Maia
Suspiré aliviada cuando cerré la puerta de mi departamento a mis espaldas. Odiaba cuando planificaba las cosas y no se me daban como quería. Por culpa del clima, estaría atrasada con todo lo planeado para hoy, y por más que me repitiera que no valía la pena angustiarme por esas cosas era inevitable para mí. Debía ser así siempre. Resignada entre a la habitación para cambiarme los zapatos por unas pantuflas y tomar un abrigo ya que había pasado el día entero bajo el frio, de seguro pegaría un mini resfriado.
Mientras hacia todo esto no dejaba de pensar en el chico de la cafetería y lo extraño que había sido su presentación, es que nunca antes ningún desconocido había exigido saber mi nombre. ¿Qué era lo que realmente quería el chico? Y ahora que lo pienso, ¿cuál dijo que era su nombre? Lo único que recuerdo es que empezaba con c, o podría ser con k. Me siento mal por él, por ni siquiera ser capaz de recordar su nombre.
Decide dejar de darle vueltas al asunto y poner manos a la obra con la cena. Desde que me levante sabia prácticamente lo que prepararía así que antes de salir había dejado el pollo descongelando, me puse a hervir unos cuantos vegetales, tome el celular para revisar la hora, eran la siete de la noche, prácticamente había perdido todo el día en la cafetería.
No es como que fuera avanzar mucho en una noche los deberes, por lo que decidí que mi yo de mañana se las vería con eso, mi yo de ahorita solo se le apetecía tirarme en el sofá a ver una película o alguna serie con una copa de vino. Sin razón alguna, solo porque sí, porque se me apetece. En cuanto termino la cena, guardo mi plato servido en el hornito para que se enfrié un poco y me dirijo a ducharme con agua caliente.
En la ducha pasa exactamente lo mismo que en la habitación no dejo de darle vueltas al chico de la cafetería, trato de recordar todo lo que me dijo, pero parece imposible. Solo logro acordarme la manera en la que lo hizo, tan descarado y confiado, ya quisiera yo tener esa confianza. Pero era posible que lo volviera a ver, digo sé que es una ciudad enorme por lo que la probabilidad eran escasas, pero siempre hay una esperanza, aunque sea mínima.
Y ¿por qué habría de tener esperanzas? Es que acaso de verdad quería volverlo a ver. En lo que a mi concierne no debería ni por que importarme, solo fue un gran descarado que se cree que todas las chicas deben estar comiendo de la palma de su mano, si eso debe ser.
Apresure la ducha para salir, vestirme con mi pijama más cómodo y poder devorar mi cena. Puede que parezca ermitaña, pero me gusta mi vida tal cual, y no creo que necesite cambios, tengo mi trabajo voy a la universidad tengo una buena amiga y varios compañeros de universidad, y la verdad esperaría que se mantuviera así hasta encontrar a la persona ideal para casarme.
Christopher
Sé que desde toda mi vida he sido una persona de impulsos, nunca logro pensar las cosas antes de hacerlas o decirlas, lo que me lleva en muchos de los casos a arrepentirme al instante, pero una vez que empiezo no me detengo, porque ¿dónde quedaría mi dignidad si lo hago? ¿Me arrepentiría esta vez? Es que no se en concreto que fue lo que me llevo a hablarle a esa chica, en cuestión de segundos, sin tan siquiera percatarme verdaderamente lo que estaba haciendo, ya estaba encima hablándole.
Y para ser honestos, ella no se veía muy cómoda con mi compañía, pero pues claro imbécil, no todos los días se te acerca un completo desconocido a entablar conversación de la nada. Ahora debe pensar que soy don Juan, aunque en un principio así me sentí. Podía ver la confusión en su mirada, y sin embrago fue tan cortes en no hacerme un desplante. Yo lo hubiera hecho, sin pensarlo dos veces.
Voy de camino a casa y claro ahora pienso en lo vergonzoso que fue mi comportamiento, como siempre. Ajusto mi bufanda en el cuello y apresuro el paso para llegar lo antes posible a mi departamento y poder coger calor. Tengo suerte de vivir cerca de la tienda, eso hace que me ahorre un montón de dinero en transporte, dinero que puedo ahorrar para comprar mi moto soñada.
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Perfecto Destino
RomanceSi siempre estábamos destinados a vernos, a encontrarnos y a platicar indudablemente acabaríamos enamorados, pero ¿por que no estábamos juntos? Que tenia la vida en contra de nosotros para no poder estar juntos. O bueno, así lo era antes. Una hist...