Aunque fuera un accidente, los remordimientos superaron cualquier temor ante otra caza. Tras haber provocado las explosiones, la joven maldita decidió ocultar su pelo y ojos, para ayudar a la reconstrucción del barrio.
No podía evitar pensar en las familias que había dejado sin hogar, recordando su propia casa y su propia familia que no tenía ya.
Quizá no fueran sus padres, pero los quería como tal y para ellos había sido su preciosa hija.
Pero la vinculación a la geo-granate lo había complicado todo y el despertar de su poder hizo que los abandonase para evitar ponerlos en peligro.
Kerandra Dea, ahora sin apellido, sin sector. Al moverse sin hacer papeleos, está de forma ilegal en el sector bronce, ganando recursos en trabajos varios. Pero esas cosas eran minucias para las personas que vivían allí, no se preocuparían de las ilegalidades mientras no fuera injusto, y la situación de aquella joven no le importaba a nadie.
A pesar de ir casi irreconocible, Kerandra tenía otra maldición, la de ser una joven difícil de obviar a la vista. Tenía un largo cabello moreno lacio y unos ojos esmeralda que cautivaban. Su físico no era más que la de cualquier persona que se movía mucho y comía lo justo para no desfallecer.
Jamás supo de su poder, pero la geo-granate la acompañaba desde que tenía memoria y siempre pensó que era un regalo, un recuerdo de sus verdaderos padres... hasta que comenzó la vinculación y despertó su poder. Entonces pensó que sus padres sabían de su maldición y la abandonaron por ello... probablemente.
-¡Oh! Perdona, no te había visto. ¿Estás bien? -Un chico se había cruzado con ella y sin querer se habían chocado.
-E-estoy bien, disculpa. -Kerandra se afanó en que no se viera ni su pelo ni sus ojos.
-Quizá esas gafas oscuras no ayuden mucho aquí dentro... -Dijo de forma directa.
-Como tus flores. -Espetó cortante mirando el caos del edificio derruido a su alrededor.
-¿Tu crees? -Sonrió con seguridad mientras sostenía el gran ramo de flores.- ¿Qué crees que pasará si comparto estas flores? -Tomó una y se la acercó.
-Pues... -Tomó la flor y la olió, haciendo que sonriese unos segundos.- ¿Nada?
-Esa sonrisa cambia la luz de este lugar. Imagina si todos lo hiciesen. Si el color de estas flores quitase la pesada oscuridad. ¿Estás segura?
-Vaya con el chico de las flores... -Volvió a sonreír.
-Vaya con la chica misteriosa y su sonrisa...
Antes de que pudiera responderle, el joven se marchó a repartir aquellas flores de diferentes formas y colores. Un muchacho de pelo oscuro y ojos almendrados. Con una sonrisa de optimismo en el rostro, el alma altruista y las manos repletas de flores.
Pero las distracciones cuando están buscándote no ayudaban. Kera se percató tarde que los soldados de Sy-E estaban rodeando la zona, identificando a los ciudadanos. Sin duda alguna, el comandante con el que se había cruzado no se había olvidado de su cara. Era cuestión de tiempo que se volviera a repetir.
Se movió rápida hacia la otra salida, por donde se retiraban los pedruscos más grandes del edificio, pero también estaban allí los soldados. Volvió sobre sus pasos pero se detuvo de nuevo, sintiéndose como una presa que sabe que está condenada a caer en las manos de su cazador.
El chico de las flores se puso delante de ella, golpeándola con el ramo suavemente en el brazo.
-¡Ah! -Se quejó susurrando.- Oye, ahora no.
-Ven conmigo... Exagerada. -Susurró cómplice, mirando a los soldados.- No hay tiempo.
A pesar de ser un desconocido, era casi mejor que volver a salir corriendo perseguida por los soldados y algún Comandante. ¿Sería el mismo? No iba a quedarse para comprobarlo.
Con un disimulo poco correcto, ambos muchachos cruzaron el lugar aprovechando que los ciudadanos que estaban allí ayudando a reconstruir o acogiendo afectados, comenzaron a increpar a los soldados por ir a molestar en lugar de ayudarles.
Realmente a éstos les importaba bien poco, tenían órdenes de su comandante y acatarían sin remordimiento alguno. Buscar a la chica era la única opción y eso hacían por todo el sector.
Gracias al derrumbe ocasionado, pudieron escabullirse rápidamente entre los lisos y blancos muros que marcaban los límites del sector de bronce.
Pero aquello, en cierto modo y por instinto, la hizo dudar y se quedó quieta, clavada en el lugar, observando cómo el joven saltaba con agilidad los gruesos pilares, adentrándose poco a poco en un hueco donde le pertenecía a la naturaleza que crecía sin control.
Entre los más jóvenes se avivaba el rumor del sector verde. Un lugar que no pertenecía a la atenta mirada de Sy-E, en el que no vivía nadie porque decían que la naturaleza no permitía la presencia del hombre.
Realmente aquel sector tenía una historia propia para aquellos que se atrevían a saber más allá de los simples rumores y aquel joven parecía ser uno de ellos.
-¡¿A dónde vas?! -Alzó la voz, bastante dudosa.
-¿Acaso quieres que te encuentren? ¡Venga! -Le hizo una señal para que le siguiese.
-¿Cómo sabes que vienen a por mí? -El joven siguió avanzando sin responder.- ¡Eh! ¡Espera! ¡Eh!
Con cuidado, Kera comenzó a pasar por el mismo lugar que él, ella también tenía buena agilidad, pero la duda hacía que cada paso fuera más peligroso que el anterior.
El color blanco inmaculado desaparecía cambiando por el verde de las plantas que comenzaban a rodearla mientras avanzaba. Realmente era un descanso para la vista, siendo que toda la ciudad es blanca, gris claro y cristal, combinado con el verde o algún color puntual de las plantas que estaban estratégicamente puestas para el funcionamiento correcto de la colonia.
Sentía algo extraño al respirar, era más denso, más pesado, pero realmente no se encontraba mal.
Frenó en seco tras un repentino susto que casi la hizo caer, la mano del chico estaba atravesando unas densas hojas con ramas jóvenes enrevesadas. La esperaba al otro lado, como si fuera una puerta de descontaminación, de esas que te llevan a otro lugar muy distinto del que vienes.
Tomó su mano con fuerza y sintió el tirón, además de una pequeña risa gamberra por parte de su compañero. Ella no pudo evitar gritar, no muy alto, pero era la impresión de ir a lo desconocido.
Cerró los ojos por las hojas y las ramas, su cabello se enredó un poco, y tras poder abrir los ojos y observar, se quedó sin habla.
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Xhevahir
Science Fiction[⛔ HISTORIA EN PAUSA] [700/1000 palabras por Cap.] Hace cientos de años, la humanidad fue condenada a convivir con mutaciones mágicas que lograron poner en jaque la supervivencia del propio planeta. Ahora, la colonización de la Luna es próspera grac...