Resorte automático

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- No tenes que hacer como que te importa- los pies descalzos chocaban las Hojas, haciendo ese sonido que tanto nos gustaba.

- Claro que me importa, vos me importas- Me dijo mirándome a los ojos mientras seguíamos caminando, entonces me pare, se dió vuelta y fruncio el ceño. -Lu...-

- No, por favor no hagas esto vos también.- las lágrimas corrían sin hacer esfuerzo, me acerque para que quedemos frente a frente. - Solo quiero que seas honesta conmigo -

agacho la mirada y volvió a mirarme arrugando los ojos, bajo la mirada a la cadenita y volvió a mirarme.

- Nunca voy a poder desahacerme de tu dolor, sé que no, pero soy sincera con vos, siempre lo fui, odio que no me creas - agacho la mirada cuando dijo lo último.

- Yo te creo, te creo- mi voz seguía quebrada - Y ese es el problema.- empece a caminar.

rápidamente camino atrás mío tratando de alcanzarme lo suficiente.

- No quiero que te sientas así, se lo que pensas- me dijo.

me di vuelta de golpe y vi el miedo en sus ojos, el miedo que se convirtió en tristeza muy rápidamente.

- Yo no te veo como una carga, no importa que tanto me cueste, mientras yo siga viva jamás vas a estar sola- Se acerco a mí para que mis manos no me taparan las orejas. -No me importa cuanto me eches y me alejes, yo siempre voy a estar, eso es lo que te molesta porque sabes que no podes alejarme ni culparme, porque yo si estoy aca.- y me solto.

comenzo a caminar hacia el otro lado.

- ¡No quiero verte más por aca!- le grite lo suficientemente fuerte para que lo escuché.

estoy segura que lo hizo, así que me metí adentro y me arranque la cadenita.

mi cama era lo suficientemente grande para llorar y hacer desastre, era claro.

El RegaloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora