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Yuri Plisetsky sería el tipo de novio que:

Te ayudaría a perfecionar tu programa con toda la paciencia del mundo.

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—¡Ahg! —Gritó la chica, exasperada golpeando el hielo con sus puños.

Esta era la décima vez que repetía el programa, era la décima vez que intentaba un triple Axel y era la décima vez que fallaba.

—Maldición, joder, puta, carajo, mierda... —La única patinadora sobre la pista comenzó a proferir todas y cada una de las palabrotas que aprendió de su novio durante los dos años y medio de relación que llevaban.

El entrenador albino la miraba desde las gradas con cierto miedo de acercarse a ella en ese estado. Normalmente aquella joven era toda dulzura y cariño con CASI todos los que la rodeaban, al principio todos se sorprendieron al ver como cambiaba drásticamente su actitud cuando se enojaba y sacaba a relucir aquel carácter del que el tigre de hielo se había enamorado.

Mientras la novia del hada rusa volvía a ponerse de pie para intentar ejecutar el programa nuevamente el antes nombrado entro al lugar absorto por su teléfono revisando las notificaciones de sus redes.

Finalmente guardó su teléfono en el bolsillo de su pantalón y dirigió su mirada hasta la chica que se encontraba patinando en plena pista, una pequeña sonrisa surcó su rostro.

El rubio se dirigió a las gradas sin ningún tipo de apuro, ignorando por completo al albino que lo había saludado amablemente.

Luego de unos momentos termino de colocarse los patines, dejó sus pertenencias en las gradas e incluso pensó en ir al lugar donde su autodeclarado padre miraba a la fémina interpretar su rutina.

Pero esos pensamientos fueron interrumpidos por un golpe seco y seguido de esto un quejido.

Su mirada fue inevitablemente hacia la chica que se encontraba sentada en el hielo.

—¡Maldita sea! —Gritó ella volviendo a ponerse de pie.

—¿Todo bien? —Preguntó el rubio que, con una agilidad sorprendente se había adentrado a la pista.

—¿Tengo cara de que todo está bien?

—De acuerdo, tienes razón, fue una pregunta estúpida.

La joven suspiro intentando calmarse.

—Lo siento —Se disculpó con un puchero—, es que llevo toda la tarde intentando clavar el salto pero no me sale.

El chico miró con ternura a su novia.

—Yo podría ayudarte —Se ofreció amablemente.

—¿Cómo? ¿Te disfrazarás de mi y harás el programa tú?

El río ante la ocurrencia de su chica.

—No sería una mala idea.

La joven sonrió al imaginarse a su novio con su ropa.

—Pero ya en serio, puedo ayudarte a mejorarlo ¿Por qué no me cuentas como resulta cuando lo intentas?

—Bueno, las últimas veces que lo intente, terminaba rotando de más o fallando mi aterrizaje.

—Mhm —Vocalizó pensativo el chico—. Muéstrame.

—¿Toda la rutina o...?

—Solo el salto —Aclaró el.

—De acuerdo.

La chica se alejó un poco de su novio e intentó el salto fallando nuevamente al hacerlo. Infló sus mejillas por el enojo, conteniendo las palabrotas en su garganta pues aunque su pareja tenía en claro su carácter nunca la había escuchado decir alguna mala palabra o al menos es lo que ella piensa.

—Creo que el problema está en el salto.

Hizo todo lo que pudo para evitar el sarcasmo.

—¿De verdad?, ¿Cómo llegaste a esa conclusión?

Pero claramente falló.

El rubio giro los ojos.

—Me refiero a que cuando saltas y elevas el pie derecho subes el pie izquierdo muy tarde y eso causa que te desequilibres y termines rotando de más —Aclaró él.

—¿Y qué sugieres? —Pusó su manos en la caderas.

—Para que te sea más fácil elevas ambos pies al mismo tiempo podrías saltar con ambos en lugar de impulsarte con solo uno.

La chica respiró profundo, mentalizándose para volver a caer en el frío y duro hielo. Comenzó a patinar, agarrando impulso y cuando se sintió lista saltó con ambos pies al mismo tiempo, justo como el chico le había indicado y estiró un poco sus brazos para rotar mejor.

Cerró su ojos y esperó el golpe...

Pero nunca llegó.

En lugar de eso sintió sus pies golpear firmemente en el hielo. Abrió los ojos sorprendida.

—¡Lo logré! —Alzó sus manos hechas puños y sonrió de manera orgullosa.

Patinó de manera apresurada hasta su novio y se lanzó a sus brazos.

Ambos calleron en el hielo, abrazados.

Yuri apartó los cabellos del rostro de su novia y la besó.

Por otro lado el entrenador no podía estar más enternecido por la escena que acababa de presenciar.

—¡Ese es mi hijo! —Gritó con orgullo Viktor mientras alzaba sus brazos en el aire y con lágrimas en los ojos, definitivamente una escena tan dramática que solo el podía lograrlo.

Yuri Plisetsky es el tipo de novio que...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora