La deseaba, ahora estábamos desnudas, enlazando nuestros cuerpos y acariciando nuestra piel. Era tan perfecta: su cara, su cuello, sus pechos, su vientre, sus piernas. Me volvía completamente loca, cada beso era un mundo y cada roce, un universo,cada gemido que emitía me hacía estar más excitada. Lo que empezó de una manera lenta y dulce alcanzaba ahora el paroxismo. Casi sin aliento, besé sus carnosos labios y…
“¡Ring, Ring, Ring, Ring!”
Abrí los ojos aturdida. Me vi sola en la cama y con una gran humedad entre las piernas. Fuck, solo era un sueño. Apagué el despertador con pesar sin llegar a comprender bien que había pasado y tomé unos minutos para reflexionarlo.
-No es más que otro absurdo sueño Freen –me dije a mí misma- Ya es el quinto este mes.
Repasé cada escena que había vivido esa noche, y solo sirvió para desear más a Becky. Somnolienta, miré el reloj. ¡Oh, no! ¡Eran las ocho y media! ¡Volvería a llegar tarde y Kirk ya no estaba para bromas!
Me aseé, me vestí lo más rápido que pude y me monté en el coche llevando una tostada en la boca y recogiéndome el pelo deficientemente. Tuve suerte esa mañana, pues nadie había ocupado mi plaza de aparcamiento y dejé el auto sin mayor dificultad; el reloj marcaba las nueve y cuarto, por lo que aún me quedaban unos minutos para arreglarme e ir un poco más adaptada al estatus al que pertenecía en la empresa. Me maquillé y peiné con una facilidad brillante y dejando unos grandes resultados y salí del coche con serenidad dirigiéndome al edificio.
-Buenos días, chicos ¿qué tal están esta mañana? –dije sin dejar de caminar hacia el despacho.
-Muy bien, señorita Sarocha. Ya tiene los papeles encima de la mesa, como acordamos ayer en la reunión. – Yha siempre estaba detrás de mí como un perrito que idolatra a su dueña. De haber sido así, me habría lamido la mano complacientemente.
-Muchas gracias, prepara las estadísticas de esta tarde
Y acto seguido me encerré en el cuarto para comenzar a trabajar. “Cuánto antes empieces, antes terminarás” Las palabras de mi abuela resonaban ahora en la cabeza; solo pude reír, lo que duró poco porque unos golpes en la puerta me interrumpieron.
-Adelante
Era increíble como mi cara cambiada a un estado de frialdad cuando algún empleado se dirigía a mí, siendo tan joven y vicepresidenta, no queda otro remedio que parecer una bruja.
Becky : Buenos días, señorita. ¿Puedo entrar?
Ahí estaba, preciosa, con ese pelo negro cayendo por sus hombros y esos ojos que me hacían perder la noción del tiempo. Su voz tan dulce y la perfecta forma de sus labios. Cuando me quise dar cuenta, llevaba cinco minutos sonriendo sin decir una palabra: había que estar ciega para no darse cuenta de que bebía los cielos por ella. Demasiado inocente, supongo.
-Sí, Beck, por favor
Entró dejando el café encima de la mesa y sonrió:
-Aquí tiene, su agua con café –rió dulcemente, lo que me hizo sonreír con más ganas –he estado hablando con el señor Kirk y me ha pedido que le comunicara que sigue esperando los resultados de la empresa , que por favor no se demore
-¿El señor Kirk ha dicho por favor?
Sonrió entonces ella.
-Ah, y que tiene que confirmar el viaje a México.
-Vale, cuando beba el café iré a su despacho, muchas gracias.
-Un placer, señorita Sarocha . –Y salió del despacho.
Cómo me gustaba lo de señorita Sarocha: con su voz, claramente. Era una diosa y una empleada. Dos términos que no se podían unir por algo que podría traer serios problemas. Aunque más problemático era, o me lo parecía a mí, estar todo el día deseándola y no poder tocarla. Ni si quiera la conocía bien. Si estaba casada, tenía novio y perro o tres hijos o si por el contrario era soltera, lesbiana y se moría por mí. No daba crédito a lo que estaba pensando. “Reacciona de una vez, estúpida”
Dejando atrás un suspiro y esa mezcla de agua con azúcar que parecía cualquier cosa, salí del despacho para llevarle los papeles a mi jefe.
-¿Puedo pasar?
Kirk : Por supuesto y apúrese, queestoy harto de esperar. -¿A caso hacía algo más?
Freen : Le traigo los resultados de la actividad de la empresa petrolífera, con los cálculos de productividad, la cantidad de trabajadores de cada bloque y hasta el precio de los bocadillos que almuerzan.
Kirk : ¡Ya era hora! Déjelos en el estante y siéntate, tenemos que hablar
Tomé asiento y le miré con atención.
Kirk : Como ya sabes, que por iniciativa de nuestro querido presidente, nuestra empresa ha abierto otra sucursal en ciudad de México, algo que nos permite expandirnos a grandes empresas y que nos hará ganar millones. Una idea maravillosa, pero nuestros trabajadores no se adaptan bien a la empresa y eso hace que bajen los niveles económicos, el caso, ya no me ando por las ramas, necesito que vayas a pasar unos meses, trabajando se supervisora para enseñarles cómo se hace.
Freen : Pero…
-Lógicamente –me cortó- este viaje corre a cuenta de la empresa y supondrá un importante cambio en tu salario.
Freen: ¿Y eso cuándo sería?
Kirk : En una semana. Claro está que no irá sola, te acompañaría la señorita Rebeca Armstrong
-¿¡Becky!? –No podía creerlo.
Kirk : ¿Es tu secretaria, verdad?
Titubeé y exhalé algo parecido a un “sí”
-Pues ya está todo dicho, el próximo jueves viajarán las dos