Era temprano todavía para abrir la tienda por lo que los gemelos estaban en el sofá de su casa tomando una extraña bebida azul revitalizante, con la televisión dando las noticias sobre los asaltos desmedidos en la zona periférica de la central de Tokio, algo que podría bien alarmar a los mas acomodados de la ciudad que se escandalizaban con el salvajismo que se manejaba en esas zonas, mas no para ellos ya que era algo de cada día, incluso en la Japón de ese tiempo tan actualizado el terror de la mafia con todo lo que ello implicaba se encontraba a la vuelta de la esquina. Daba igual todo eso estaba de fondo. Ellos tenían otras cosas que hacer, revisando Souya su notebook por datos que aportaran con la descripción de aquel hombre que había salvado el día anterior, en cambio Nahoya buscaba todo en el intercomunicador que colgaba de su oreja, frente a sus ojos, aunque nadie viera, se veía toda clase de información que él había solicitado sobre aquel sujeto; sin embargo, la búsqueda no daba frutos, absolutamente nada servía, era como si hubiera sido un fantasma, un espejismo, en el fondo tenía sentido era de la mafia pero... ¿Tan escondido iba a estar? No les causaba nada de gracia, querían entregar ese pendrive y salirse de líos rápidamente.
- Me rindo, me prepararé un ramen. - soltó de golpe Nahoya para apagar su intercomunicador, se levantó del sofá y se dirigió a la cocina, listo para prepararse el almuerzo del día.
- Debe haber algo, lo que sea, los que están metidos en esto si deben saber. - propuso Souya que se frotó su ojo derecho para voltear a ver a su gemelo.
- No iremos a un nido de ratas por esto. ¿Quieres que te haga de puerco?
- Es necesario Nahoya, yo creo que deberíamos intentar al menos, si por favor.
- Te aprovechas porque eres mi debilidad. - se rio para acto seguido empezar a cocinar en la cocina eléctrica, había métodos mas modernos para hacerlo, sin embargo, Nahoya no creía que el sabor era igual, hacerlo a la antigua era muchísimo mejor.
Luego de una lluvia de ideas sobre que hacer o donde averiguar mas información mientras comían su almuerzo resolvieron que deberían intentar ir con un viejo conocido, alguien que si bien no estaba metido en ninguna pandilla en la actualidad sus clientes solían ser muchas personas de esa calaña, Souya fue el encargado de preparar su mochila con diversas cosas que creía eran importantes, nada de otro mundo, sin embargo, había que ser precavidos y eso él bien lo sabía al contrario de Nahoya que decidió ir asi nomás, una decisión simplista.
Ambos se subieron a sus motocicletas, apenas apoyaron el dedo pulgar en el reconocimiento una voz femenina les dio la bienvenida que sonó al unísono como de costumbre, algo habitual en los gemelos sincronizar sus movimientos.
"¿Cuál es su destino señor Nahoya/Souya?"
"Taller de motocicletas S.S. Motors"
Rápidamente las motocicletas comenzaron a ronronear, el primero en acelerar fue Nahoya segundado por Souya. Fuera las calles estaban algo vacías no es por la hora es porque en aquella zona no es habitual que las motocicletas anden en un paso que es de automóviles viejos, pero como querían cortar camino fueron por aquellos lados donde había niños que salía detrás de una pelota de fútbol hacia lo que habían inventado un arco, una pantalla a un costado de la vereda señalaba el 2-0 del partido, atravesaron la cancha de extremo a extremo y siguieron su camino ahora a la avenida principal donde los autos, tanto eléctricos como a energía solar andaban por el cielo y los de nafta y gasoil en plena calle, pararon frente a un semáforo en rojo y justo una mujer robot policía daba la señal de paso a un par de personas para que pasara por la senda peatonal, los carteles holográficos pronto aparecieron invitando a probar toda clase de productos, comida, servicios y trabajos, aunque todo aquello se esfumó en un segundo al cambiar el color de rojo a verde en segundos, volvieron a acelerar y ahora solo debían conducir derecho hasta doblar en una esquina para meterse en otro barrio, no era de esos ricachones pero era uno modesto, realmente sus amigos la habían ligado bastante bien en aquel sitio privilegiado.
S.S. Motors estaba abierta, los gemelos estacionaron sus motocicletas en la entrada aunque un chico de aspecto angelical con una cicatriz en la frente y de semblante serio los invitó a meter sus motos adentro del local. Inui Seishu, dueño de aquel lugar, escondía mucho mas de lo que decía, sin embargo, su actitud estoica no dejaba ver nada a simple vista, seguramente él sabría quién era aquel hombre a quién buscaban.
- ¿Vienen por un cambio de cables? Los de Souya están, pero Nahoya, los tuyos aún no llegaron, es una podrida mierda esto, hace meses que no entra nada de materia prima y objetos reemplazables. - resolvió Inui seriamente mientras los invitaba a la parte trasera del taller donde estaba su hogar y se limpiaba las manos de aceite con un pedazo de trapo que agarró de una mesa.
- Mmmm no es por ello, Inui. - respondió Souya tranquilamente para pegarse un susto al ver como aparecía de la nada la robot asistente de S.S. Motors.
- Buenas tardes señor Souya, buenas tardes señor Nahoya, ¿Quieren para tomar? - preguntó en un tono sensual, después de todo estaba programada para ello, bien quieta en su sitio esperando respuesta.
- Agua está bien.
- Cerveza está bien.
La robot se fue en cuanto recibió las órdenes, haciendo una leve inclinación para dirigirse a la cocina, Nahoya siempre soñó con una robot asistente, sin embargo, su sueldo si apenas le rentaba para vivir ellos dos decentemente en aquel departamento de mala muerte, tenían suerte de por si que estuviera encima de su local de comida.
Los recién llegados se sentaron en un sillón acolchonado antiguo, de cuero sintético marrón, que se escuchó un sonido de ¡Puff! Cuando al únisono ambos se sentaron, lo cual fue cómico para Inui, no lo mencionaría pero lo tomaría como algo peculiar, esa tan dichosa sincronización, mas importante Inui se dirigió hacia uno de los sillones individuales donde tomó asiento y espero paciente a que sus amigos le dijeran el motivo de su visita, Draken no estaba ya que había ido a buscar un cargamento especial de piezas y ahora estaba aburrido como un hongo en el desierto de no poder hacer nada, que ellos llegasen era una bendición.
- ¿Y entonces por qué vienen? - cuestionó elevando la ceja apenitas para ver llegar a su asistente por detrás de los muchachos sirviéndole a cada uno la bebida que pidió, le hizo señas que se fuera y cuando estuvieron solos nuevamente se colocó serio, con sus codos sobre sus piernas esperando a que hablasen.
- Necesitamos saber si conoces a una persona en particular, ya sabes es de ese mundillo prohibido... - comenzó a relatar Souya lo sucedido, algo nervioso, omitiendo como no, algunas partes raras como cuando le curó el torso y demás.
- Solo hay una persona asi...- dijo pensativo todavía sumido en sus pensamientos, Inui ahora se encontraba recostado en el sofá después de haber escuchado todo el relato de Souya, parecía estar agregando suspenso.
Lo estaba logrando, ambos gemelos ahora lo miraban expectantes, necesitaban un nombre ya.
- Haitani Rindou, tiene un tatuaje de araña en el torso del lado derecho, hermano menor de los hermanos Haitani de Roppongi, ¿Justo a él lo necesitan? - volvió a inquirir en el asunto, pues esto era mas serio de lo que imaginaba, nunca pensó que su amigo habría salvado la vida de aquel sujeto.
- ¿Es difícil de ubicar? - respondió en forma de pregunta Souya, estaba algo impaciente y nervioso.
- Eso y sumado a que él es miembro oficial y de los altos mandos de Bonten, la empresa criminal de Australasia mas fuerte del siglo. - respondió con una sonrisa de nerviosismo. Están jodidos para intentar localizarlo.
Se rio fuertemente para luego suspirar, sacó la lengua para relamer sus labios inquieto, no quería meterse en problemas, sin embargo, esto era grave. Ok iba a hacerlo, iba a darles información sobre lo que sabía, sobre en qué sitios frecuentaban los hermanos Haitani al andar en la ajetreada central de Tokio. La zona roja, la del alcohol, de la prostitución, drogas y juegos de azar, que se alzaba entre medio de una infraestructura que combinaba lo moderno de las luces de neón con los arcos, diseños y vestimentas de una Japón que se extinguió poco a poco.
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Bonten Cyberpunk
Hayran KurguSouya ha metido un hombre a su casa con la intención de curarle las heridas, sin embargo, no sabe lo que ocasiona aquel detalle tan minúsculo como es el ayudar a alguien.