Capitulo 3

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Capítulo 3

Maia

Al entrar a mi departamento una ligera punzada de culpabilidad me recorre el estómago por no haber dejado que entrara después de dejarme hasta aquí, pero la elimino pensando en que apenas lo conozco y no lo hubiera vuelto a ver de no ser porque la maldita de Ellie me saco arrastras del sofá. Y ahora son las cuatro de la madrugada, estoy cansada, la cabeza me da vueltas, y según mi plan iba a ser un domingo productivo. Cierro con llave y me dirijo al cuarto sin tan siquiera preocuparme en quitarme la ropa y lavarme los dientes, me quito los zapatos y distiendo a medias la cama para cerrar los ojos y dormirme.

Al día siguiente cuando despierto, no soy consciente de la hora que es y no encuentro el celular por ningún lado, suspiro y se que me debo de comprar un reloj despertador tiendo en cuenta que no soy muy fan del móvil. Me desespero estirándome y cuando me siento me duele la cabeza, poco, pero me duele. Salgo de mala gana de la cama y a tropezones voy directo a mi bolso para tomar el celular y mirar la hora, mierda la una de la tarde, y con todo lo que tengo que hacer.

Decido no perder más el tiempo y pongo manos a trabajar, cuando son las dos de la tarde ya tengo todo el apartamento arreglado, aunque tampoco es que ensucie mucho me he bañado y desayunado, bueno más bien almorzado y ya dispongo del resto del día para ponerme al día con lo que debo entregar esta semana en la universidad. Cuando estoy abriendo mi portátil, el celular suena con una llamada de Ellie.

– ¿Dónde carajos te metiste anoche?

–Pues, la verdad es que no la estaba pasando bien, así que me vine a casa.

–Y no solo tú, el amigo de Daniel también desapareció. ¿Por cierto de donde se conocen ustedes dos?

–Lo conocí apenas ayer, salió de la nada a hablarme

–¿De la nada?

– Si, se sentó en mi mesa en el café y comenzó a hablarme

–Pues es guapo

–Si supongo, oye no empieces a interrogarme. – la frene antes de que no pueda pararla luego.

–Vale, vale está bien. ¿Qué vas hacer hoy?

–Tengo mucho trabajo pendiente, que debo entregar esta semana

–Te la pasas encerrada. ¿Por qué no sales hoy conmigo y Daniel? Vamos a ir al cine.

–¿Y ser el mal tercio? Ni hablar.

–Como quieras aburrida, no digas luego que no te invito a nada.

–Si claro, pásala bien.

Cuelgo antes de que le dé tiempo de decir algo mas y me concentro prácticamente el resto de la tarde en avanzar, al menos el trabajo de mañana y el del miércoles. Cuando vuelvo a buscar mi teléfono, se le ha acabado la batería, lo cargo y me dirijo a prepararme algo de comer, aunque se me apetece más un café pero a esta hora de la noche ya todo debe estar cerrado, así que no me queda más opción que preparármelo, aunque no me gusta en la manera que me queda a mí.

En lo que lo preparo, me sorprendo a mí misma pensando nuevamente en Christopher, siempre que tengo tiempo de sobra y estoy con el cerebro desocupado se asoma por mis pensamientos. Si ya he admitido que es tremendamente guapo, aunque si pudiera quitarle los pirsings que lleva seria genial, pero da igual, no me puedo obsesionar con alguien a quien apenas conozco. Ese era exactamente el problema de nunca haber tenido novio con veinticinco años, por cualquier cosa me ilusiono, está bien acepto que el que me viniera dejar a casa fue muy caballeroso de su parte, pero en lo que a mi concierne tal vez solo quiere meterse en mis bragas, y lo cierto es que tiene toda la pinta. Pero también podría darle el beneficio de la duda y pensar que verdaderamente le intereso, aunque con eso como ya he dicho seria alimentar falsas esperanzas. Cuando le doy el primer sorbo a mi café escucho que mi celular comienza a sonar. Lo agarro del escritorio de donde lo deje y compruebo los tres mensajes de Ellie.

Perfecto DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora