PRÓLOGO

609 38 3
                                    


Ya eran las dos de la mañana cuando Souya salió por la parte trasera de su local de comida japonesa barata para dejar las bolsas de basura sobre los contenedores llenos, aun llovía como todo aquel largo día, como siempre, aunque no era problema ya que tenía puesto su piloto azul para no mojarse preparado para simplemente tomar las bolsas. Estaba cansado, había trabajado el doble pues su hermano se había ido temprano por algún asunto que debía arreglar y él había tomado el mando del local rezando que en aquellas horas que quedaban de la jornada laboral no fue extenuantes. Algo que por suerte no pasó tan difícil de sobrellevar. Souya debía volver adentro del local para cerrarlo completamente, de por si el letrero de cerrado estaba puesto y nadie vendría por lo que cuando cerrara la puerta trasera por fuera subiría por las escaleras de metal hasta su piso y allí se metería para ir a dormir directamente, era lo único que quería hacer debido a su agotamiento; sin embargo, al escuchar unos sonidos provenientes del contenedor de basura del local de al lado se preparó para lo peor, unos ladrones en el peor de los casos o simplemente unas ratas buscando que comer, de todos modos debía ir a ver qué pasaba, ya se había agarrado en peleas con ladrones que buscaban maneras violentas de entrar a los locales por lo que esto no era nada. Agarró un fierro que tenía cerca siempre de la puerta para estos casos, avanzó cuidadosamente con pasos lentos y alerta, bien listo para encestar el golpe mas cuando saltó directo hacia al peligro tan solo pudo ver a un hombre trajeado el cual se veía de su costado izquierdo se podía ver el gran manchón de sangre de sus ropas, tiró el fierro sin pensarlo mucho para acercarse al sujeto quién se quejó del dolor por un momento sin darse cuenta de la presencia de Souya que rápidamente al verificar que era una herida superficial pero dolorosa a fin de cuentas se lo echó en el hombro, pidiéndole que caminara lo mas que podía, debía llevarlo hasta su casa.
La puerta se abrió luego que Souya colocó su pulgar en la lente de reconocimiento de la puerta, entró rápidamente cuando esta se abrió hacia un costado y caminó lentamente hasta el baño donde lo depositó en la tapa del inodoro, aquel hombre ahora estaba mas lúcido, tomándose el flanco izquierdo, maldiciendo al aire y sufriendo por una herida.

- Por favor no hables... - ordenó Souya para ir a correr hacia el botiquín de primeros auxilios de la casa.
- Ni siquiera sabes quién soy. - espetó molesto para fruncir el ceño.

Souya no lo escuchó estaba tan en la suya abriendo el pote de crema aliviadora de dolores y cicatrizante rápido que cuando subió la vista para colocar la crema sobre la herida se percató que aquel hombre aun tenía la ropa puesta; él contrario se rio, dándose cuenta de la situación y procedió primero a sacarse el saco verde, luego su chaleco y finalmente su camisa blanca totalmente empapada de sangre dejando al descubierto un cuerpo tonificado, firme y fuerte. Souya no pudo evitar sonrojarse, era una situación insólita en la que se encontraba con un hombre desconocido en el baño de su casa, ahora estaba hecho una estatua. De fondo la música era la lluvia que seguía cayendo suave y continua, en la que parecía que cualquier otro ruido resaltaría sobre aquella y es por eso que Souya temía que los latidos de su corazón le delatasen de tremenda emoción. El hombre, dándose cuenta de aquella situación soltó una nueva carcajada y volvió a abrir una vez mas su camisa chistando un momento para hacer que aquel chico de cabellos enrulados azules volviera a tierra y comenzara a curarlo; era casi hipnótico la manera en la que Souya lo hacia, sus manos chiquitas, haciendo un poquito de presión en la herida, limpiando, secando, vendando su cintura...

Aquella persona de cabellos violetas en corte wolfcut algo peculiar estaba recostada sobre el sofá, luego de haber recibido primeros auxilios de parte de Souya, ahora se la pasaba observando el techo de ese departamento antiguo, mirando como el ventilador giraba y giraba débilmente como si quisiera ya dejar ese infinito trabajo de dar viento a la habitación, pensó que era gracioso que aun existieran esas cosas mas luego recordó la zona donde estaban y siguió recorriendo con la mirada todo lo que había, ciertamente extraño a lo que estaba acostumbrado a tener. Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando Souya le habló desde esa pequeña cocina, le había preparado un ramen de los que solía hacer en el local de comida por lo que ahora mientras él podía comer algo gratis Souya se había dirigido al baño donde limpió todo rastro de sangre y demás, levantó la camisa ensangrentada con nerviosismo, aún no sabía que hacer con la camisa, chaleco y saco cubiertos de sangre de su visitante, mas al recordar que ahora estaba en su sofá con el torso desnudo, con un enorme tatuaje de araña en su mitad derecha le causaba escalofríos. Si bien siguió algo zombie limpiando al llegar de vuelta en la sala espabiló rápidamente al verlo, su invitado especial ahora miraba la televisión un programa de persecución policial con vehículos a propulsión de aire, se quedó un momento en su sitio antes de avanzar hasta él y entregarle la bolsa con la ropa sucia.

- No sabía qué hacer con ella.
- Ah si, ya no sirve, tírala. - respondió sin despegar la vista de la caja boba.

Un silencio se hizo en la habitación, solo sonaba la televisión y la lluvia que ahora parecía hacerse mas tormentosa que hasta refusilos aparecían a través de los vidrios de la ventana. Para Souya esa no era la respuesta.

- ¿Sabes qué? Déjala en la puerta, cuando me vaya la tomaré y me la llevaré yo. - resolvió para seguir sorbiendo sus fideos observando de reojo a ese chico que le había salvado la vida.

Souya asintió firmemente satisfecho para hacer lo que esa extraña persona le dijo, no le tomó mas de tres segundos hacerlo para regresar hasta la sala donde tomó el tazón que había dejado aquel hombre y lo lavó en el fregadero mientras de fondo escuchaba la risa de aquel ser extraño; Souya sabía bien que no debía preguntar quién era, alguien que aparece con un balazo en el abdomen en un callejón no debe ser alguien de trigo limpio y sin embargo no podía nunca haberlo dejado tirado para que se muera, él no seria capaz, tal vez si su hermano pero él jamás. Pronto ambos decidieron que era hora de ir a dormir, el dueño de la casa cedió su cama, él dormiría en el cuarto de su hermano por lo que luego de darle alguna que otra indicación de como funcionaban las cosas en su hogar pues sospechaba que este no entendía nada se fue directo hacia su lecho por una noche.

Bonten CyberpunkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora