CAPITULO VI: REDENCIÓN

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Siegfried estaba desayunando con sus hombres, todos guardaban silencio mientras esperaban que su Señor les mencionara sus planes, -- Si salimos hoy a más tardar al atardecer podremos  llegar a Arzasul, que Volert y Felipe se adelanten y avisen a Irving que llegare con mi esposa, que prepare todo para recibirla, también en caso de que Ines ya este ahí me espere en mi oficina privada, necesito explicarle la situación. Todos asintieron a las palabras de Siegfried, pero Mela  no entendían  ¿porque enviar a Felipe ?el era un caballero y no un escudero como Volert,  acaso lo decidió así por lo que había pasado en estos últimos dias, aunque se suponía que llegarían a las tierras de su Señor en cinco días, estaban tardando el doble debido a que no tenían contemplado desde el principio viajar con la Duquesa y no habían hecho los preparativos necesarios para el viaje.

Durante ese tiempo Felipe se ofreció para acompañar a la Duquesa cosa a la que Siegfried habia accedido sin problema, durante ese tiempo parecía que ambos se habían vuelto cercanos, platicaban mucho Adhara siempre le preguntaba cosas y Felipe contestaba sin problemas  y viceversa en algunas ocasiones cuando tomaban un descanso Felipe desaparecia y volvia con un ramo de flores y se lo daba a la Dama en secreto,en ocasiones le decia algo y ella reia eso parecia molestar a Siegfried, pero lo que no tolero fue lo que habia pasado la noche anterior,  mientras el resto montaba el campamento ya que no habría posadas cercanas y no podian arriesgarse a seguir su camino en medio de la noche, Artila y su subordinadas montaban una sencilla carpa para su señora. Todo lo que se escuchaba era el silencio de la noche, cuando un grito se escucho llamando la atención de todos, la joven Duquesa había querido llegar a la fogata pero no vio una raíz que sobresalía y tropezó gracias a los reflejos rápidos del caballero a su lado no termino besando el suelo o aterrizando sobre el fuego; las manos de Felipe estaban en la delgada cintura de la chica, dado la situación Adhara se sonrojo al igual que el caballero, eso era raro en el, así que con cuidado la ayudo a recuperar el equilibrio pero antes de que pudiera decir algo Siegfried se había acercado lo suficiente para ver la escena, para quien no hubiera visto todo parecía que Felipe estaba abrazándola como si fueran algo, eso molesto a Siegfried quien con voz fría despidio a Felipe.

El Duque estaba furioso  su esposa parecía estar muy cómoda con Felipe, mientras que durante todo ese tiempo ella nunca se acercó a él, cuando se acercaba a ella se mostraba rígida y se negaba a verlo a la cara sin mencionar su nerviosismo, eso lo molesto y no permito que Artila y la escolta de su esposa se separaran de ella y obviamente no quería a Felipe cerca.

Mientras se preparaban para partir Adhara miraba a su alrededor,  Mela se acercó a ella con una sonrisa--- Señora ¿ busca algo?
---  No,... bueno hoy no e visto a Sir. Felipe ¿donde esta?¿Esta bien? Adhara pregunto con curiosidad,  pero fue su esposo quien contesto-- Se adelanto para avisar de nuestra llegada. Adhara solo asintió pero de nuevo no lo miro, camino hacia el carruaje Mientras Siegfried la miraba con el ceño fruncido ¿Acaso estaba molesto? o ¿celoso? Mela sonrió para sus adentros aunque la decisión del hombre era el divorcio nadie podia negar que ahora se estaba debatiendo sobre su decisión.

Conforme se acercaban al lugar donde viviría aproximadamente un año Adhara se impacientaba seguía pensando en la propuesta de su esposo,  el habían dado su palabra, pero y si cambia de idea, aún no estaba lo suficientemente convencida para poder confiar en él, pero Sir.Felipe era diferente más porque le  hablo del interés que tenía por Camil, era lindo para Adhara ser la intermediaria entre ellos, le parecia tan romántico que Felipe cortejara a su amiga en secreto. Cada que el le entregaba las flores a ella y ella se las daba a Camil en secreto la joven Duquesa se sentía feliz tanto por las expresiones de su amiga como por el hecho se sentirse útil, aunque su mente le preguntaba si algún día ella viviría algo parecido, aún cuando se había hecho a la idea de ser abadesa, no podía negar que en el fondo de su corazón le habría gustado ser cotejada con galantería, haberse sentido enamorada y sobre todo haberse entregado  por voluntad propia al hombre qué amaba, pero su realidad era una muy diferente lo cual hacia un hueco en su corazón.

Después de la Victoria Donde viven las historias. Descúbrelo ahora