Cometas al cielo

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Nada tiene sentido, la vida no tiene sentido» «nada tiene sentido, la vida es extraña» habia dicho después de que un hombre cuyo nombre desconocía apilara muchas piedras en reciente tumba de su padre

-¿Como te llamas? -preguntó un hombre, aquel que después de marchados siguió haciendo un rezo

-Karseem.. -dijo en un suspiro. Había dicho su nombre masculino para no levantar sospechas

-Acompañame -dijo el hombre tras un largo silencio

Ya no le quedaba nadie a su lado, su padre, "el maestro"-como le decían- era la única persona que le había acompañado durante muchos años por esta tierra llena de desiertos
Su padre, su única compañía... ya no estaba viva y ahora no sabia que hacer

Sintiendo pena levanta la mirada y ve a un muchacho escarbando en un zanja buscando algo de valor.
Eso le recordó a hace algún tiempo cuando estaba con su amiga Halim buscando huesos en las tumbas para vender

Pone unas cuantas piedras alrededor para marcar el limite y ve que faltan algunas.

Ya después pondría algunas. En Afganistan, sobraban las rocas

Siguiendo la voz del hombre fue a parar a una casa semi en ruinas. Ahí vivían él, una mujer y la soledad.

                          _____

Llamé en las puertas del aire y respire profundamente. Un cierto sabor a humo llenó mis pulmones. Era el humo de la pólvora. Era el humo de la guerra. Era el humo de un viento que estaba envenenado.

Se sentia triste. El navegante no comprendía bien el arte de los sentimientos. Me sentó en una silla que estaba intacta dentro del desahuciado hogar.

Fue entonces cuando lo vió. A lo lejos, como guiado por las caricias del viento, un avión volaba juguetón en la claridad, diseñando piruetas traviesas en aquella pantalla enorme que se presentaba ante su mirada

«Una cometa maravillosa, de esas que le había pedido a mi padre para hacerla volar y jugar corriendo descalzo por la playa» pensé

«Mi padre», «mi padre» fue diciendo en voz apenas audible y cinco lagrimas rodaron por su mejilla. «¡mi padre!». Una sirena, polvo, camiones, soldados, rifles, gente que caía, uniformes, pólvora, miedo.

Desde ahí no lo habia visto. Una explosión acabó con la poca vida que le quedaba a su padre

-Mi padre -volvió a repetir, como amparándose en estas tristes palabras. -mi padre -repetía bajito, muy bajito.

El avión seguía arrogante en el aire, ajeno a sus sentimientos. Puso su mano de frente, a modo de visera y seguía con los ojos muy vivos la trayectoria del cometa, cada vez mas cerca, cada vez más grande.
Una cometa que segundo a segundo parecía menos cometa. Una cometa que hacia ya un ruido ensordecedor. Una cometa que empezaba a escupir rayos de fuego y sementó de terror unos oteros que apoyaban sus cumbres en el regazo del cielo que le daba cobijo al monstruo de hierro.

La cometa, ese sueño infantil que quiso soñar, se convirtió en un avión agresor. Tapó su rostro con las manos y así estuvo largo tiempo. De repente notó en su hombro la presión de unos dedos

Fue como si despertase, como si estuviera durmiendo y regresara al mundo real.
Una de las niñas con la mirada tierna y la cara sucia por la guerra, estaba delante suyo. Le dedicó una sonrisa cuando sus ojos se encontraron

-acompañame -susurró. -no soy capaz de dormir esta noche. Yo también llamé a las puertas del aire para respirar -le dijo con cariño.

«Yo me quede sin cometa para siempre» le respondí. Y sin decir nada más nos abrazamos mientras que a lo lejos el cielo no se cansaba de gritar

 Y sin decir nada más nos abrazamos mientras que a lo lejos el cielo no se cansaba de gritar

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