El espectáculo dado el día anterior en la oficina había tenido más repercusión de la que yo imaginaba, y no era menuda la idea que yo tenía de lo que iba a causar entre los empleados. Los cuchicheos y murmullos entre la gente se hacían presentes en la hora del desayuno, almuerzo y comida, por no hablar del horario de trabajo. Las miradas indiscretas se clavaban en mi nuca y el miedo a la llamada de Kirk se acentuaba. Vivía en una tensión constante. Por otro lado había conseguido ser la elección de Becky. Por fin había plantado cara a Nop y había decidido seguir su corazón.
Por fin huiríamos juntas y seríamos felices en algún rincón recóndito de este mundo; lejos de pruebas de amor persistentes y de jefes hipócritas. Solo ella y yo. Se la presentaría a mamá,"un dulce de chica" diría ella y papá la aceptaría con esa resignación con la que trataba a las mujeres de mi vida (que tampoco habían sido muy numerosas). Más tarde nos casaríamos y recorreríamos cada continente y...
Me estaba precipitando. Pero esta ilusión me subyugaba. Me apresuré hacia el despacho, era extraño, la puerta no estaba cerrada con llave. Dentro todo parecía normal, probablente habría olvidado cerrarla el día anterior, no era normal en mí pero mi cabeza no estaba entonces como para preocuparme de dichosas puertas. Lancé la cartera a la mesa y encendí el portatil.
Arranqué a teclear el informe de A.L.P.H.E.S cuando unas voces exteriores, con un tono más alto de lo normal sin llegar al grito, me desconcentraron. Me avergüenza admitirlo pero lo primero que pensé es que Nop volvía para continuar su enfado, mas me equivoqué. Esa potente voz procedía de uno de los mayores empresarios que habitaban en México. El personaje (por llamarlo de alguna manera) exigía una cantidad prominente de dinero que según él se le debía desde años antecesores. Pedía hablar inmediatamente con el director, lo cuál quedaba muy lejos de su interés. Suspirando decidí coger las riendas de aquel problema.
Expliqué una y otra vez de maneras distintas que ese gasto no nos correspondía a nosotros. La empresa no se hacía cargo de pérdidas realizadas por alguno de los empleados del cliente. él trataba nuevamente de persuadirme cuándo alguien llamó a mi puerta. El señor Kirk entró sin esperar respuesta y acto seguido pidió disculpas.
Kirk : Lo siento, no sabía que estaba reunida. Buenos días, soy el director de la empresa.
X : Buenos días
El pez gordo se puso en pie y añadió:
X : Por fin se ha dignado a venir, esta empleaducha suya no me entiende y yo quiero recuperar todo mi capital.
Kirk : Esta señorita ya no trabaja aquí
Sentí que mi corazón se detenía.
Kirk : ¿Puede esperarme en mi despacho? Está al final del pasillo.
X : Por supuesto
Nos quedamos solos. Fue entonces cuando empezó el verdadero infierno.
Freen : ¿Se puede saber qué está ocurriendo? -quise saber.
Kirk no respondió. Simplemente comenzó a rebuscar entre los cajones y estantes.
Kirk : ¿Dónde está?
Freen : ¿Dónde está el qué? -Me puse en pie alterada.
Kirk : Lo sabes perfectamente. Eres una ladrona
Freen : ¿Qué está diciendo?
Corrió los libros de la vitrina y allí estaba: el precioso abreacartas traído de Arabia que valía millones y del que Kirk tanto presumía.
Lo agarró enfurecido.
Kirk : ¡Lárguese! No quiero ingratos en mi trabajo
Freen : Pero...