Capitulo 2: Al Azar

148 22 0
                                    

                                                                                             T/N

Ya no podia volver a dormir, las imagenes horribles de aquella noche seguian acosandome y que con el simple hecho de recordarlas me provocaban una ansiedad que me erizaba la piel y me consumía por completó.

Con pesadez me levanté de la cama improvisada y revisé mi mochila.

Cada vez se sentía más ligera, un recordatorio constante de que mis provisiones se agotaban rapidamente

Suspiré, consciente de que tendría que hacer paradas en algunas casas o tiendas de autoservicio para saquearlas en busca de suministros. No era una tarea fácil ni segura, pero la necesidad me empujaba a hacerlo.

Me colgue la mochila a la espalda y salí al exterior

Sabia que era peligroso, pero no tenia otra opcion.

Desafortunadamente tardaria unas horas en llegar a Seattle ya que me encontraba a las afueras de este lugar, lo bueno era que aún es de madrugada y llegaria alli antes del medio día.

Eso me daria tiempo para encontrar las proviciones que ocupaba y seguir.

Después de caminar durante varias horas, mis pies comenzaban a resentir el esfuerzo. Fue entonces cuando vi una estación de servicio cerca de mi, —una gran estructura de metal cubierta de escombros y vegetación en su exterior—parecía estar en mejor estado que las ruinas que había encontrado en mi camino.

Decidí que valía la pena investigar, con la esperanza de encontrar algo útil antes de adentrarme mas a Seattle.

Me acerqué con cautela, mirando a mi alrededor, buscando cualquier señal de peligro.

La estación estaba silenciosa, pero eso no significaba que estuviera desierta, cualquier cosa podría acecharnos en cualquier momento incluso estando afuera.

Mis ojos se posaron en un agujero que estaba en un costado del edificio, lo suficientemente grande como para que pudiera deslizarme dentro sin hacer mucho ruido.

Me acerqué y me agaché para entrar. El interior estaba oscuro, olía a humedad y gasolina rancia.

Avancé lentamente, alumbrando cada paso que daba, mientras mis ojos se acostumbraban a la penumbra del lugar. Notando que no habia infectados dentro, ni esporas, asi que inicie mi búsqueda o saqueo como quieran llamarlo.

Después de un rato, lo único que pude encontrar fueron dos latas de sopa y bastantes medicamentos y material medico que, al menos, me servirían de algo. También había algunos otros objetos entre los estantes: luces de batería y un libro sobre la vida en la naturaleza. Aunque no era mucho, estaba contenta con lo que había conseguido.

—Me pudo haber ido peor... —me dije a mí misma mientras guardaba las cosas en mi mochila y me dirigía hacia la salida del lugar.

Sin embargo, justo cuando estaba a punto de salir de la estación de servicio, vi a lo lejos un grupo de personas que se acercaban hacia mi posición. Rápidamente y sin hacer ruido, me escondí detrás de uno de los estantes cerca de la puerta de emergencia.

—Debe de estar por aquí, no pudo haber ido tan lejos. Estoy seguro de que la vi entrar aquí —dijo un hombre, cuya voz delataba que pasaba de los 30.

Me asomé con mucha cautela y, al verlos bien, me di cuenta de que eran lo que temía... Serafitas.

—Carajo—maldije, escondiéndome de nuevo.

Consideré huir por la puerta trasera del lugar, pero al intentarlo, desgraciadamente fallé. Algo frío y metálico se situó en la parte trasera de mi nuca, paralizándome.

—Date la vuelta y no hagas una estupidez —dijo una mujer detrás de mí. Estaba segura de que era una de ellos. —¿Qué esperas? —añadió con desesperación, aún apuntándome con el arma.

Me fui levantando del suelo poco a poco, sin hacer movimientos bruscos, esperando una oportunidad para poder salir de allí.

Cuando por fin me di la vuelta, noté que la chica había bajado la guardia por un momento.

Aproveché aquella oportunidad, saqué mi arma rápidamente y le disparé directo en la cabeza, sin darle tiempo a reaccionar.

—¡Joder!— exclame, cuando toda la sangre cayó sobre mi.

Claramente y estúpidamente, había revelado mi presencia.

El grupo de Serafitas se puso en alerta, rodeando el lugar mientras algunos entraban a ciegas. Pude calcular que eran unos seis.

Por un momento pensé que si podría acabar con ellos, pero aunque lo intentará no tenía la suficiente munición para ello.

Y podría haber más de ellos.

Así que sin perder tiempo, salí por la puerta de emergencia, — mi única vía de escape— dispuesta a huir.

°Solo tú y yo°-Abby x tu ( En edicion )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora