"Me da miedo dejar de amarte, no puedo reconocer una parte de mí donde seas alguien odiable, no entiendo el concepto de ese sentimiento relacionado a tu nombre, a tu ser y a tu sonrisa. Me dan miedo los puentes, ya no quiero cruzarlos, me da miedo pasear por palermo y comer garrapiñada frente al rió.
Tengo el corazón a mil y una sonrisa que no se me borra de la cabeza, algo tan perverso y doloroso que no cabe en la cabeza de mi vieja.
¿Fue mi culpa? Tal vez, pero ¿Hasta que punto?, ¿Realmente fui yo?... ¿O mi manera tan cegada de amar?.
Odio amar así, porque yo jamás hubiese hecho lo que me hiciste, jamás te hubiese traicionado de esta manera.
Por eso es que mediante esta carta me despido de vos, de tus sonrisas, de tus caricias, de tu locura de tu manera tan hermosa y fría de hacerme sentir tu todo y tu nada a la vez, me despido de las veces que te quedaste del otro lado de la puerta escuchando como lloraba, lloraba conmigo y me culpabas de que terminaramos así, me despido de tu pelo y tus manos, en las que nunca me sentí protegida.
posdata: Me arrodille ante cualquier ser superior que existiría para que esto no pasará, para que recapacitaras, pero eso no paso.
posdata dos: No intentes hacer nada, porque no te va a salir ninguna de tus jugadas, mejor arregla tu vida y dale de comer a Willy.
Posdata tres: aunque esté asustada, ahora yo también te odio.
Angélica"
