Ágata vibrante

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Andras parecía otro hombre sin el casco. Con una melena que le llegaba bajo los hombros, blanca como la propia luna. Pero no por ello perdía presencia, el comandante imponía de igual manera, quizá más al poder ver sus expresiones en lugar de estar ocultas tras aquel casco de doble uve.

Yicks hizo un movimiento con su mano señalándole que entrara. Obedeció al instante; la puerta se abrió y entró, disimulando sus nervios por aquella reunión urgente.

Un silencio incómodo se sentó junto a ellos. Andras observaba con detenimiento cada movimiento del señor Erebus Yicks, jefe y fundador de Sy-E.

De rostro serio y facciones muy marcadas, lucía con orgullo las cicatrices en su cara que demostraban que había combatido en las guerras mágicas. Dos debajo del ojo derecho, otra que cruzaba su mentón y una tercera desde el oído hasta la sien izquierda.

Vestía siempre de gris oscuro con el emblema de Sy-E abanderando su pecho. Era un hombre de pocas palabras y cabeza fría. Nadie le había visto alterado jamás, nunca perdía la razón ni las formas. Su cabeza iba cuatro pasos por delante de él mismo si quiera, lo que le convertía un hombre temido y muy respetado.

Erebus se levantó de su silla con pesadez, apoyando las manos en el escritorio de cristal. No es que fuera por estar bajo de forma o cansado, sencillamente la edad tras haber sido soldado casi toda la vida no prestaba mucha ayuda.

La esperanza de vida se había disparado tras la colonización de la Luna. Los nuevos laboratorios y la forma de vida habían mejorado la calidad y salud de los ciudadanos de la colonia lunar más grande de la historia bautizada como Xhevahir.

La infraestructura fue construida con el fin de crear su propia climatología gracias a los avances científicos. Generando así su propia agua por condensación, oxígeno de forma natural con plantas y todo bien sellado con una cúpula de cristal que cubría toda la colonia.

Desde prácticamente cualquier sector se podía ver el porqué la humanidad tuvo que refugiarse en la Luna. Todos los días, a cualquier hora, con la misma sensación para cualquiera...

La tierra resquebrajándose. Perdiendo su verdor, su azul... su forma.

Xhevahir estaba estudiada para tener varios sectores diferenciados que cubrían un trabajo esencial para la conservación y existencia de la colonia. Sectores como el bronce, destinado al ciudadano trabajador. Desde mantenimiento, hasta minerales y materia prima. El sector diamante para los negocios y comercio. Platino para servicios humanos tales como sanitarios, protectores y salvamentos.

Y el sector titanio. Donde las fuerzas de Sy-E tenían su sede. Erubus Yicks, tercero de su apellido, heredó de su padre, y este de su abuelo, el sistema de vigilancia que nació en la tierra mucho antes de las guerras mágicas, con el único fin de proteger de las aberraciones humanas que mutaban en magia y hacían peligrar el equilibrio mundial.

El apellido Yicks siempre había sido respetado y con el tiempo había ganado poder entre el pueblo, quedando ahora como un único gobernador que vigila y mantiene a salvo lo que queda de humanidad.

Nadie lo impidió debido al miedo y la desconfianza. A pesar de los genocidios cometidos y la cantidad de injusticias, absolutamente nadie se puso en contra... al menos nadie que ahora quedase vivo.

Ahora, el tercero de su apellido sabía con exactitud a que se enfrentaba, como se perseguía y qué debía de hacer, cosa que sus antepasados solo tuvieron dudas mientras todo cambiaba de forma brusca y desconocida.

-Hay tres sectores en pánico. Diamante ya calcula las pérdidas. -Informó Erubus con tranquilidad aparente.- ¿Debo desvincularte, Andras? -Amenazó.

-... No, señor. -Contestó con temor.

-Escuadrón y medio herido. Tres de ellos de gravedad. Dos explosiones pequeñas que han desmoronado edificios antiguos y dejado a cientos de familias en refugios...

Erubus posó sus manos en la parte baja de la espalda y comenzó a caminar por el despacho, anunciando cada paso de forma firme, dando importancia a cada palabra.

-¿Quién eres...?

-Andras Droi, mi señor. Comandante señor del viento. -Respondió sin dudar.

-El señor... del viento... -Analizó como si fuera la primera vez que lo escuchaba.- Un hombre maldito, de pureza, bajo mi protección y órdenes.

-Así es. -Agachó la cabeza tras intuir lo que acontecía.

-Un puro y seis hombres armados contra un medio maldito.

Erubus dejó de caminar, quedándose justo detrás del comandante. Sus fuertes manos se posaron en los hombros de un nervioso joven que había levantado la cabeza para aguantar con orgullo lo que se le venía encima.

-¡¿Porqué tengo tres sectores en pánico y ningún maldito al que sentenciar?! -Su voz sonó grave y muy seria.

Andras tragó saliva, aguantando el escalofrío sufrido por aquel sobresalto que le había intimidado. Él no iba a ser ni el primero ni el último al que Yicks se le antojaba que no servía y acababa por sacrificarlo como cualquier maldito capturado.

¿Qué podía decirle que fuese útil? ¿Que esa chica estaba vinculada y era más que media maldita?

¿Que la explosión le tomó por sorpresa?

¿Que él esperaba un poder de fuego y no surgió?

¿Que la joven parecía arrepentida?

Todo eran excusas para la talla de un comandante.

[Voice Acting de Erebus en TikTok. ¡Búscame! DreaWiWattpad]

XhevahirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora