, tres, y comencé a ponerme impaciente, como si mi don Juan interior quisiera despertar. Pero, ¿A caso esta chica se dejaría engatusar por mí? No parecía la típica chica, para una noche o de un rato. ¿Sera correcto hablarle y conocerla? Pensando en que probablemente me rechace... No no, lo correcto es dejarla en paz, apresure mi café para retirarme antes de hacer alguna cosa de la que me sentiré arrepentido después.
Me levante, devolví la taza al barista, y como si algo jalara de mi, sin tan siquiera pensarlo, casi por inercia me encontraba al frente de la mesa de la chica.
-¿Disculpa?
ELLA
Estaba decidida a pasar a tomar un café solamente para que el sueño que llevaba encima se despejara, cuando comenzó a lloviznar y poco a poco la llovizna se convirtió en una lluvia feroz. ¡Genial!, con el chorro de deberes que debía hacer para entregar esta semana próxima. Al menos era sábado y tendría todo el domingo para ponerme al día.
Sin mas que hacer saque mi lectura actual y la comencé donde la había dejado, con la esperanza de que la lluvia no durara más de media hora. La campanilla de la puerta no dejaba de sonar cada que alguien entraba y salía y era muy molesto, impedía mi concentración, aunque fuera un libro que me supiera de memoria, hasta que en cierto momento entro alguien y ya no volvió a sonar. ¡Gracias a Dios! Fue un alivio porque me permitió avanzar bastante en la lectura hasta el punto que perdí la noción del tiempo.
Había dejado de llover y el sol comenzaba a asomar para dar un poco de calor, terminaría un capítulo más y me iría directo al departamento a avanzar con todo lo que tenía que hacer incluyendo la cena. Cuando note la presencia de algo o más bien alguien observándome justo al frente de mi mesa. Lo primero que pensé fue que estaba viendo el clima en la ventana de tras de mí, hasta que lo escuché carraspear.
-¿Disculpa?.
Lentamente levante la vista y quede congelada y sin habla ante tanta belleza. Y digo congelada porque no es la clase de chicos que me suelen gustar. Tenía la típica imagen de ser un mujeriego experto y cero amigable. Si esa es la escusa por la cual me quieres hablar pierdes tu tiempo.
-¿Si?
Fue lo único que se me ocurrió contestar, mi timidez siempre echando a perder aún más los momentos de mi vida. ¿Pero que estoy pensando? Esta claro que este chico solo quiere la hora. Corrió la silla delante de mí y se dispuso a sentarse con la confianza que un tipo como él puede tener. Era alto, moreno, de ojos y cabello negro, tenía una varaba casi que prefecta, vestía una gabardina negra, una camisa de cuadros roja, pantalón negro a juego con sus botas de militar. Hasta que me percate en el arte en su nariz, similar a la argolla de un toro. Puaj! Que autentica cagada.
-Es que estaba a punto de irme y durante este rato no he pensado en otra cosa mas en que si tenia que venir a hablarte y he optado en que si. Me llamo Christopher.
Me le quede mirando dudosa ¿Sera que me quiere asaltar o pedir dinero? Sacudió su mano en frente de mi cara y la tome con lentitud, pero con firmeza, para ser las manos de un hombre eran muy suaves, aunque con algo de dureza.
El saludo duro unos segundos y yo continuaba sin decir palabra alguna.
- ¿Y bien, me dirás tu nombre?
-Maia
Y ese fue el comienzo de mi perdición y a la vez la más grande felicidad de mi vida.
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Perfecto Destino
RomanceSi siempre estábamos destinados a vernos, a encontrarnos y a platicar indudablemente acabaríamos enamorados, pero ¿por que no estábamos juntos? Que tenia la vida en contra de nosotros para no poder estar juntos. O bueno, así lo era antes. Una hist...