Razas diferentes Ω [BakuDeku]

Míos

Izuku parpadea un par de veces ¿En serio es Kaachan? Con lentitud, se aproxima, olfatea en el aire. Katsuki le sonríe con dulzura, deja salir una cantidad pequeña de sus feromonas y le aproxima su muñeca.
El omega, aún con precaución, olfatea su glándula menor, sin dejar de mirar su rostro esperando no ser engañado mientras huele.

Pero en ese aroma agresivo que es sinónimo de peligro para las presas, también está el olor de su antiguo amigo, el único que lo trato bien. Con una gran felicidad sin poder controlar su cuerpo, brinca para abrazarlo con fuerza.
—¡Kaachan! — el rubio pierde el equilibrio pero aún así lo atrapa, no lo suelta. Sus glúteos sufren el impacto. —Kaachan, Kaachan, Kaachan está de vuelta. — Expresa con mucha emoción — ¡Mira esa cola! — El rubio lo mueve su extensión peluda al notar las intenciones del conejo en agarrarlo, ya que no le gusta que lo toquen. Pero eso no detuvo a Izuku para ahora dirigirse a sus orejas y Bakugo salto al sentir un pequeño apretón — Te crecieron mucho.

El alfa tomo las muñecas del pecoso, se observan por un momento notando los cambios de ambos, sus rostros maduros al pasar doce años cuando se vieron por última vez. Al final, con una enorme necesidad y cómo si fuesen de la misma manada pegan mejillas para frotarlas compartiendo olor, ronronean en el proceso.

El lobo cierra los ojos, disfruta del contacto.
— Así que aquí es donde estabas. — menciona en un suspiro. Toda esa pesadez y angustia de no poder encontrarlo se borraron, se dió por vencido, creyó que el pobre e ingenuo gazapito había sido cazado.

Izuku retrocede, se pone de rodillas frente al rubio.
—Pasaron muchas cosas, la tenía difícil desde que falleció mi madre, de hecho cuando te conocí tenía poco de eso. — Menciona avergonzado, con sus orejas bajas.

Katsuki acaricia la cabeza del pecoso.
—Lo lamento mucho, debió ser duro para un gazapo. Ya se me hacía raro que te dejarán jugar en un lugar donde prácticamente era zona abierta.

—Era mejor que estar en la madriguera dónde nunca me aceptaron, los entiendo era una carga, ningún conejo quería traer una porción extra de comida. Por eso salía a buscarla en mi ignorancia y vaya que le sufrí. — Expresa mostrando unas cicatrices provocadas por caer a algunas trampas, entrar en plantas con espinas para refugiarse o simple pedradas que le tiraban los niños mayores cuando intentaba acercarse para jugar.

Katsuki sujeto ambas manos para aproximarlas a sus labios y besarlas.
—Te juro que de saber que estabas solo, te llevaría conmigo.

Izuku siente la calidez de su amigo y eso lo hace sentir feliz, niega con su cabeza.
—Todo estuvo bien, cada quien debe estar con su especie.

—¿Aunque no te acepten? — Pregunta confundido.

—Cuando no te aceptan inicias tu propia madriguera ¿No?

—Entonces este lugar... — se observan unos segundos, Izuku muerde su labio inferior por los nervios, pero Kaachan no lo lastimaria a propósito, así que asiente confirmando que está solo — Oh...— Fue lo único que pudo articular en ese momento, trato de controlar su emoción para ahora no ser quien brinque encima de Izuku, pero para arrancarle esa ropa y dejarlo de una vez con su marca permanente.

El sonido de un cachorrito, hizo que Izuku se levantará de inmediato, va al nido para subirse, lo carga con leves ronroneos calma el llanto. Restriega su rostro en la carita del bello lobezno negro, le da un par de besos, luego lo deja de nuevo en su nido.

La atenta mirada del lobo está sobre él, se da cuenta de su curiosidad o locura, como bien su amiga dijo al estar criando unos carnívoros.
Suelta un pesado suspiro, quiere que esto termine de una vez.
—Vienes por ellos ¿Verdad? — Le pregunta con dolor, acaricia a cada bolita de pelos.