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Yuri Plisetsky sería el tipo de novio que:

Aunque le sorprendería que fueras su alma gemela al principio, te aceptaría así como tú a él.

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Soulmates

Dos almas que están destinadas a estar juntas y solo cuando se miren a los ojos podrán ver todos aquellos colores que hasta el momento les fueron privados.

La fémina resopló aburrida, realmente le fastidiaba ir de compras con sus amigas, a diferencia de ese par, ella no podía diferenciar ninguno de los colores que poseían aquellas prendas, y no solo se trataba de los colores de la ropa, ¡Todos y cada uno de las cosas que la rodeaban eran de color blanco o negro!, eso sin contar la interminable escala de grises.

¿Dónde se supone que estaba metida su dichosa alma gemela?

Algunas veces realmente creía que no existía su pareja destinada y se resignaba a que su vida sería monocromática por sus años faltantes.

-Este vestido te quedaría fabuloso -Le comentó una de sus amigas enseñándole la prenda que colgaba de un gancho.

Otro vestido gris, exelente. Pensó ella después de echarle un ojeada sin mucho interés.

-Está algo escotado -Opinó sentada en la banca al lado de las bolsas de sus amigas, al segundo devolvió su vista hasta su móvil.

-Oh, vamos, al menos pruevátelo -La incitó nuevamente su amiga-. Por favor.

Guardó el móvil en la bolsa de una de sus amigas, se pasó sus manos por la cara y finalmente se puso de pie, arrebatándole el vestido a la otra chica y dirigiéndose hasta uno de los vestidores para comenzar a despojarse de su actual vestimenta.

Por otro lado un rubio corría temiendo por su vida mientras trás él una gran cantidad de chicas -Fans suyas-, lo perseguían, algunas queriendo una foto, otras deseando su autógrafo, y la gran mayoría queriendo secuestrarlo para casarse con él en una boda para nada legal.

-¡Allá va Yuratcha, no lo dejen ir! Gritó entre la multitud lo que parecía ser la que lideraba aquel grupo de pubertad hormonales.

El oji-verde no tuvo otra opción que apresurar el paso al notar como sus fanáticas cada vez estaban más cerca de su persona.

Sin detenerse entró a una de las cuantas tiendas de ropa que el centro comercial tenía.

Miró a todos lados con desesperación hasta dar con un pequeño probador, nadie sospecharía que ese era su escondite.

El plan era simple; mantenerse oculto hasta que la ola de adolescentes hormonales desapareciera y poder seguir con sus compras en paz... O ese era el plan hasta que entró al probador y encontró a una chica semi desnuda.

La fémina gritó y le lanzó su blusa al intruso, más específicamente, a su rostro.

-Lo siento -Se disculpó el rubio cerrando los ojos fuertemente y volteando su rostro a otra dirección.

-¡¿No sabes lo que es la privacidad?! -Le riñó mientras trataba de tapar su pecho con el vestido.

-Perdóname -Pidió el tigre de hielo-. Saldré en un momento, solo necesito que ellas se vayan.

Ella miró por la pequeña abertura y se percató de la gran cantidad de chicas que ahora se encontraban inspeccionando la tienda, pero no en busca de ropa.

Desvió su mirada hasta el chico a su lado que aún tenía los ojos cerrados y por fin lo pilló.

-Eres Yuri Plisetsky -Murmuró ella.

El nombrado tragó saliva, rogaba internamente porque ella no fuera otra de sus fans.

Rápidamente se colocó el vestido, con el pantalón aún puesto y le indicó al patinador que podía descubrir sus ojos.

El hada rusa, abrió sus ojos y los dejó clavados en el suelo.

-¿También eres una fan? -Cuestionó él.

-Soy una fan, pero no estoy tan loca como ellas -Aseguró cruzando sus brazos sobre su pecho y dirigir su mirada a una pared.

Él levantó la mirada y detalló el perfil de la chica que tenía en frente.

-Es bueno saber que no piensas secuestrarme -Bromeó y sus ojos pasaron a ver la rendija con la esperanza de que sus obsesivas fanáticas ya se hubiera ido, pero varias de ellas aún se encontraban en el lugar.

-Yo no dije eso -Una traviesa sonrisa surcó su rostro al decir aquella palabras.

El contrario se alarmó bastante al escuchar aquello provenir de la chica que tenía en frente.

-Dijiste que no estabas tan loca como ellas -Recordó sus palabras.

-Eso es porque yo soy peor -Aseguró mientras arreglaba las cintas del vestido en sus hombros, viéndose en el espejo.

El tigre de hielo perdió el color de su rostro al escuchar esa declaración. Estaba a punto de salir corriendo de allí cuando una leve risa que provenía de su acompañante.

-Era broma -Lo tranquilizó y se dió la vuelta para quedar de frente con él-. Tranquilo, no pienso secuestrarte o...

Dejó de hablar en el momento que sus ojos se encontraron con aquellos orbes esmeraldas que la dejaron sin aliento.

Espera... ¿Verde esmeralda? ¿No eran grises?

Quitó su mirada de la contraría y observó a su alrededor viendo cómo todo lentamente se tornaba de colores vividos, muy diferentes a aquellos tonos neutros a los que estaba tan acostumbrada.

Sintió una mano en su mejilla que la obligó mirar de nuevo aquellos ojos, los causantes de todo.

-Eres tú... -Susurró ella, incrédula. Finalmente había encontrado a su alma gemela.

Plisetsky por su lado, seguía hipnotizado mirando aquellos hermosos ojos que lo había dejado atontado con un solo vistazo. No quería que lo dejarán de mirar.

-¿Cómo te llamas? -Le cuestionó el rubio sin dejar de mirar sus ojos.

-T/N... Soy T/N -Respondió en un murmullo, igualmente perdida en los ojos contrarios.

Él sonrió y pasó la mano que sostenía su mejilla hasta sus labios, brindando pequeñas caricias en ellos con su pulgar.

Acercó su rostro al contrario, con lentitud, siendo cauteloso, su mano levantó un poco la barbilla de la chica que era centímetros más pequeña que él y la atrajó a si mismo.

En cuanto a la chica, ella no opuso ningún tipo de resistencia.

Cuando sus labios estaban a milímetros el uno del otro la puerta se abrió.

-Oye T/N, ¿Por qué tardas tanto? -Preguntó su amiga, quien le había dado el vestido ya un buen rato metida en el probador.

La antes nombrada volteó a mirarla, aguantando las ganas de querer matarla. Y claramente Yuri no se quedó muy atrás de los deseos de su alma gemela.

-Perdón -Chilló la chica dándose cuenta de lo que había interrumpido y cerró la puerta del probador nuevamente. Ya habría tiempo de interrogar a su amiga.

El rubio volvió a fijar su vista en la chica y está vez si pudo completar su objetivo.

Ambos sonrieron al separarse. Finalmente habían encontrado lo que tanto estaban buscando.

Yuri Plisetsky es el tipo de novio que...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora