VIII

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CAPÍTULO 8: LA CIUDADELA ... ੭ ·




Mientras la reinado oscuro azotaba al Norte, el Sur atravesaba una guerra civil no declarada. En aquel entonces, el abuelo de Katsuki Bakugo llevaba unos meses de haber ascendido a Drakhon y ya tenía varios problemas sobre sus hombros, como el desorden de clanes menores que buscaban derrocar el sistema que se planteó alguna vez en el pasado.

No existían tal cosa como un rey en el continente de los dragones, si no distintos clanes, a veces separados, a veces trabajando juntos, que respetaban un orden y una creencia: El poder del Drakhon siempre iba a imponer sobre todos sin importar qué, por lo que algún intento de guerra o conflicto usualmente era en vano.

Así que se propusieron a evolucionar, tanto entre ellos como en su espacio, creando así La Ciudadela, capital principal del Sur y hogar del líder del Clan Drakhàn.

Solo existía un camino para acceder a ella, un sendero de piedra con una entrada directa a lo que bien podría considerarse una montaña que servía como base para la estructura, todo alrededor de ella era un simple e interminable vacío al que algunos dragones bajaban para anidar o morir.

La montaña era rodeada por un muro lo suficientemente alto para que desde ese ahí se pueda apreciar el panorama completo de los biomas, adentro de el sobresalían las estructuras de arenisca, hogares de los demás habitantes del clan dragón, la principal y más grande, que era el lugar donde los Bakugo eran residentes, ocupaba el centro de La Ciudadela.

Para poder apreciarla en su totalidad, montar un dragón era imprescindible.

Aiko tenía la fortuna de poder hacerlo en ese momento. Después de un vuelo constante finalmente estaban arribando al Sur. Kirishima encabezaba los aires, con su líder y prometida sobre él, Masaru, Denki y Sero lo seguían casi a la par. Al momento que el dragón rojo cruzó por lo alto del muro, la peliblanca apreció como un par de hombres levantaban una antorcha mucho más grande que ellos y la depositaban en uno de los pilares de la entrada prendiéndola al instante.

Era bastante obvio lo que aquello significaba, hasta un extranjero como ella podía entenderlo; su líder había regresado.

La princesa se dispuso a observar todo bajo ella, los caminos llenos de personas, trabajadores ocupándose en lo suyo, niños jugando entre ellos, era mínimo el bullicio pero podía captar como algunos vociferaban a los cielos en una lengua ajena a ella, bastante tosca y distinta a su parecer. Desde una de las torres de lo que pudo llamar castillo, para nada igual al del Norte, escuchó el sonido constante de un tambor, sin embargo, el dragón pasó de largo y siguió hasta una zona rocosa donde logró divisar una plataforma seguido de una cueva.

Cuando se giró para ver si los demás venían siguiéndolos, se percató que ahora solo volaban ella y Katsuki.

Por segunda vez, experimentó el aterrizaje, mucho más suave y confiado que el anterior, supuso que se debía a la familiaridad de Kirishima con su territorio.

El movimiento del vaivén por fin cesó y ya se convertía oficial su llegada al Sur.

Tal y como la vez anterior, el cenizo era el primero en bajar para después encargarse de ayudarla a hacer lo mismo, pero a diferencia de la otra ocasión, cuando fue cargada de la cintura hasta llegar al suelo, la cercanía con su prometido le provocó un ligero sonrojo en sus pálidas mejillas, cosa que fue contagiada a él cuando notó aquel gesto.

Por un instante creyó que Katsuki le diría algo, puesto a que había abierto ligeramente la boca, mas si había algo que quería expresar, nunca llegó a salir de sus labios ya que fue interrumpido por un grito de llamado al otro extremo del lugar.

A SONG OF DRAGONS ·.★· 𝙗𝙖𝙠𝙪𝙜𝙤 𝙠𝙖𝙩𝙨𝙪𝙠𝙞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora