Pequeña aclaración, algo irrelevante a mi parcer porque creo que se sobreentiende. En este Shot el primer y único esposo de Rhaenyra es Daemon, por ende ninguno de sus hijos son bastardos. Si imaginense a Jace y a Lucerys con el cabello Targaryen.¤ ¤ ¤
–Desapareciste toda la mañana ¿Que travesuras estuviste haciendo sobrina?
–Aemond –Lo nombro con la mano en el pecho y una pequeña sonrisa risueña– ¿Que haces aquí? Pense que nos veriamos dentro de dos semanas en los montes.
Aquellos terrenos llenos de vegetación era el lugar donde ambos príncipes se encontraban cada mes. La rivalidad entre sus familias hacía que tuvieran que escabullirse para poder tener unos minutos juntos. Nadie sospecharia que la princesa y su tio se escondían detras de las montañas para dejar salir sus mas bajas pasiones.
–La última vez que tu madre piso King's landing dijo que podiamos visitarla cuando quisiéramos –Chasqueo la lengua–. Se que solo fue una invitación por cortesía, pero aún así la tome. Sabes que no soy muy paciente, moría por verte.
Aemond camino detrás de la princesa y con una sola mano movio su blanco cabello del cuello y deslizo un collar de zafiros en su lugar.
–Yo mismo lo diseñe –Informo con orgullo al ver como el rostro de Rhaella se iluminaba– Dijiste que te gustaba el zafiro de mi ojo, así que pense que te gustaría aun más un collar de la misma piedra preciosa.
–Me sorprende lo bien que recuerdas cada cosa que digo.
–Solo lo hago porque eres tú, mi princesa. Las estupideces que el borracho de mi hermano suelta se me olvidan ni bien cierra su sucia boca.
Rhaella acaricio los relieves del acero contra su pecho, estaban muy bien detallados. No era la primera vez que el príncipe diseñaba una pieza de joyería para ella. Aunque lo negara tenia demasiado talento en ello.
–¡Princesa Rhaella¡ –Grito Cassandra Levis, su dama de compañía – ¡El principe Aemond esta en el castillo mi princesa!
–No fue necesario que viniera con tanto apuro Lady Cassandra. Yo mismo vine a informarle a la princesa sobre mi llegada.
La dama se sobresalto al oir la voz del Targaryen, no esperaba que se le adelantará. Rápidamente hizo una reverencia y luego volteó a mirar a la Targaryen con una sonrisa cómplice. Ella conocía muy bien lo que pasaba entre los principes. De hecho, había ayudado a la princesa Rhaella a escaparse en mas de una ocasión. Lady Cassandra era lo que se conocía como una alcahueta y estaba feliz de serlo por su adorada princesa.
–Es una hermosa joya la que posa en su cuello, mi princesa.
–¿Verdad que si? El principe Aemond la hizo especialmente para mí.
–Es usted muy talentoso, mi principe.
Rhaella asintió dandole la razón sin dejar de acariciar la gargantilla.
–El principe Aemond ha diseñado las joyas mas hermosas que se encuentran en mi alhajero.
El Targaryen desvio la mirada tratando de esconder su sonrisa de satisfacción. Amaba que lo alabaran por sus proezas, sin embargo no quería que Rhaella pensara que era un ególatra.
–Lady Cassandra estare con el principe en mi habitación, por favor que nadie nos interrumpa.
–Como usted diga princesa Rhaella.
Ambos Targaryen completaron el camino hacia los aposentos de la princesa. Aemond ya la estaba esperando cerca de ahí cuando lo encontro, así que llegaron de inmediato.
–¿Fue el jardín de Aegon lo que te mantuvo tan ocupada mi hermosa Rhaella?
–Ya es temporada y esta lleno de rosas silvestres. Fui a repasar mis clases de alto valyrio al aire libre, ni siquiera note cuando se hizo tan tarde.
–Lo sabía –se sento en la cama de la Targaryen–. Quise ir al jardin ni bien llegue, pero Daemon se encargo de mantenerme en el salón principal.
Rhaella busco la tan conocida abertura en su pared y de ella saco sus pergaminos envueltos en manto de cuero. Con eso en mano acompaño al Targaryen y se sento junto a él dejando aquel peso extra encima de sus piernas.
–Daemon parecía conocer mis intenciones –Continuo el principe–. Su sonrisa socarrona nunca desapareció, sabía que tenía el poder de impedirme llegar a ti.
La princesa suspiro. Habian ocasiones en las que su padre parecía decirle que sabía todo lo que pasaba entre ellos. Rhaella estaba confundida. No sabia si su padre conocía la verdad o era solo un plan para hacerla confesar primero. Daemon Targaryen no tenía un pelo de tonto después de todo.
–Mi padre es así, lo sabes. Talvez solo quería demostrar que aquí, en rocadragon, madre y él son mas importantes que tú.
–Hmm, podría ser. Aún así deberíamos tener cuidado.
Rhaella río por la ironía, sus palabras carecían de coherencia ante sus actos mas recientes.
–¿Deberíamos tener cuidado? Sin embargo no te negaste a entrar a mi habitación. Ya esta en la boca del lobo parece no darse cuenta aún principe Aemond.
–Mi tío no sera un problema por el momento –Explicó –. Pude escaparme de él porque le informaron que Syrax había tenido una nueva nidada.
Rhaella nego con diversión. Su padre siempre se emocionaba con la llegada de nuevos huevos de dragon. Solía pasar horas fuera solo para poder sacarlos de las cuevas.
–Sé que mi hermana partio ayer hacía Marcaderiva por el llamado de Lady Laena. Ya que ninguno de tus padres esta talvez podamos ser cuidadosos desde mañana.
–Jace, Luke y Joffrey siguen en el castillo.
–Tus hermanos no me asustan.
–Principe Aemond acepte que no penso en ningún peligro cuando informe que iría a mis aposentos con usted –Ordenó con falsa autoridad –. Sus deseos le nublan el juicio, mi príncipe.
El Targaryen sintió su rostro calentarse así que desvio su mirada de la princesa, no quería verse descubierto. Rhaella tenia razon, él no pensaba las cosas con claridad cuando se trataban de ella.
–Ten –Extendio uno de sus pergaminos–. Quiero que te lo quedes.
Aemond tomo el papel con una suave sonrisa en su rostro. La Targaryen había hecho un retrato de él, uno muy realista. Su orgullo se engrandecio al darse cuenta que ella había dibujado cada detalle de su rostro a la perfección usando solo su memoria. Eso significaba que había estado pensando en él mas de lo que alguna vez admitiría.
–¿Hay mas ahí? –Señalo el manto y ante el asentimiento de la princesa abrio el cuero y saca con cuidado todos los demás pergaminos–
–Esos son míos. Tendrás el privilegio de llevarte una de mis obras, pero nada más –dijo de forma juguetona–.
El príncipe observo con detenimiento cada hoja. En ninguno de los dibujos salia con el parche que usualmente llevaba. Rhaella lo había retratado como realmente era sin sentir asco en el proceso. La princesa lo veía en realidad y esa era la muestra mas pura de amor que el Targaryen alguna vez había recibido.
–¿Te gustaron?
Aemond no respondio. En cambio, volvio a guardar los pergaminos en el manto y los dejo con cuidado en la mesilla que estaba al lado. No quería que se arruinaran de alguna manera.
Luego de unos segundos regreso su atención a la princesa. Acaricio su mejilla y con delicadeza la recosto en el lecho en la que la volvería hacer suya por milésima vez.
Empezo a besarla descendiendo desde sus labios hasta su clavícula con ansías de bajar aún mas. La excitación era evidente en ambos. De apoco y en medio de caricias empezaron a quitarse la ropa. Habia necesidad en sus movimientos, sus cuerpos exigían unirse una vez más.
Mañana sería un nuevo día y como había dicho el príncipe empezarían a ser cuidadosos. Por ahora, solo se undirian en su pasión y deseo.

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Aemond Targaryen One Shots
FanficOne-shots de Aemond Targaryen, tu tuerto favorito. Si tienen algun pedido, estaré muy contenta de recibirlos. Siempre me gusta escuchar las ideas de otros ;)