Geo Granate

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Casi no le quedaba aliento. La joven corría entre las callejuelas lo más rápido que su adrenalina la ayudaba intentando despistar a los soldados que la perseguían, pero estaban organizados y era difícil si incluso llevaban esa tecnología encima. Saber cada rincón del sector bronce igual es útil, pero era consciente de que lo único que estaba consiguiendo era alargar la persecución.

Su corazón latía tan rápido como su respiración, sus nervios crecían a medida que iba sintiendo que huir no le servía. Pero tampoco deseaba enfrentarse; el hecho de pensar en volver a sentir otra vez aquella sensación, incluso la aterrorizaba más que el ser atrapada por los perros de Sy-E.

Su carrera no cesaba pese a la fatiga de su cuerpo, con agilidad esquivaba obstáculos e intentaba no derribar a ningún transeúnte que paseaban tranquilamente entre callejones y puestos ilegales. Al girar en un cruce, detuvo su huida casi resbalando por el húmedo cemento, manteniendo el equilibrio en una pose atlética, descubriendo quién le cortaba el paso.

En aquel mismo instante sintió que le faltaba el aire y comenzó a intentar respirar con urgencia emitiendo pequeños gemidos de ahogo. Puso sus manos en el cuello y en el pecho, sintiendo una gran presión en estos, pero físicamente no hay nada en su cuerpo.

Cayó al suelo de rodillas afligida entre el terror y la desesperación de no poder respirar y cuando quiso creer que iba a desmayarse, una bocanada de aire entró en sus pulmones y respiró con tanta fuerza que incluso le dio por toser.

Allí, frente a ella, con su figura desdibujada por las sombras del perdido callejón; uno de los cuatro comandantes de Sy-E: Andras, el señor del viento.

Dos de sus hombres le acompañaron, arrodillándose en posición de combate apuntando a la joven con sus grandes armas de fuego.

A estos soldados nunca se les veía la cara, e incluso jamás podrías adivinar si es hombre o mujer por el traje táctico que llevan cuando están de servicio. Muchos bolsillos para guardar tecnología, llevan botas, guantes... muy básico, en negro. El casco, que lucía la misma sobriedad, destacaba por su luz roja intensa en forma de uve. Al igual que en la parte alta de la espalda, un holograma led los identificaba como parte de Sy-E con el mismo rojo intenso.

Pero no olvidemos a Andras, el comandante. No era un secreto que los cuatro comandantes son elegidos puros. Habían sido entrenados para dar servicio de protección contra los que despertaban sus poderes mágicos y solo acataban órdenes de apresar o matar a los que eran como ellos, así de simple.

Imponían muchísimo respeto. No necesitaban más que el casco para dar y recibir órdenes. Un casco brillante, oscuro y con una doble luz roja, más grande que el de sus soldados.

Por lo general, portaban una chaqueta y pantalones oscuros de la propia compañía, para identificarles como tal sin tener duda alguna.

Aquella doble luz se posó frente a la cara de la joven, que aún seguía luchando por recoger el aire que le había faltado segundos antes. Andras se había puesto de cuclillas frente a ella y la observaba sin decir palabra.

La joven podía verse reflejada en el brillante casco, y casi cegada por la luz roja que iluminaba su rostro lleno de miedo y confusión.

El comandante extendió la mano con la palma hacia arriba, pidiéndole algo a la joven. Ella se llevó la mano hacia el pecho y por el cuello de la ropa sacó un brillante colgante dorado con una piedra perfilada y de color rojo oscuro.

Una geo-granate totalmente enlazada con ella y eso, Andras lo sentía.

Con la mano temblorosa, posó el colgante sobre la mano del comandante y la retiró con rapidez. El casco comenzó a moverse inspeccionando la piedra en su mano, sin moverse un ápice de al lado de la joven. El casco volvió a girar hacia ella, esta vez acercándose muchísimo más a su cara. La joven hizo amago de huirle haciéndose para atrás, pero rápidamente la mano de Andras agarró su nuca con violencia y evitó que le huyera.

Ella comenzó a temblar, cerrando los ojos y casi llorando, la doble luz intensa del casco aún podía cegarla. El frío metal tocó su cara y abrió los ojos. Por la apertura del casco, por dónde salía la luz y ellos podían ver a través, la joven pudo mirarle directamente a los ojos y sentir como él estaba sonriendo de oreja a oreja.

-Muy bien... -Un susurro grave salió del casco-. Tu aliento ahora baila a mi merced. No me gustaría asfixiarte de nuevo. ¿Vas a colaborar?

La joven intentaba aguantar el pánico y no deshacerse en lágrimas. Pero Andras era un hombre muy impaciente.

-¡Responde! -Gritó con furia zarandeando a la joven por el pelo.

Ella se quejó entre sollozos, pero asintió con la cabeza de forma nerviosa mientras las lágrimas resbalaban por sus mejillas y mojaban el casco de su contrario.

La soltó de forma bruta, empujándola hacia un lado haciendo que quedara tumbada en el suelo, sin fuerzas, aterrorizada y sollozando.

El comandante se levantó con el colgante en sus manos tras arrancárselo sin esfuerzo alguno y movió ligeramente su casco, los soldados reaccionaron al unísono y se levantaron para recoger a la joven.

Pero el colgante brilló en las manos del comandante y sintió la fuerza de la invocación. Intentó dar una voz y avisar a sus hombres, pero una explosión hizo que todo fuera caos en cuestión de segundos.

[Voice Acting de Andras en TikTok. ¡Búscame! DreaWiWattpad]

XhevahirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora