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Estar en su interior se sentía tan bien, tan húmedo, estrecho y, lo mejor, que solo él podía gozar de aquello. Tener el completo control de aquel chico, estar sobre él y lograr hacerlo perder la cabeza, lo volvía loco y eso solo lo seguía excitando y provocando que sus embestidas fueran más duras y certeras.

Quackity rasguñaba su espalda y envolvía sus piernas alrededor de la cadera de Spreen mientras que gemia en su oído y le pedía que lo hiciera más fuerte y rápido, su amante, lo hacía encantado; Tomaba su cintura con firmeza para mantenerlo quieto y así poder profanarlo por completo.

Primero había sido una salida de amigos, luego unas copas y ahora estaban completamente perdidos en sus sensaciones, siquiera habían esperado a llegar a su casa, Spreen solo tomó su coche y se dirigió al callejón más cercano para comenzar a follar con el híbrido, quién también parecía excitado con la idea de que pudieran descubrirlos.

Spreen mordía y lamía el cuello de su amante, dejaba marcas y saliva en toda la extensión, quería dejar en claro quién había sido el que hizo gemir de placer a Quackity esa noche y las siguientes, que nadie volviera a tocarlo, ni siquiera como un juego, por miedo a que sus colmillos luego sean clavados en su cuello y no de la misma forma en la que lo hacía con Quackity en este momento.

Bastaron unas cuantas embestidas más para que ambos se corrieran, juntos.

- Mi casa está cerca.- Dijo Spreen.

- Vamos.- Dijo Quackity.

[...]

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Spreen se sentía un jodido hormonal, odiaba soñar con aquel chico y odiaba solucionarlo de la misma manera. De su mente no lograba irse el pálido cuerpo del chico completamente desnudo y bañado en sudor mientras gemia su nombre.

Estaba muy confundido y estaba estresado por ello.

- ¿Spreen me estás escuchando?

Volvió a su realidad, su triste realidad.

- ¿Qué decías? Perdoname.- Le preguntó Spreen a Shadoune.

Recordó que estaba acompañando a su amigo a recoger un paquete a la oficina de correos, no sabía qué traía aquel paquete y lo más probable es que no le importe, pero tampoco tenía nada mejor que hacer aquel día, por lo que aceptó salir con su amigo.

- Te dejo que ya debo buscar el paquete y firmar los papeles ¿Podrías esperarme?

- Claro, claro.- Respondió y vió como el francés ingresaba al edificio de la oficina correos.

Spreen se quedó en la entrada, mirando como la gente pasaba, observó como desde el otro lado de la calle estaban por cruzar Karl, Sapnap... Y Quackity. Quiso desaparecer en el momento que el pato lo vió y les dijo a sus amigos que fueran con él.

- ¡Hey, Spreen!- Saludó Karl, no se resistió y corrió a abrazarlo. A Spreen no le molestaba a pesar de que el contacto físico no era de su agrado.

Luego saludó a Sapnap con un apretón de manos.

Y finalmente Quackity se acercó, generando demasiadas cosas en el argentino, se puso muy incómodo al recordar sus sueños y aún estaba muy confundido por lo que se sentía. Lo apartó cuando el híbrido quiso abrazarlo de igual forma.

Sabía que Quackity se sentiría mal luego de eso, pero el también se sentía mal de imaginarlo desnudo mientras él ingresaba una y otra vez su miembro en su cavidad. Mierda, volvería a tener una erección si seguía pensando así.

- ¿Qué haces?- Preguntó Karl.

- Esperando a Shadoune, necesitaba recoger algo.- Respondió con normalidad.

- ¿Te acompañamos mientras lo esperas?- Sugirió Quackity.

- E-eh.- Se trabó al hablar, claro que quería estar con ellos, eran sus amigos, pero no podía arriesgarse a que vieran algo que Spreen no quería que vieran. Quería irse de allí.- N-no, lo siento, tengo que ir con Shadoune para ayudarlo. Adiós Karl, Adiós Sapnap.- No esperó una respuesta e ingresó a la oficina de correos.

Dejando a Quackity con una extraña sensación, un sentimiento triste.

Dreams | Spreen x Quackity Donde viven las historias. Descúbrelo ahora