“PREPARATIVOS”
Go llevaba mucho tiempo ocultándole a sus padres que le gustan los hombres, más específicamente aquel que es su mejor amigo. Pero luego de mucho pensarlo, decidió que ya era hora de decirles la verdad, si lo aceptaban o no, ya sería cosa de ellos, pero él quería dar ese paso antes de llevar a cabo sus planes.
—Ya lo sabíamos —respondió Ikuo; su padre, con expresión neutral.
—... ¿Qué? —el andrógino se encontraba estupefacto.
—Era bastante obvio, cariño, siempre hablas de ese jovencito como si fuera lo más importante para ti —dijo su madre.
—¿En serio? —el ojiazul se sonrojó. “¿De verdad es tan obvio que amo a Satoshi?”.
—No necesitas preocuparte, te aceptamos tal y como eres. Después de todo, eres nuestro hijo — habló su padre con cariño.
—Así es, te amamos, Go —secundó Kurune con una sonrisa maternal.
—Papá... Mamá... —no pudo contener las lágrimas, pues se sentía muy feliz en ese momento.
Rápidamente, sus padres –muy conmovidos–, abrazaron a su primogénito. No hizo falta decir más palabras, con el amor que le demostraban sus padres fue suficiente para sentirse más seguro de lo que planeaba hacer.
En tan solo un par de días, nuestro joven de piel bronceada ya tenía listas todas las herramientas que usaría (o que quizá necesitaría), para tener éxito con su muy elaborado y maquiavélico plan. Todo lo hizo a espaldas de sus amigos, pues sabía que si lo descubrían todo se iría por el caño.
Incluso para tomar el autobús que lo llevaría a la ciudad en donde se encontraba Serena, tuvo que ser muy precavido. Una vez allí, se encontró con la pelimiel, que con mucho entusiasmo y amabilidad lo llevó hasta su hogar.
Para bien o para mal, la chica se encontraba sola, lo que facilitaba por completo el trabajo para el pelinegro, aunque no tenía ninguna prisa, por lo que se tomaría su tiempo antes de comenzar a divertirse.—¿Cómo te está yendo con los estudios, Go? Supe por Satoshi que ambos están por graduarse en un par de meses —la rubia le inició conversación mientras preparaba algo de té para acompañar las galletas que había horneado poco antes de la llegada del moreno.
—Así es, ya nos falta muy poco, por eso los profesores están muy insoportables últimamente, nos mandan demasiados deberes, sobretodo porque ya nos toca escoger qué haremos una vez que nos graduemos —explicó, tomando una galleta—. Pero en general, me está yendo muy bien. Tuve una pequeña recaída, y mis notas estuvieron bajas por un tiempo, pero no fue nada de que preocuparse.
—Ya veo, me alegra saber que pudiste recuperarte sin problemas —sonrió—. ¿Y ya sabes qué harás cuando termines de estudiar? ¿Planeas ir a la universidad o conseguirás un empleo? —se levantó para buscar el té y servirlo.
—Sí, planeo trabajar, es lo más conveniente para mí que todavía no estoy seguro de qué me apasiona lo suficiente como para pasar 5 años estudiando sin querer abandonar la carrera —respondió con honestidad.
La ojiazul sirvió delicadamente aquella bebida caliente en las tazas, dejó la tetera en la mesa, y tomó asiento frente al joven una vez más.
—Pienso que es bastante maduro e inteligente de tu parte pensar así. Quiero decir, muchas personas pierden su tiempo estudiando una carrera para al final ni siquiera ejercer su título, en mi opinión, eso es un desperdicio —se encogió de hombros para luego darle un sorbo a su té.
—Exactamente. Por eso, por ahora prefiero trabajar, tal vez con el tiempo me enamore de alguna carrera —también probó su bebida—. Vaya, Serena, estas galletas y este té saben de maravilla. Seguro serás una esposa muy buena —rió falsamente. Decir aquello fue más difícil y doloroso de lo que pensó.
—¿E-esposa? ¡Vamos, Go, estás exagerando! —rió avergonzada, con sus mejillas muy rojas.
Así pasaron el tiempo, hablando de cosas que para el muchacho eran banales, y este fingiendo ser amigo de la pelimiel, mientras esperaba el momento adecuado para llevar a cabo la parte más emocionante de su plan. La verdad, se sentía muy nervioso, pues era la primera vez que haría algo como esto, pero no pensaba dar marcha atrás de ninguna manera.
Debía deshacerse de su rival aquí y ahora.
¡Ring, ring!, el sonido de un teléfono se escuchó en el lugar.
—¿Quién podrá ser? —preguntó la fémina viendo su celular—. Oh, es Satoshi, me pregunto qué querrá. ¿Me disculpas un segundo? —miró apenada al ojiazul.
—Sí, claro, no te preocupes por mí, yo te espero —sonrió con falsa amabilidad.
Las cosas no podían ser mejores. Ahora que la muchacha había abandonado la sala para poder atender su teléfono, a Go se le facilitó el sacar de su bolso los objetos que usaría para llevar a cabo su estrategia.
Lo primero era ponerse guantes, de esa manera no quedarían sus huellas en ningún lugar, y claro que se aseguraría de lavar muy bien la taza de la que bebió el té. Lo siguiente era tener a la mano algunas sogas, y cinta adhesiva para atar y amordazar a su víctima una vez que la dejara inconsciente. Por supuesto, no podía olvidar el arma que usaría para torturar a la rubia. Y ya para finalizar, tendría muy cerca las bolsas negras (con aromatizante para que el olor del cadáver pase desapercibido), donde metería el cuerpo de la fémina antes de ocultarlo inteligentemente en el jardín de esta.
Ya solo era cuestión de que nada ni nadie apareciera por sorpresa, o sino eso arruinaría por completo sus planes, y debería olvidarse de Satoshi para siempre, cosa que no podía permitir. Sin embargo, no se apresuraría, se tomaría las cosas con calma para que salieran bien; tal y como estuvo soñando por tanto tiempo desde que el chico de mejillas peculiares invitó a la pelimiel a su fiesta de cumpleaños sin consultárselo con anticipación.
“Prepárate, Serena... Hoy acaba nuestra rivalidad para siempre”.
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CONFÍA EN MÍ | Pokémon
FanfictionEl mayor error de Satoshi fue darle su amistad a aquel joven de piel bronceada y apariencia andrógina, ¿pero cómo iba a saber que incluso los "chicos bonitos" pueden ser letales? «Si confías en mí, sabrás que nunca haré nada para lastimarte...». • M...