Las personas también pueden ser estrellas - Sproier

Nuevas sensaciones

Por otro lado, Roier no era el único que se sentía así.

Spreen estuvo toda la noche pensando en esa situación.

- No entiendo por qué defendí a Roier, sé que lo haría por cualquiera de mis amigos, pero... sentía la necesidad de protegerlo...- Dijo Spreen.

El oso no estaba seguro de todo lo que había pasado, no sabía porque ese sentimiento tan repentino apareció.

De repente empezó a sentir un cosquilleo, aquel cosquilleo que sintió Roier.

- ¿Eh? ¿Por qué el dolor de estómago? No recuerdo haber comido nada malo... - Dijo Spreen.

Spreen no le tomó tanta importancia y siguió pensando en todo lo que pasó hasta que se quedó dormido.

Al día siguiente ambos fueron a la Uni, pero no tan seguros cómo antes.

Roier seguía bastante confundido sobre esa sensación que tenía, no quería que fuera lo que pensaba que era.

Spreen cómo siempre fue el primero en llegar al salón de clases.

Roier iba con el miedo de entrar al salón, ver a Spreen y sentir ese cosquilleo llamado mariposas.

- ¿Qué se supone que haga si siento lo mismo de nuevo? ¿Eso me dará alguna respuesta...?- Pensó Roier.

Dieron las 8:00 p.m. y Roier por fin había llegado al salón de clases.

Cruzó la puerta y hasta el fondo estaba Spreen sentado viendo por la ventana.

Los ojos de Roier se iluminaron, solo podían enfocarse en el oso, quedó completamente inmóvil mientras lo admiraba de lejos.

De alguna manera Spreen se veía más atractivo de lo normal, aquellos lentes oscuros que le cubrían completamente los ojos, su pelo oscuro, su piel casi pálida contra el sol, sus labios esponjosos y rosados, se veía perfecto ante los ojos del de suéter rojo.

Spreen enseguida sintió la presencia de Roier, volteó a verlo y un cosquilleo se apoderó de su cuerpo.

Ver al castaño hizo que Spreen sintiera la necesidad de ir abrazarlo, es cómo si algo por parte de Roier lo llamara.

Roier tomó su lugar y el oso no paraba de admirarlo de lejos, verlo como ponía atención a la clase y lo atractivo que se veía mientras lo hacía le ponía los nervios de punta.

De repente Spreen escucha como una voz con un tono bastante molesto lo llama.

- Joven, ¿está poniendo atención a la clase?

Era el profesor que estuvo hablando durante casi una hora.

- Wow... ¿tanto tiempo estuve viendo a Roier?- Pensó Spreen.

- ¿Entonces joven? ¿Qué tanto mira a la deriva? - Dijo el profesor bastante molesto.

- Nada profesor, solo los rayos del sol que me molestan.

- ¿Le molestan los rayos del sol incluso trayendo esos lentes tan oscuros? Deje de decir tonterías joven y sálgase de mi clase.

- Viejo hijo de puta. - Dijo Spreen con la boca entrecerrada mientras salía del salón.

Ya terminada la clase, Roier salió en busca de Spreen, lo buscó por todos lados pero no lo encontraba.

Un rato después Roier dió con el oso en el patio trasero.

- ¡Spreen! Por fin te encuentro.

Spreen sintió aquella sensación en el estómago al momento que escuchó la voz del castaño.

- Roier... es bueno verte amigo.

- Lo mismo digo. - Dijo Roier para después sentarse a un lado del oso.

- Y dime, ¿que tanto pensabas en clase para ignorar así al profesor?

- ¿Eh? Nada... es solo que no me he sentido muy bien últimamente.

- ¿Y eso por qué? Si se puede saber.

- Nada grave, solo algunos dolores de estómago.

Era obvio que Spreen no le iba a decir lo que en realidad pasaba, no podía imaginar lo incómodo que podría ser si le decía al castaño que lo estaba viendo a él durante toda la clase.

- Ah, últimamente yo también he sentido unos dolores en el estómago, supongo que es temporada de eso JAJAJA.

La risa de Roier hizo que las pupilas del oso se dilataran pero no era gran problema pues él llevaba puesto sus lentes de sol.

- A todo esto, ¿por qué no nos sentamos juntos de nuevo? así como la última vez. - Dijo Roier.

- ¡Claro! No veo por qué no. - Respondió Spreen.

La campana para entrar al salón de clases sonó.

Roier y Spreen se sentaron juntos y de nuevo hablaron durante las últimas horas de clase, pero ahora todo fue muy diferente.

Roier cada que volteaba a hablar con Spreen lo analizaba de más, se sentía impresionado con lo lindo que podía llegar a ser.

Spreen no dejaba de ver como cada que Roier hablaba soltaba una risa mientras que sus movimientos corporales eran constantes.

Ambos se admiraban al mismo tiempo pero trataban de disimularlo cada que se volteaban a ver.

Cierto nerviosismo se podía notar por ambos lados, pero no era mucho lo que se notaba.

Después de un rato llegó la hora de irse pero Roier y Spreen decidieron quedarse un poco más.

- Sabes Spreen, estoy feliz por haber vuelto a coincidir, eres uno de mis mejores amigos desde la infancia.

- Yo igual estoy feliz Roier.

Ambos soltaron una sonrisa mientras se veían, ninguno soltó una sola palabra, es como si el contacto visual les cortara las palabras, todo lo decían atraves de la mirada.

- Ejem... Creo que ya es hora de irme. - Dijo Spreen haciendo que terminara el contacto visual.

- Tienes razón, nos vemos mañana.

Ambos se despidieron con un abrazo y tomaron su camino a casa.

En cuento Roier llegó a su casa lo primero que hizo fue subir a su habitación y encerrarse.

- ¿Qué fue todo eso? ¿De verdad todo esto es lo que creo sentir? No puede ser así... no de nuevo. - Dijo Roier.

Ya demasiado frustrado, el castaño tomó una almohada y se la colocó en la cara.

No dejaba de pensar en los problemas que tendría si era lo que pensaba que era ese sentimiento, no quería que el oso se sintiera incómodo con su presencia, pero no podía precipitarse pues no sabía que era lo que sentía aún.

Por el lado de Spreen, estaba bastante confundido.

- Pero si lo acabo de volver a conocer hace apenas 2-3 días, no llevamos ni la semana y ya creo sentir cosas.

Spreen se recostó en el suelo de su habitación mientras veía el techo.

- Sé que este sentimiento no es bueno, pero... tampoco quiero dejarlo ir.

Ambos estaban demasiado confundidos para poder saber lo que en verdad pasaba pero ninguno de los dos negaba que podría ser amor lo que sentían.

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