¿Qué tipo de excusa?

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Cuando Danielle llegó a donde estaba Haerin, ésta enseguida se puso nerviosa. Era inevitable mientras supiera que esa chica estaría compartiendo su mismo espacio.

No le caía mal, de hecho, no habían motivos para pensar así, pero algo en ella la ponía tensa. Quería creer que no trataba de algo ridículo y solo era producto de sus miles de preocupaciones a la hora de hablar con alguien que no conocía mucho.

—¿Demoré mucho? —preguntó, una vez se sentó al frente suyo en la banca.

Haerin solo negó y dejó su bolsito en la mesa, junto a la caja de almuerzo que tenía Danielle enfrente suyo. Ella se había comprado el menú de la semana en la escuela y una gaseosa de cereza.

—¿Por qué querías comer conmigo? —Haerin tomó la palabra.

Una gran sorpresa para Danielle, siendo que ella era la que siempre hablaba.

Haerin no se oía nerviosa al hablar, ni siquiera tartamudeaba. Su intranquilidad era notoria cuando no hablaba o en sus gestos más simples, y Dani se daba cuenta que estaba algo inquieta por la situación ya que movía mucho sus dedos entre sí.

—Bueno, somos compañeras de reforzamiento, ¿no? —Danielle sonrió —. Eres la única con la que nunca tuve ni siquiera contacto, y supongo que es porque eres de segundo año. No compartimos clases.

Ella tenía razón, y si eso fuera una excusa también era bastante creíble.

Pero las dudas la perseguían todavía. ¿Sólo por eso había querido hablar con ella? Haerin ni siquiera se veía muy agradable por fuera (según el testimonio de muchos) como para que varias personas se le acercaran inmediatamente a decirle que querían comer con ella. Además, muchas veces se negaba a eso o se escondía atrás de Minji para que no le preguntasen nada.

—¿Por eso? —murmuró avergonzada, sacando a su vez su tapper con el almuerzo.

Danielle quedó un rato en silencio antes de responder, pero Haerin se adelantó en hablar.

—¿No lo usas de excusa? —la miró, o eso intentó. Por la timidez, apartó la mirada enseguida.

—¿Excusas? No, claro que no —negó extrañada tras la conclusión —. Pero, si soy honesta, tal vez no fue exactamente ese motivo por el que me quise acercar a ti.

Las manos de Haerin afirmaron la tapa de su cajita con almuerzo un poco fuerte. Esa situación estaba surgiendo de una manera distinta a cómo lo imaginó y, aunque era algo positivo, no sabía cómo seguir reaccionando y que pareciera normal.

—¿No? —murmuró.

—No. Digo, cuando nos vimos no me dijiste tu nombre, eso me dio curiosidad —contestó —. Luego, tampoco te presentaste en clases. Y, bueno, la verdad es que quería saber de ti porque no hablas mucho.

Las mejillas de Haerin se sonrojaron rápidamente. Se sentía avergonzada de sí misma con aquella actitud.

—No es algo malo —aclaró —. Simplemente me pareció interesante.

—¿Interesante? —susurró.

—No siempre ves a los demás esconderse tanto de otros porque no les gusta hablar con gente que no conocen —comentó —. Eso me demostraste.

—No fue con intención —se justificó. —No me gusta mucho hablar, es solo eso. No es nada contra alguien en específico.

—Entiendo —asintió, sonriente. —Ahora, ¿puedo preguntar algo yo?

Haerin iba a decirle que ya lo hizo, pero no quería bromear en ese instante y quizás caerle mal a Danielle con ese "chiste" aparentemente "infantil".

—Sí —sacó sus palillos de comida.

Antes de hablar, Danielle destapó su almuerzo.

—¿Por qué aceptaste comer conmigo? —preguntó. —¿Te obligaron o algo?

Presión social, pensó Haerin.

Pero no, no había sido tan así. Realmente, ella aceptó igual por voluntad propia. Eunchae y Minji no le pusieron una pistola en la cabeza para aceptar, aunque entre todas las posibilidades ellas dos hubieran sido capaces de hacer eso con tal de que aprendiera a socializar más.

—No... —mintió. Bueno, un poco —. Yo... no lo sé, supongo que por qué me hablaste por Instagram. Además, dijiste que querías que te ayudara.

Danielle se detuvo inmediatamente y Haerin vio eso. Entonces, se asustó.

—¿Necesitas ayuda en algo? —preguntó, curiosa.

—¿Yo? —se señaló a sí misma. —No mucho.

—¿Entonces no querías mi ayuda? —frunció su ceño.

Ahora no estaba preocupada, estaba confundida.

—O sea, puede ser —Dani sacudió su cabello nerviosa —. ¿Sirve como excusa?

—¿Qué?

—Lo que te dije —comentó —. Eso de que quería tu ayuda.

—¿Excusa? —frunció más el ceño.

—Digo, sí quiero tu ayuda ahora que lo mencionas —mintió un poco. —Pero... —rio nerviosa —, tal vez utilicé eso a mi favor.

La expresión de Haerin reflejaba que no entendía nada.

—¿A tu favor? ¿Cómo?

Danielle tenía que ser sincera si quería tener buena onda con Haerin. Ella era una chica que no decía mentiras, y si lo hacía eran pequeñas y fáciles de esconder.

Esconderle a Haerin que solo quería comer con ella porque le parecía muy linda e interesante, era una idea favorable a cumplir, pero tampoco en su totalidad. Algo de verdad tenía que confesar.

—Me llamaste la atención.

O tal vez era mucha verdad dicha.

—No sé, quería hablar contigo. En reforzamiento tal vez no podremos hablar mucho.

Las mejillas de Haerin se encendieron en un rojo vivo y sus orejas se tornaron rosas rápidamente.

—No te molestes —se defendió rápido —. Solo quiero buena onda, de verdad.

Danielle estaba siendo sincera con ella, ¿verdad? ¿Por qué dudaría de la australiana enfrente suyo que era mayor que ella? No habían muchos motivos a destacar.

Haerin agachó su mirada y tragó en seco.

—También porque te me haces linda.

Bueno, eso sí había sido muchísima sinceridad. Tal vez no fue necesario decirlo.

Ahora Danielle y Haerin tenían sus rostros hirviendo y rojos a no más poder.

question...? | daerinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora