sɪʟʟʏ ᴛʜɪɴɢs | [ʙʟᴏɢ]

Anécdota contada con BSD

Lo siguiente que voy a contar es en base a hechos reales

Aunque decidí incluir a algunos personajes de BSD, para hacerlo un poco más divertido

¡Disfruten de la lectura! ✨

— ¡Aquí es! —indicó Paula, una chica de cabellos oscuros y lentes.

— Cálmate, deja que estacione —pidió el hombre de cabello rubio y lentes, Doppo Kunikida. Él había estado conduciendo.

— Recuérdame, Pau, ¿para qué vinimos aquí? —cuestionó un hombre de cabello castaño a la chica, conocido como Osamu Dazai. Estaba sentado al lado izquierdo de Paula.

— Para ver si hago algo de compra —dijo la chica animadamente—, quiero ver qué hay de ropa para usar.

— Por lo que dijiste no sólo hay ropa sino artículos para el hogar, ¿no? —cuestionó la otra mujer del grupo, Akiko Yosano. Ella estaba en el asiento de copiloto—. Es curioso.

— Lo sé, pero consideraba que podría venirle bien a la Agencia —Paula rió leve bajando del auto, seguida del resto—. ¡Además, hay peluches!

— Bueno... Creo que a Kyouka le gustaría tener uno, depende... —dijo un chico peligris, Atsushi Nakajima. Estaba sentado al lado derecho de Paula.

— Hay unos de conejito, así que sí es posible que le puedas conseguir uno —comentó la chica.

— ¿Hay oferta? —cuestionó Yosano al ver la pantalla en la puerta, la cual indicaba el nombre de la tienda y una oferta de 40% de descuento.

— ¡Ohh, todavía mejor! De seguro hay para todos los departamentos, ¡vamos rápido a ver qué hay! —dijo Paula emocionada entrando con rapidez.

— ¡Te sigo! —dijo Dazai siguiendo a la chica—. Además, ¿quién sabe si por fin encuentro a la dama que quiera cometer suicidio doble conmigo?

— ¡Eso ni se te ocurra! —Kunikida los siguió, mayormente para tener bajo control a Dazai.

— Mejor vamos antes de que hagan algún desastre —mencionó Atsushi yendo hacia la tienda junto a Yosano.

— De todos modos quiero ver qué tal son las cosas y qué tan conveniente sea que las compremos —comentó Yosano

Paula miraba por momentos la planta baja del lugar, observando un poco sus alrededores.

— Bueno, por ahora no he visto ninguna mujer a quien proponerle suicidio doble —dijo Dazai algo decepcionado.

— En lo que la encuentras puedes acompañarme —mencionó Paula, aunque le preocupaba esas peticiones raras del castaño.

— ¡Hey, un abrebotella de monstruito! —exclamó Dazai agarrándolo de un estante y acercándose con el objeto en su mano.

— Ay, se ve lindo —dijo Paula divertida—. Pero no creo que a la Agencia le haga falta.