Capítulo 4: la salida

11 5 0
                                    

Al entrar a su oficina estaba aún más nerviosa que antes pero, claro, no lo demostré.

— Quería darle la bienvenida, señorita Evans — dijo, mirándome.

—Muchas gracias, señor Caruso — respondí.

—Ahora que es mi secretaria, quería hablarle un poco sobre el trabajo. Si no le molesta, claro — me dijo mientras se desabrochaba un botón de su chaqueta para sentarse.

Me hizo un gesto con la mano para que me sentara y eso hice. Me senté delante de él, escuchando lo que me decía con atención.

—No, para nada.

—Bien. Por ahora se encargará de mis llamadas. Itinerario, citas y mantener al día los papeles que pueda llegar a necesitar.

Mientras él hablaba yo solo asentía con la cabeza. Escuchando atentamente.

— Bien. No se preocupe, señor Caruso. No le ocasionaré problemas — le aseguré.

—Bien. Fue un gusto y... Bienvenida a Caruso Company — me dijo dándome una sonrisa encantadora y poniéndose de pie.

Lo imité y salí de su oficina.

***

Estaba terminando de guardar mis cosas cuando oí unos pasos que se acercaban a mí. Alcé la mirada para ver de quién se trataba y vi a Jack, sonriendo.

—¿Ya te vas?— preguntó él.

—Sí. He terminado por hoy.

Él se quedó un momento mirándome y luego, pareció que diría algo.

—Oye... Yo... Mhm...— comenzó a decir, pasándose una mano por la nuca. Nervioso—. Quería saber si te gustaría ir a tomar algo conmigo esta noche.

Yo me quedé un momento pensando.

Vamos, hace mucho que no salimos.

Por primera vez, mi conciencia tenía razón. Hacía mucho que no salía y, necesitaba distraerme.

—Claro que sí — le dije.

Él pareció relajarse un poco más y volvió a sonreír.

—Bien, entonces... ¿Paso por ti a las ocho?

—Me parece perfecto.

—Bien. Nos vemos esta noche.

—Bien.

Él se dió la vuelta y desapareció por el pasillo. Yo terminé de guardar mis cosas y bajé en el ascensor. Salí del edificio, rebuscando el dinero en mi cartera para ir a casa. Solté una maldición entre dientes al recordar que no traía más dinero.

Genial. ¿Cómo volveré a casa?

Si en auto eran veinte minutos, caminando sería una eternidad.

Me quedé parada en la entrada del edificio, tratando de pensar como demonios volver a casa cuando escuché que alguien decía mi nombre.

—Señorita Evans.

El señor Caruso me miró extrañado, pasando por mi lado.

Me quedé un momento pensando en alguna excusa. Que vergüenza decirle que no tenía dinero para el taxi.

Nada más a mí y al pato Lucas.

—¿Qué hace aquí todavía?— preguntó, enarcando una ceja.

Así que... Le dije lo primero que se me ocurrió.

—Estoy esperando a alguien — mentí.

Él miró a su alrededor y volvió a mirarme.

Peligrosa AtracciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora