Veintidos

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A Valentina no le gustaba la idea de involucrar a su familia en todo esto, aunque hubiera sido idea de su madre que fueran allí, sabía que no corrían peligro, sus reservas a la hora de hablar de su vida privada hacía que nadie en el departamento supiera donde vivía su madre, en todos los registros estaba la casa donde vivía con Amy, la dirección y persona de emergencia era Amy, por lo que nadie podría encontrarlas allí. Ni siquiera Amy había ido nunca al rancho donde vivía su madre, siempre habían sido ella la que había ido a la ciudad. Después de tres años sin pisar el que fue su hogar ahora estaba conduciendo camino al lugar de su infancia. Lucy y Juliana estaban en la parte trasera del coche, la mayor parte del tiempo habían estado calladas, hablando solo de vez en cuando, aunque quien rompía el silencio más a menudo era Amy cuando cantaba algún estribillo de una canción que conocía.

La ciudad se había quedado atrás hacía mucho, Valentina no había dejado de mirar ni por un instante si alguien las seguía, pendiente de cualquier vehículo que estuviera detrás de ellas más de diez minutos, pero al salir de la ciudad y llegar a la parte del campo, el camino estaba despejado, no solía haber mucho movimiento por aquel lugar. Los grandes edificios comenzaron a cambiarse por prados llenos de hierbas azules, el olor a contaminación, humo de los automóviles, residuos de alcantarillas, había sido sustituido por el aire puro, limpio, olor a tierra, flores, y el ruido, ese ruido ensordecedor que había en la ciudad, el ajetreo de los coches pitando, las personas andando apuradas, se había visto sustituida por el silencio, un silencio únicamente interrumpido por la música del coche y el piar de los pájaros

Pronto, a lo lejos, detrás de una colina comenzó a verse unas verjas, Valentina se bajó del coche para abrirlas y entrar, al pasar la puerta volvió a salirse para cerrarla, a todas les sorprendió que no tuviera un candado o algo más seguro, solo un pequeño pestillo que podía abrir cualquiera, a medida que avanzaban vieron pequeños cultivos plantados, verjas con caballos pastando, vacas rumiando, lo que venía a ser una granja. Valentina pasó por alto la cara de estupefacción de todas, aún más la cara de repulsión de Amy, tan acostumbrada a la ciudad.

-¿Cómo una paleta de granja pudo acabar en el FBI?- preguntó asombrada Amy- ¿Cómo aprendiste a leer?

-Hay un autobús escolar que pasa por aquí, recoge a los hijos de personas que trabajan en las tierras y los llevan a la escuela- dijo Valentina un poco molesta- Que una persona sea de campo no quiere decir que sea una inculta

-Pues a mí me gusta- dijo Juliana- Es tan tranquilo, parece un lugar muy bonito

-Sí, el olor a estiércol es muy bonito- se quejó Amy

-Por lo menos estaremos seguras, no creo que tampoco estemos aquí mucho tiempo- intervino Lucy- Muchas gracias por todo, agente Carvajal

-Llámame Valentina- dijo la aludida- No sabemos cuánto tiempo permaneceremos en este lugar, así que por lo menos vamos a intentar dejar las formalidades a un lado

Se acercaron a lo que parecía ser la casa principal, en ella se veía a dos mujeres sentadas en el porche, ambas con unas bebidas amarillentas, limonada seguramente, las dos mujeres se levantaron al ver como el coche aparcaba delante de la puerta. La primera mujer que fue corriendo a abrazar a Valentina llevaba un mono vaquero, su pelo castaño y ojos marrones, su sonrisa era tan hermosa como la de Valentina, y a pesar de tener ojos diferentes ambas se parecían

-¡Hija por fin has llegado!- dijo la mujer abrazando a su hija y mirándola de arriba a abajo, su cara cambio de la más absoluta felicidad a la preocupación cuando miro a Bradshaw- ¡Santo cielos! Amy, ¿qué te ha pasado?

-Gajes del oficio- Amy sonrió restándole importancia, aceptando el cálido y cuidadoso abrazo que la madre de Valentina le ofrecía- Gracias por dejar que nos quedemos aquí Elena

Shoot (Juliantina AU) - AdaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora