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Yuri Plisetsky es el tipo de novio que:

Haría inolvidable su propuesta de matrimonio.

-_-_-_-_-

Su talón se movía frenéticamente de arriba a abajo ocasionando un rítmico golpeteo de su zapato contra al suelo.

Miró a la chica sentada frente a él quien estaba concentrada comiendo su ensalada. Ella no tenía ni la menor idea de lo que iba a suceder en unos minutos.

El rubio estaba tan concentrado en sus pensamientos que se sobresaltó al sentir la pequeña mano de la chica acariciar la suya con cuidado.

—Amor, ¿Sucede algo? Estás distraído desde que llegamos —Cuestionó con preocupación la chica—, ¿Es por la comida?

—No es nada, solo se están tardando con el postre ¿No creés?— Su mirada busco frenéticamente a el camarero que los estaba atendiendo ¿Dónde diablos se había metido el puberto ese?

La fémina lo miró un poco extrañada por su comportamiento pero decidió no darle mucha importancia.

Después de todo siempre había sido muy perfeccionista con sus citas.

Finalmente no pudo esperar más y él mismo se levantó de la mesa, se excusó con su novia diciéndole que iba al servicio y cuando estuvo fuera de su vista redirigió su camino hasta la cocina.

Empujó con fuerza las puertas y entró al lugar con el ceño fruncido. Sus ojos se desplazaron por el cuarto hasta que dieron con el chico que los estaba atendiendo.

—Tú —Dijo con molestia, señalándolo con su dedo índice y acercándose a pasó firme hasta el pobre mesero que tembló al verlo—, ¡Pedí el postre hace media hora! ¡¿Dónde demonios está el helado?!

El adolescente tragó saliva.

—S-señor —Logró balbucear el chico—. U-usted dijo c-claramente que le llevara el helado c-cuando la mujer terminara de comer. Ella aún no termina.

El rubio chasqueó la lengua al recordar ese pequeño detalle. Dedicó una mirada amenazadora al chico y se dió media vuelta.

—En cuando termine quiero el helado sobre la mesa ¿Entendido?

—S-sí.

El oji-verde se giró sobre sus talones, volviendo a donde estaba la chica, apunto de terminar su ensalada quien centró su atención en el cuando llegó a la mesa, frunció el ceño al ver a su pareja nerviosa, claramente estaba pasando algo.

—¿Seguro de que estás bien?

El chico la miró y frunció el ceño igual que su pareja.

—Sí —Respondió.

—Si algo te molesta, podemos irnos a casa —Propuso ella.

—No, está bien —Se corrigió él—, puedo esperar al postre.

La chica asintió no muy convencida y dejó el cubierto sobre el plato ahora vacío.

Tal y como le habían dicho –Amenazado– El joven camarero apareció con un helado en la mano derecha y un trozo de pastel en la izquierda.

Puso ambos platos en la mesa y luego de una reverencia retiró el plato vacío, alejándose con rapidez.

La chica sonrió ampliamente antes de tomar la cuchara y probar su helado. En cuanto lo metió a su boca pronunció un sonido de satisfacción.

Ambos comenzaron a comer, el rubio pendiente a las reacciones de su pareja.

De pronto la cara de la joven cambió de felicidad a confusión luego de sacar de su boca la cuchara.

El hada rusa la miró con atención.

—¿Todo bien? —Preguntó el ojiverde.

La chica metió su dedo índice y pulgar en su boca y sacó un pequeño aro que relució ante la tenue luz, ella tomó una servilleta y lo limpió quedando atónita ante lo que veía:

Un hermoso anillo de oro con una joya del color de sus ojos.

Volteó a ver su pareja pero se percató de que él ya se encontraba arrodillado frente a ella.

—¿Quieres...?

—¡Acepto! —Respondió la fémina antes de que el tigre de hielo terminara su pregunta. Se abalanzó a sus brazos y lo beso —. ¡Sí quiero ser tu esposa!

El patinador sonrió feliz y la apretó en sus brazos, volviendo a unir sus labios con cariño.

Los presentes en el restaurante aplaudieron enternecidos por la escena del rubio colocándole el anillo en el dedo meñique a su ahora prometida.

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~•°F I N°•~

Yuri Plisetsky es el tipo de novio que...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora