Nos siguieron múltiples besos, caricias y gemidos que rompían el silencio de la oscuridad que invadía la habitación. Sentir su cuerpo contra el mío, su respiración en mi cuello, su deseo, sus perfectos labios sobre mi piel y el olor que desprendía me hacían estremecerme de placer.
Su voz era casi un espejismo y sus manos el paraíso.
La noche pasó como un suspiro y pronto comenzó a sonar el despertador.
Becky : ¿Trabajamos por la mañana?
Freen : Hoy sí –dije sin dejar de besar su espalda
Suspiró molesta.
Becky : ¿Por qué justo hoy? Si llevamos una semana entrando a las cinco de la tarde.
Apoyé la cabeza sobre ella y mostré una sonrisa ausente.
Freen : Porque probablemente hoy será el último día…
Se giró poniéndose bocarriba y me miró incrédula.
Becky : ¿El último?
Freen : Kirk quiere que volvamos ya. Parece ser que la cosa ya fluye aquí y comprará los billetes tras comprobar que todo está en orden –me incorporé quedando sentada de espaldas a ella
–Porque, ¿habrás enviado las evaluaciones, no?
Becky : Sí. –sonó casi muda
Me encogí de hombros.
Freen : Pues ya está, la semana que viene nos vamos.
Becky : ¡La semana que viene! –golpeó su cabeza contra el somier de la cama.
Freen : ¿No quieres volver?
Becky : ¿Y tú?
Freen : No lo sé.
Becky : Yo tampoco
Quedamos unos minutos en silencio hasta que caí en la cuenta de que llegaríamos tarde.
Freen : ¿Te importa que me duche aquí?
Becky : ¿Y tu ropa?
Freen : Cierto, me voy a mi cuarto
Me levanté, no sin cierta decepción, y me puse mi ropa con la única finalidad de tapar lo justo, salí dejando atrás un seco “hasta luego”
Me duché con una gran angustia. No tenía nada claro. ¿Qué iba a pasar ahora? O mejor dicho, ¿qué acababa de pasar? Las cosas habían cambiado en cuestión de segundos. Primero me besaba y después se mostraba distante. ¿O no se había mostrado distante y yo sí? A lo mejor me estaba ofuscando en un problema que no existía y ella estuviese pensando lo mismo que yo. Tal vez me necesitara en ese momento y yo me había marchado sin ningún reparo. ¡Aaaah!
Grité mientras me sacudía la cabeza. ¡Cállate ya! Suspiré y salí de la ducha tapándome con una de las toallas blancas con las iniciales del hotel bordadas a mano. Me miré al espejo. Lo cierto es que lucía unas ojeras poco atractivas, a pesar de haber pasado una noche maravillosa. Nada que no se arreglara con un poco de maquillaje. Me sonreí dándome ánimos y salí del baño para vestirme. La falda gris, la camisa color melocotón. Mientras me calzaba tocaron a la puerta.
Freen : ¿Sí? –me puse en pie.
Becky : Soy yo
Me apresuré a ir hacia la puerta y en cuanto la hube abierto, Becky se abalanzó sobre mí abrazándome con fuerza. Acaricié su pelo con cierta ternura.