Nacimiento

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Izuku abre los ojos en medio de la noche, era la quinta vez que le pasaba y es extraño cuando aun se cae de sueño. Su instinto le decía que se mantuviera alerta, a pesar de que Izuku en ocasiones no entiende a su omega, accede. Se sienta sobre el nido, mira a su alfa durmiendo muy tranquilo, sonríe para sí mismo, ama mirarlo de esa manera. Decide salir con cuidado de no despertar a Kacchan e ir a mirar a sus cachorros pensando que tal vez su omega está de nuevo sensible y necesita olerlos un poco, pero nada cambia. Sus feromonas incomodan a los infantes que arrugan sus caritas, sale del lugar sin regresar a su cama.

Siente cierto calor así que se dirige a tomar un poco de agua cuando unos fuertes piquetes le dan dolor en su espalda baja, se soba un poco buscando algún bulto o anomalía sin resultado. Hace unos estiramientos logrando tronar él área, no le ayuda en nada. Suspira para tomar otro sorbo de agua cuando nota que el dolor se expande a su vientre y la incomodidad incrementa, se queda un par de minutos y así como viene, desaparece. El omega frunce el ceño, sospecha lo que quieren decir esas señales. Saca un mini reloj de arena que tarda diez minutos en caer de un lado a otro. No se había dado cuenta que está sudando frío y que realiza ejercicios de respiración de manera natural, pone una mano sobre su vientre y los movimientos no se hacen esperar junto al dolor que lo hace doblarse hacia enfrente y la calidez de un líquido que corre por sus piernas lo confirma todo.

El pecoso sonríe, los acaricia por la revolución dentro de su vientre, se están acomodando para salir.
—¿No pudieron nacer en un horario normal, ¿verdad? — Simula regañarlos pero en realidad su voz es muy cariñosa, dulce y gentil.

Cierra los ojos cuando una contracción más fuerte aparece, voltea con el reloj, ha pasado la mitad de tiempo, concluye que lo que lo despertó tantas veces fueron las contracciones, era el momento, daría luz. Sus muslos hormiguean, siente que pierde un poco de fuerza, da un par de pasos cuando casi se resbala con sus propios líquidos que afortunadamente logró sostenerse por una pared. Izuku trata de mantener la calma ¡Pero todo está pasando tan rápido! Al punto que le da miedo, no sabe si todo es normal o algo está mal, solo sabe que debe de apurarse en llegar al nido o a este paso daría luz en el piso.

Al no tener el control de nada, sus feromonas salieron disparadas despertando a su alfa, sale de inmediato al no mirar a su pecoso en la cama, además el aroma informa que está aterrado. Lo encuentra en la sala recargado en una pared, sudando, jadeando y con los líquidos por el piso.

Katsuki se aproximó a una velocidad considerable para no asustarlo, lo cargó con cuidado y besó su frente.
—Tranquilo, estoy aquí. — Le dice caminando hacia el lugar planeado para tener a los cachorros.

Izuku se aferra al cuello de su pareja, busca su olor para relajarse, se concentra en su glándula de aroma, se restriega constantemente esperando quedar impregnado.
—Duele Kacchan.

El cenizo lo miró directo a los ojos, su alma se rompió. Sabía que no miente ni exagera.
—Lo sé mi conejito, pero ya estoy contigo, no estás solo.

Llegan a su nido preparado, el conejo se relaja porque sus necesidades de instinto se satisfacen, los omegas cambiaformas siempre quieren dar luz en sus nidos. 
Katsuki con mucho cuidado le quita la ropa de la parte inferior, limpia un poco sus piernas para subirlo entre las telas y prendas que Izuku se restriega de inmediato buscando consuelo sin contar que otro calambre abdominal fuera dolorosa al punto de curvar su cuerpo, su piel empieza a sacar pelaje verde por un segundo y regresa a su color de piel pálida, le parece extraño que su Omega se quiere transformar en este momento, lo evita pero peleó unas cuentas veces por la insistencia.

—¿Qué te sucede? — Le pregunta Katsuki.

—Hay muchas cosas que no entiendo Kacchan, soy tan nuevo como tú en esto.— Le responde entrecortado.

Razas diferentes Ω [BakuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora