Capítulo 2
Christopher
Sin pensarlo más volteo para comprobar que efectivamente es la chica, mi chica. Por unos segundos me quedo embobado viendo cómo lleva una copa a sus labios para tomar, y como todo en mi vida, sin pensarlo antes estoy dispuesto a hablarle
–¿Disculpa? ¿Te acuerdas de mí? - le pregunto recordando que es la segunda vez que hoy le dirijo la palabra y he empezado exactamente igual. Ella deja su copa en la barra y voltea a verme sorprendida.
–Oh claro, el chico de la cafetería ¿cierto? – Ignoro por un momento la punzada de decepción al comprobar que efectivamente no se acordaba de mi nombre.
–El mismo- le contesto dejando pasar el resentimiento por el hecho de que no recuerde mi nombre.
–No quiero parecer grosera, pero he pasado todo el día tratando de recordar tu nombre, serias tan amable de recordármelo.
–Christopher- digo comprobando así mi teoría.
Pero eso no me importa, en lo absoluto, dijo que ha tratado de recordarlo, lo que significa que ha estado pensando en mí. ¿Me habrá pensado tanto como yo a ella?
–Claro, Christopher, prometo esta vez no olvidarlo. –dice señalándose la frente.
–Si gustas me puedes llamar Chris, si te resulta más fácil. - ¿Pero que estoy haciendo? debo parecer aún más desesperado al decirle el sobrenombre con el que solo mis conocidos me llaman.
–Claro Chris.
–Cuando te vi en la cafetería, no creí que fueras de esas chicas que visitan bares.-¿Pero qué carajos estoy diciendo? Me quedo a la espera de que me diga que me meta en mis asuntos, pero en lugar de eso la escucho responder:
–Y no lo soy, me han traído a rastras- Señala con el pulgar a la chica que baila atrás de nosotros con nada más y nada menos que con Daniel. Parpadeo un par de veces para entender lo que mis ojos ven.
–¿Conoces a Daniel?- ella confundida voltea a ver hacia su amiga y niega rápidamente.
–No que va, lo que único que se es que sale con Ellie. ¿Tú sí? – Se queda mirando expectante.
-Algo así, amigo de infancia- comento encogiéndome de hombros.
-Ah- es lo único que le oigo decir y sé que le tengo que seguir la plática o de lo contrario la voy a perder, y no puedo dejar pasar esta oportunidad del destino por segunda vez. Pero al ver sus ojos del color miel más intenso, me quedo sin habla.
Volteo la cara carraspeando mi garganta sin saber cómo proseguir, resistiendo al impulso de pedirme otra copa. Al rato llegan Daniel y la amiga de mi chica. ¡Carajo! Su nombre es Maia, Maia. Debería dejar de referirme hacia ella como algo de mi propiedad cuando está claro que no es así y cuando se ve de lejos que yo no lo intereso. Y es precisamente eso lo que me tiene atraído hacia ella. Ninguna chica antes se me ha resistido, siempre ha sido muy fácil llevarlas hacia donde quiero. Aunque seriamente solo he tenido tres relaciones en toda mi vida.
Cuando Daniel se acerca y presenta a la amiga de mi.. Maia como Ellie. Claro, ella es la chica de la que me ha hablado antes. Es guapa claro está, es totalmente lo contrario a Maia. Bajita de pelo rubio, aunque puedo jurar que es teñido y tiene una sonrisa radiante y de ojos verdes.
Hago un asentimiento en forma de saludo, sin tomarle mucha importancia y después vuelvo a posar los ojos en Maia antes de que sea muy tarde y la pierda de vista. Lo que me recuerda que tal vez debería pedirle su número. Aunque tal vez no, sería muy precipitado de mi parte. Pero Dios, tengo que hacer algo para seguir hablando.
–¿Se conocen chicos? –La voz de Daniel me saca de mis cavilaciones
–Sí, apenas hoy de casualidad.
–Yo no diría de casualidad- Escucho decir a Maia. Lo que provoca que la recién "pareja" voltee a vernos y yo también me pregunto porque habrá dicho eso.
–El mundo si es pequeño – ríe su amiga y de pronto siento a Maia algo incomoda
–¿Ya te divertiste? – escucho que le pregunta a su amiga, de la cual evidentemente olvide el nombre
–¿Que? Pero, si acabamos de llegar. –le dice asiéndole un puchero totalmente innecesario. Es evidente que Maia se siente algo incomoda. Hasta ahora no había percatado su vestimenta. Totalmente casual pero no por eso deja de verse, ¿sexi? Lleva una blusa floja de color lila, de tirantes que le cae hacia adelante con un pantalón negro que para ser sinceros se ajusta demasiado bien a sus caderas, de las cuales aparto la vista antes de que mis pensamientos sean pecaminosos.
Noto que Maia suspira y se pide otra margarita, en lo que su amiga se va otra vez a la pista improvisada que siempre se forma en centro del bar, la cual es algo patética.
–¿Tú no vas a tomar nada? – Noto que se dirige nuevamente hacia mí.
– No, ya tomé suficiente, creo. ¿Por qué te quieres ir?
–Ya cumplí con mi cuota de sociabilidad por hoy. – medio sonríe, dándole un trago a su nueva margarita.
–¿Cómo es eso?
–Pues, suelo ser muy ermitaña. Salir de casa no es lo mío, a no ser que sea a una librería por supuesto. - Lo que me recuerda al libro que leía esta tarde.
– ¿Así que te gusta leer? – pregunto feliz de poder al fin entablar una conversación.
–Si mucho. Al menos eso intento.
–Lo noté cuando te vi en la cafetería, por cierto, lamento si no te di una buena impresión temprano. Se que fue algo muy raro.
Ella se ríe, y juro que nunca había escuchado una risa tan musical como la de ella en mi vida, y trato de guardarla en mis recuerdos.
–Sí, sí que lo fue. Por un momento pensé que me pedirías la hora, o inclusive dinero. -Comenta echándose a reír nuevamente
– Oh, vamos ¿Tan mala pinta tengo?
–Para serte sincera, la verdad es que sí. –Comenta y se suelta a reír nuevamente- Lo siento, no suelo tomar.
–Ya veo, y si todo esto no es tu rollo. ¿porque aceptaste venir?
–Pues, me suele ser muy difícil decirle que no a Ellie.
–¿Y eso por qué? - Noto como se encoge de hombros.
–No lo sé, no me gusta herir sus sentimientos.
–Eso es un poco absurdo. - Resoplo y ella se me queda viendo como efectivamente lo que estoy haciendo. Juzgándola. Se voltea y apresura su copa.
–Si puede que sí. - No vuelve a mirarme hasta acabar su copa. – Bueno, fue un gusto volver a verte. – Se levanta y procede a retirarse. Como alto reflejo la tomo del codo tratando de refrenarla.
–Espera, perdona si dije algo que te molesto.
–No, no es eso, como te dije cumplí mi cuota de sociabilidad.
–¿Sería muy raro si te acompaño a tu casa? No creo que sea buena idea que vayas solo a esta hora de la madrugada.
–Lo cierto, es que debo tomar un taxi para volver.
–¿Y? De igual modo te acompañare.
–Bueno sí. La verdad es que eres bien raro. – Dice con una sonrisa, pero acceder a que la acompañe. Ella trata de hacerle señas a Ellie para que anunciarle que se va, pero ella está en lo suyo con Daniel. Suspira negando y toma su bolso para por fin irse.
Cuando estamos fuera del bar, hago una seña para parar un taxi, le abro la puerta trasera y subo después de ella, espero a que le de la dirección y este arranca despacio. Durante todo el trayecto no soy capaz de pronunciar ni una sola palabra y noto como ella se remueve en el asiento, incomoda. Pero pues claro que esta incomoda. Me despeino el cabello desesperado por buscar tema de conversación, así hasta que llegamos a lo que supongo es su departamento.
Resulta ser que no vivimos muy lejos, lo que me deja con la posibilidad de regresar caminando. Pero lo importante es que había conseguido averiguar donde vivía.
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Perfecto Destino
RomanceSi siempre estábamos destinados a vernos, a encontrarnos y a platicar indudablemente acabaríamos enamorados, pero ¿por que no estábamos juntos? Que tenia la vida en contra de nosotros para no poder estar juntos. O bueno, así lo era antes. Una hist...