Cierra con fuerzas la puerta, caminando al segundo piso en busca de algo con que distraerse y dejar de pensar en el dolor que se acumulaba su pecho.
No va a llorar, no permitiría que esos tres estúpidos seres consiguieran eso de él.
En su mente aparecen los recuerdos de todo lo que ocurrió ese día, toda la humillación, la traición, las mentiras, la desconfianza, todo ese dolor que sentía por haber confiado y querido a alguien.
"No confíes es tus héroes"
Una frase que lo acompañó hasta el día de hoy. Un apodo que no le tuvo que otorgar al primer chico que le dio una sonrisa linda y lo hizo sentir vivo.
Escucha la puerta de la casa y odia no ser capaz de eliminar su nombre de la lista de permitidos, sabiendo que si lo hacía todo terminaría para siempre.
No piensa en vengarse o en traicionar al chico, después de todo nunca podría lastimarlo, sin importar el daño que le haya causado.
—Roier—. El oso busca su mirada, pero él no está dispuesto a darsela, no se siente capaz de hacerlo.
—Dime, Spreen.
—Perdón, no quería matarte, yo... tuve que hacerlo, pero no quería.
—¿Las apuestas y el dinero son más importantes para ti? si querías mi dinero te lo hubiera dado. Te habría dato todo lo que me pudieras Spreen.
—Tenía que hacerlo, te supliqué para que me ayudaras... si me hubieras dado el perro.
Una risa llena de dolor sale de la garganta del castaño, atreviéndose a enfrentar al oso, señalandolo con un dedo acusador, con tanto odio que ambos están sorprendidos. La irá nunca ha estado presente en la vida del menor, pero ahora, sus ojos están rojos, llenos de tanto dolor y rencor.
El oso no hace más que agachar sus orejas, caminando hacia atrás a medida de que el castaño se acerca a él, temeroso de sus próximos movimientos.
—Me lastimaste, me humillante, te reíste de mí, fingiste que te importaba, que me escuchabas, te aprovecharte de mí, me traicionaste.
—Tuve que hacerlo, él me obligó.
—¿Sabes que le dije a Quackity una vez que planeó matar a tus animales? porque sí, tu buen amiguito no dudó en preguntarme cosas sobre ti, para lastimarte.
—¿Él?—. Spreen no lo entendía, recordando la conversación que escuchó a medias en el bosque, cuando robó el caballo de fit.
—No te hagas el ingenuo, cabrón. Ustedes están cortados con la misma tijera, un par de ratas asquerosas.
—Roier... por favor.
—Me lo esperé de todas las personas Spreen, menos de ti y eso es lo que más me duele, que confíe mi vida en ti y no dudaste en destruirme, me fallaste Spreen. Ya ni se quien eres...
—Perdón, por favor, no quería hacerlo pero no tenía otra opción, él estaba diciéndome que hacer y de verdad, no podía evitarlo.
—No inventes escusas Spreen.
—Jamás te hubiera lastimado.
—Pero lo hiciste, me escuchaste suplicar y no tuviste compasión, sabías lo importante que era para mí ese taco... te seguí el juego con tus tortugas porque te hacía ilusión, escuché tus ideas y cuando te hablé de las mías solo te burlaste, necesitando ser superior en todo.
Muerde sus labios cuando siente sus ojos arder, sabiendo que no soportaría por mucho tiempo más. Le da una mirada a Spreen, tratando de verlo a través de sus lentes oscuros, intentando decifrar que podía estar ocurriendo en su mente, porque al final del día le sigue importando.